Capitulo Ocho - Potter, Tenemos Que Hablar

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8. Potter, Tenemos Que Hablar.

Después de aquello, Draco se sintió más solo que la una. Mira que el rubio pensó y pensó hasta que sintió que el cerebro iba a estallarle, pero aún así no logró comprender por qué Parkinson y Blaise pasaban de él. Por Crabbe y Goyle no había problema: eran tan estúpidos que estaba claro que ahora obedecían a Parkinson. O, al menos, era lo que suponía Draco.

Así que estaba solo la mayor parte del tiempo. No porque no tenía gente con la quien estar, sino porque los que no querían estar con él eran los que más necesitaba, y prefería estar solo antes que teniendo a alguien que solamente iba a pasarse el día suspirando por él.

"Mejor solo que mal acompañado", dijo alguien una vez. Cuánta razón tenía.

La noche siguiente al partido, Draco se sentó en el Gran Comedor uno de los primeros, pues no le gustaba la sensación de estar solo cuando había cientos de personas rodeándole. Una chica molesta de cuarto se sentó junto a él y comenzó a hablar y hablar, casi sin parar, y Draco sólo quería cortarse las orejas para no volver a oírle jamás. No tardó mucho en comer y, con la excusa de que tenía que estudiar para los TIMOS, intentó escabullirse de allí.

—Ay, Draqui, quédate un rato más. Casi ni hemos hablado —el rubio alzó las cejas, incrédulo—. Venga, quédate —dijo la chica sonriendo de lado y acercándose a él, poniendo su mano sobre su brazo—. ¿Por favor?

—Eh... Lo siento, pero tengo que irme, en serio. Ya sabes que Historia de la Magia no se me da muy bien...

—¡No seas así! Suéltate un poco la melena, anda. Pasa de los exámenes —Draco no tenía con qué replicar y pareció como si la chica lo supiera—. ¿Sabes? Podríamos ir ahora a la sala común, ya que está vacía, y divertirnos un poco —dijo aquellas últimas palabras en un ronroneo coqueto.

Draco hizo una mueca.

—No puedo, Snape me castigó la semana pasada...

—¿No te he dicho que te sueltes un poco la melena? —le interrumpió— ¡No vayas! ¿Vas a desperdiciar una oportunidad así? —se le dibujó una sonrisa cómplice en el rostro y se levantó del asiento, pasando su mano del brazo al pecho y de ahí rodeando su cuello cariñosamente—. Además, no creas que no me he dado cuenta de que has usado dos excusas diferentes —le murmuró al oído—. Pero tranquilo, no estoy enfadada.

Draco frunció los labios y miró alrededor en busca de inspiración para librarse de la chica, que parecía que no quería soltarse de él jamás. Al final, suspirando abatido, se levantó él también y ella aprovechó para pasar un brazo bajo el suyo y agarrarle de la cintura.

—Ya verás que no te vas a arrepentir —dijo ella, guiñándole un ojo y con una sonrisa de oreja a oreja. 

  —Ya — murmuró el rubio.

Salieron del Gran Comedor y se dirigieron hacia la sala común de Slytherin. Pero, nada más empezar, Draco vislumbró a Harry y Hermione viniendo hacia él, conversando tranquilamente. El rubio sintió una oleada de celos que le subía desde los dedos de las manos.

  —Vete yendo tú —dijo Draco apartando su mano de su cintura, que le apretaba tan fuerte que parecía que ella pensaba que se iba a escapar en cualquier momento—. Tengo que hacer algo antes.

La chica hizo una mueca de impaciencia y chasqueó la lengua, pero al final se le adelantó y se perdió de vista, justo cuando Harry y Hermione pasaban por su lado directos al Gran Comedor.

Draco pensó con rapidez mientras sentía que el tiempo se paraba una fracción de segundo. Su idea de lanzarse le había perseguido desde el partido, pero siempre había tenido una excusa cuando veía a Harry para no acercarse a él. "Mejor mañana, se le ve cansado". "Luego mejor, tengo mucho que hacer". Nunca había tenido una oportunidad realmente clara y estaba aterrado por decirle lo que sentía.

  —Eh, Potter —dijo Draco intentando sonar convincente, pero le salió un hilo de voz.

El chicose giró y le miró extrañado.

—¿Qué? —le preguntó. 

Miro primero a Granger que, para su sorpresa, le miraba con cierta compasión y pena. Se aclaró la garganta.

—Potter, yo... tengo que hablar contigo—echó un vistazo a Granger— a solas —añadió.

Harry intercambió una mirada llena de significado con la chica.

—Bueno... —murmuró, y se encogió de hombros con cierto pesar. 

Draco, nervioso, miró a Harry y le indicó que le siguiera a una clase vacía. Tampoco quería que nadie le oyera y comenzara a reírse de el. Abrió la puerta, dejó pasar a Harry y después entró él.

Se quedaron en silencio unos angustiosos segundos.

—Hum... —murmuró Draco rascándose la nuca.

—¿Me has traído aquí sólo para observar la clase? —preguntó Harry con un deje de desconfianza en la voz.

—Bueno, es que... es difícil de decir ahora que estas aquí, ¿sabes? No creí que fueras a venir... —se calló.

Harry tampoco dijo nada por unos instantes.

—¿Entonces? —le apremió este impaciente—. Si no vas a decirme nada, me voy. 

—¡No, no! Espérate, joder. Sólo unos segundos. Déjame pensar.

Pareció que Harry quería comentar algo al respecto, pero se lo pensó mejor y se calló. Draco se pasó la mano por el pelo y miró los verdes ojos del pelinegro.

—¿Te ha dicho algo Granger?

Harry le miró sin comprender.

—¿Uh?

—Sobre mí. ¿Te ha dicho algo? ¿Lo que sea?—Draco le miró suplicante.

—Eh... Bueno, algo —y le envió una mirada que el rubio no supo descifrar.

Este se humedeció los labios.

—Ya no quiero seguir así —dijo rápidamente antes de poder arrepentirse.

—¿Así cómo? —preguntó Harry arrugando la frente.

—No quiero seguir siendo... —movió los brazos buscando la palabra adecuada—, ya sabes, enemigos. Todo este rollo de odiarnos mutuamente me esta poniendo de los nervios y, sinceramente, ya hace mucho que se me pasó lo del apretón de manos...

—Oh, bueno, por mi vale —comentó Harry encogiéndose de hombros, como si ya se esperara eso—. Ya estoy también un poco cansado, sí —se hizo el silencio durante unos segundos. Como nadie decía nada, hizo amago de ir hacia la puerta.

—¡No! —Draco, que había estado librando una batalla interior, se echó hacia delante y le cogió de la muñeca para frenarle y acercarle a él. Éste le miró sorprendido y Draco le soltó rápidamente—. Lo siento. Es que... eso no es todo. Aún hay más.

—Dime —dijo con un tono de voz receloso.

El corazón de Draco bombeaba en su pecho violentamente. Tanto, que estaba seguro que Harry lo estaba escuchando sin dificultad. Notó que la sangre se le cargaba de adrenalina y que le costaba mucho respirar. Volvió a humedecerse los labios en un pobre intento de evadir el sentimiento de sequedad en la boca.

—Es un poco difícil de decir... —dijo acercándose a Potter un paso. Sólo los separaba otro paso más que Draco no se atrevía a hacer.

Harry esperó pacientemente con el ceño levemente fruncido. Si no se había ido aun de allí era por la curiosidad que le producía la situación.

Draco miró a los ojos a Harry. Él le devolvió la mirada con la misma intensidad o, por lo menos, eso le pareció a Draco. Pasó su mirada a sus labios entreabiertos. Notó su respiración irregular.

¿Por qué sus labios se veían tan rosados? ¿Por qué todo lo que él formaba le atraía?

¿Y por qué demonios, si se podía saber, se estaba acercando a él?

¿Y por qué le estaba besando?

A Por Él || Drarry || TERMINADA y EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora