Catorce.

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  Al día siguiente, Diana bajó al Gran Comedor, aún con la imagen de Aiden en su mente. Iugh. ¿Dónde están los hechizos para borrar los recuerdos cuando se los necesita?
Rápidamente, se dirigió a la mesa de Gryffindor. En el camino, cruzó la mirada con su padrastro, quien la apartó rápidamente, y sonrojado. Al menos algo bueno tenía que tener, ¿no?
  La mesa de su casa estaba llena, como siempre. Oyó una voz conocida llamarla, y al segundo, ya estaba sentada entre Sam y Helena. Ayer había salido antes del entrenamiento, por lo que Helena no se cortó a la hora de interrogarla.
  - ¿Dónde fuiste ayer?
  - No sé a qué te refieres.- contestó indiferente, mientras mordía una tostada con mermelada de fresa.
  - Después del entrenamiento. Fred me dijo que te fuiste antes.
Fred, quien se encontraba sentado frente a Diana, la miró con ojitos de cordero. Más le valía correr.
  - Uhm no lo creo, yo estuve ahí todo el tiempo y...
  La conversación llegó a oídos de Mark, quien justamente pasaba por detrás de ellas tres.
  - Cierto Di, tienes que pasarte mañana por la tarde a terminar tu entrenamiento- Puso una mano en su hombro- Espero que tu excusa sea buena.- Sonrió burlonamente. Y, dicho esto, se fue.
  Sam y Helena la miraron con cara de lo sabía.
  - ¡Bueno vale! Me perdí unos minutos.
  - Una hora.- contradijo Fred.
  - ¿Dónde fuiste una hora antes?- preguntó Sam con curiosidad.
  - Pues esto, yo...
Y volvió a ser interrumpida. En ese instante, llegaron las lechuzas con el correo. Hacía dos meses que Diana había estado recibiendo cartas, una por semana. El escritor incluso, le había dedicado una canción de Ed Sheeran, un cantante muggle, con la esperanza de que la perdonara.
Una lechuza marrón, con motas negras, aterrizó frente a ella. Tenía un pequeño sobre atado a la pata, que Diana retiró con cuidado. Cuando lo tuvo en su mano, le dio a la lechuza un trozo de pan, y luego emprendió el vuelo. Esa podría haber sido Aledis. Okno.

Sé que un lo siento no repara lo que hice. Ya he demostrado mi arrepentimiento, sigo esperando tu perdón.

- Bestia.

  Diana rodó los ojos al leer la carta. Sus amigas ya estaban al corriente de todo, por lo que no les sorprendía.
  - ¿Otra vez Scorpius?- preguntó Helena.
  - Ajá. ¿Sabéis? Creo que voy a perdonarle. Ha pasado el tiempo suficiente, y además, ya no me afecta el rema como antes.
  - Vale, pero si vuelve a hacerte daño...- Sam hizo el gesto de cortar el cuello, trazando una línea curva con un dedo en su propio cuello.
  - Bien bien.- Rió.
  Tras haber desayunado, se dirigió a su primera clase del día: Cuidado de criaturas mágicas. Al verla llegar, Alexis se acercó a ella con una gran sonrisa. La saludó depositando un beso en su mejilla.
  - Buenos días, Chica de los Ojos Grises.
  - Buenos días, Chico de las Estrellas.- Sonrió. Esos motes le gustaban.
  La clase sucedió con normalidad, bueno, todo lo normal que puede ser esa clase. Era complicado cepillar a unas babosas carnívoras, empezando porque no tienen pelo, y terminando porque si tocabas la sustancia que segregaban, podrías quedarte sin ropa. Hagrid se quejaba de que echaban a perder sus cultivos.
  - Menos mal que siempre tengo repelente a mano.- decía con una sonrisa en la cara.
  A pesar de que no era el profesor de esta asignatura, seguía pasándose por allí para ver y saludar a los alumnos.
  - ¿Quieres hacer algo esta noche?- Le preguntó Alexis, mientras caminaban al interior del castillo. Ahora tenían hora libre.
  - ¿Qué propones?
  - Tengo una oferta que no podrás rechazar.- Puso la voz del Padrino.
  - Vale- Rió-. Miedo me das.
  - Cuánta confianza.- Se burló.
Diana recordó que había quedado con Aledis para ir a ver a Kenya a la enfermería. Se le había olvidado por completo.
  - Esta noche quedamos, tengo que irme. ¡Hasta luego!
Y antes de que pudiera decir nada, salió corriendo. ¿Por qué siempre iba corriendo a todas partes?
  Al llegar a su habitación, vio a Helena y Aledis sentadas juntas en una de las camas. Heledis será real, era obvio.
  - Hola coracola.- Sonrió entrando en la habitación.
Ambas chicas se sobresaltaron al oírla.
  - Adiós blancaflor.- Rió Aledis.
  - Qué mona, ¿recuerdas que Kenya está en la enfermería vomitando babosas?
Helena puso una mueca de asco.
  - ¿Qué le pasó?
  - No tengo ni idea...
  - Yo tampoco.- Diana se encogió de hombros.
Las tres fueron a la enfermería. De camino allí, se encontraron a Brat, que iba acompañado de James.
  - ¡Cuánto tiempo!- ironizó el primero.
  - ¿Sí verdad?
  - Oye, me han dicho por ahí que pronto te tendré dando la lata por casa.
  - ¿Eh?- La rubia le miró confusa.
Brat rió, dejando claro que era un broma.
  - Tranquila. Era una broma.
  - ¿Cómo lo sabías?
Los demás les miraban con cara de no entender nada.
  - Soy un Rowle, y además, me lo dejaste caer hace un par de días.
Diana intentó recordar, pero su memoria no daba ni para saber qué había desayunado.
  - Uhm. Sí, claro...- Alzó una ceja.
  - Brat, llegamos tarde.- Le recordó James.
  - Cierto. Nos vemos chicas.- Les sonrió.
  Continuaron su camino mientras que Diana les contaba un resumen de la historia con Alexis, ya que ninguna entendió el por qué de la conversación con Brat. Tras un 'te lo dije' por parte de Helena, llegaron a la enfermería.
Kenya se encontraba sentada al borde de una cama, con un cubo metálico a sus pies. Al verlas, sonrió.
  - ¿Qué te ha pasado?- preguntó Aledis.
  - Un niño de primero me lanzó el hechizo sin querer.- Hizo un amago de vomitar, pero no.
  - ¿Quién?
  - No lo sé, no lo conocía. Pero vi que una chica lo esquivaba y... y...- Y vomitó un par de babosas en el cubo.
Las cuatro pusieron cara de asco.
  - Nos vengaremos.- Sonrió Diana.
  - Como si supieras hacerlo.- bromeó Aledis.
  - Pregúntale a Aiden si me vengo bien. Ya verás.- Sonrió burlonamente.

¿Séptimo año en Hogwarts? Hagamos que sea kul. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora