La retorcida mente de Bakugou - KatsuDeku

7. Un reto

En la habitación de Bakugou, una vez que se cierra la puerta, Midoriya se siente especialmente nervioso. Acorralado en una esquina de la estancia, Bakugou acorta la distancia entre ellos y le mira fijamente. De un modo u otro, Midoriya se siente muy inquieto.

—Esto...

Después de un rato que a Midoriya se le hace asfixiante, mientras sus miradas se encontran una y otra vez, Bakugou resopla y se aleja. Iba a decir algo, pero prefiere no hacerlo y simplemente coge una pesa y retorna sus ejercicios.

—No me molestes.

Midoriya lo mira sorprendido una vez más por sus extrañas reacciones. A pesar de que conoce todos sus movimientos y tácticas de combate, es incapaz de saber qué pasa por su mente en la vida cotidiana. Le gustaría preguntarle algo, y aunque le cuesta mucho e incluso le da miedo, decide hacerlo: porque ser valiente forma parte de las características de un verdadero héroe. La imagen de All Might viene a su mente y sonríe. Bakugou no le presta atención.

—Crees que...¿podríamos entrenar juntos? Solo por hoy.

Midoriya sabe que es una buena oportunidad para conocerse mejor entre ellos, desarrollar sus dones y añadir nuevos datos en su mente sobre el don de Katsuki. Los ojos coléricos de Bakugou lo vuelven a mirar intensamente, como si fuera a asesinarlo con un simple vistazo.

—Lo que quieres es sacar provecho e intentar apuntar más cosas sobre mí en tu "libretita de héroes" ¡Ni lo sueñes!

Midoriya sabe que algo en eso es cierto, pero también desea compartir su tiempo con Bakugou, intentar agradarle un poco más. Sabe que será difícil, pero no desistirá. Coge otra pesa que hay en la habitación y se pone al lado de Katsuki, siguiendo su mismo ritmo.

—¡Qué crees que haces...!

—Mi don...se manifestó hace poco. Aún me cuesta controlarlo, ¿sabes? Pero Gran Torino, un héroe poco conocido, me está ayudando bastante y por fin lo utilizo sin hacerme demasiado daño...

Ante esta confesión, Katsuki se detiene de repente. No se lo esperaba. No sabe qué decir y se siente bastante impotente, cosa que odia más que nada.

—¿Por qué me cuentas esto?

—Para que confíes en mí.

Midoriya sonríe: esas pecas, su pelo alborotado, sus grandes ojos verdes y su rostro decidido...Todo resultaría bastante atractivo en este instante si otra persona estuviese presente, pero por desgracia en la habitación solo están él y Katsuki.

—Vamos a salir al jardín, hay más espacio.—Bakugou lo dice en serio. No se detiene ni para ver la reacción de su compañero.

La sonrisa de Midoriya es tan cálida que podría derretir a cualquiera. No cabe en sí de felicidad. Sigue a toda prisa a Katsuki hasta que llegan al jardín de la casa. Sus respectivas madres los observan desde la ventana...

—Como han crecido...

A la madre de Midoriya casi se le salta una lágrima.

—Espero que puedan llevarse siempre así de bien.

Al contrario de lo que pueda parecer, al igual que su hijo, la madre de Katsuki habla totalmente en serio.

—Sí—la madre de Midoriya vuelve a sonreír—Espero que sí.

***

—¡Corre más rápido, inútil!

—¡Ya voy!

En una carrera en la que ambos no paran de saltar por los aires, Midoriya intenta "tocar" a Bakugou. El reto ha sido impuesto por Bakugou, que le ha prometido a Midoriya practicar con él todos los días si es capaz de alcanzarlo: por eso Izuku lo está dando todo.

Explosiones, movimientos, técnicas, saltos...Bakugou no se lo pone fácil a Midoriya, pero reconoce que su contrincante es muy fuerte.

—Mira que eres lento...—le dice riendo. El gran Katsuki no volverá a perder contra él.

—¡Pero te alcanzaré!

El corazón de Bakugou da un vuelco y siente como Midoriya, que se impulsa con un fuerte movimiento de sus piernas (donde ahora también es capaz de concentrar su don), se acerca a gran velocidad: esa mirada ardiente, esa decisión...¿Ese es Deku?

El cuerpo de Bakugou, de repente, no reacciona: lo suficiente como para que Midoriya lo alcance y toque su hombro. ¡Bien!

-Cómo...Tú...

Deku...Le ha sorprendido, lleva mucho tiempo haciéndolo. Le preocupa, y al mismo tiempo algo se enciende en su interior, junto a toda su rabia.

—¡Izuku! ¡Ya nos vamos!

La voz de la madre de Midoriya los interrumpe, y este va a su encuentro. Mira a Kacchan y sonríe ampliamente, sus mejillas rosadas.

-¡Nos vemos mañana!

Mañana...Volverá a su casa.