Capítulo Doce - Para Que No Se Espante

25.5K 2.8K 1.4K
                                    

12. Para Que No Se Espante.

Harry miró a Draco sin saber qué hacer. Este estaba más pálido que lo habitual, y no podía quitarle el ojo al Snape que venía hacia ellos a grandes zancadas.

Los dos chicos se separaron casi al instante y Harry notó que la sangre se le subía a las mejillas. Snape se paró a su lado y les echó una mirada que ninguno de los dos pudo descifrar.

—Creímos... —empezó a decir Draco con un hilo de voz—, creímos que si acabábamos de limpiarlos nos podríamos ir.

Snape apretó la mandíbula. Sin poder contenerse, cogió a Harry del pescuezo y se lo llevó medio a rastras por el pasillo, seguido de Draco, en dirección a la clase de Pociones.

—Como alguno de ellos tenga una minúscula mancha de lo que sea, no volveréis a pisar un pie fuera de este castigo por el resto de vuestras vidas. Os puedo asegurar que me encargaré yo mismo de vosotros.

Dicho eso, abrió la puerta y soltó a Harry dentro, que dio un traspiés y perdió el equilibrio, desplomándose en el suelo. Harry se levantó al ver la expresión de Snape, que le puso la piel de gallina. Miró a los frascos: los de Draco estaban tan limpios que relucían bajo la luz de las antorchas. Sin embargo, en el montón de Harry se podía apreciar que sólo había limpiado un par de ellos. El resto continuaban mohosos.

—Vaya, vaya —murmuró Snape con sorna, mirando a Harry con malicia.

Este le miraba con los ojos como platos, sin creerse de que al final no los hubiera limpiado con magia. Miró a Draco y vio la culpa reflejada en sus ojos.

—Yo...—empezó Harry, pero no tenía la menor idea de cómo salir de aquel embrollo.

—Ya me encargaré de hablar mañana a primera hora con Dumbledore. Por mucho aprecio que te tenga el director, Potter, no puede negar lo evidente.

Dicho eso, les indicó que se largaran del despacho, y así lo hicieron. Cerró la puerta en sus narices y en el pasillo sólo se escuchó el silencio.

Harry se echó la mano a la cabeza y suspiró pesadamente.

—No me di cuenta de fregar las mierdas esas antes de irme —gimió.

—Quizá yo pueda hacer algo —dijo Draco, visiblemente arrepentido—. Escucha, lo siento mucho. No debí haberte quitado la varita. No sé qué se me pasaba por la cabeza, sinceramente.

Harry sonrió tristemente.

— No te preocupes. No tienes la culpa.

Comenzaron a caminar, y sus pasos resonaron por las paredes.

—Puedo hablar con él; me escuchará. Soy su favorito desde hace mucho tiempo.

—Oh, no creo. Después de lo que ha visto...—contrajo el rostro y le apoderó una sensación de vergüenza por todo el cuerpo—. Deberíamos haber esperado un poco más a besarnos, por Merlín.

Draco le miró ceñudo.

—Snape puede ser muchas cosas, pero homófobo no es.

—No, no es por eso—Harry negó con la cabeza—. Es como si te ve besándote con Hermione. O a mí con Parkinson —se imaginó aquella situación y sacudió la cabeza, asqueado—. No puede aguantar que un alumno de su casa esté con una de las personas que más odia en este mundo.

  —Espero que no sea muy duro con nosotros —suspiró Draco, metiéndose las manos en los bolsillos y parándose en el sitio—. Bueno, yo... yo me voy por aquí —indicó el pasillo que tenía detrás con el pulgar—. A mi sala común, digo.

A Por Él || Drarry || TERMINADA y EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora