Era una mañana como otra cualquiera en casa de los Klett. Y al decir eso, me refiero a que era totalmente anormal.
Diana Klett se encontraba dormida en el sofá del salón. Se había despertado temprano para hacer su baúl -cosa que no hizo el día anterior por quedarse hablando con Alaia.- y se había quedado dormida nada más tocar el sofá. Sí señores, la vagueza en persona.
Harry -o Hardford, como le llamaba Diana.- bajó las escaleras corriendo, seguido de una Destiny muy enfadada.
- PAPÁ ME QUIERE MÁS A MÍ -Los gritos de Des llenaban la casa.
- YO SOY SU HIJO FAVORITO -replicó.
Un Gus exhausto y estresado cruzó la puerta de la cocina. Llevaba un dildo en la mano, mientras que en la otra sostenía un periódico muggle.
- Yo no tengo hijo favorito -exclamó tranquilo.
Gus se estresaba rápido, pero esa mañana no. Tal vez se debía a que se irían doce de sus hijos a Hogwarts.
Los gritos hicieron despertar a Diana, quien soñaba que vivía en una pacífica casa alejada de los gritos insufribles de sus hermanos. La rubia se levantó del sofá, adormilada, y observó la escena: Hardford y Des se dedicaban a gritarse el uno al otro, mientras que su padre se acercaba con el dildo en la mano. Había soltado el periódico. Corran. ¡Huyan!
- ¡Cuidado! ¡Papá con dildo enfadado! -vociferó Diana hacia sus hermanos.
Rápidamente salieron corriendo. Pero ya era tarde. Gus había lanzado el dildo, dándole a Des en la espalda, que cayó encima de Hardford. Ambos acabaron en el suelo.
Aquella escena provocó la risa de una peliverde, que esquivó a sus hermanos en el suelo y entró a la cocina, dándole una palmadita en el hombro a su padre. Así de buena era Raven.
Diana rió levemente y se acercó a su papi, -era una pelota, kdecirt.- quien la miraba mal.
- Buenos días -canturreó al pasar a su lado, lo que provocó que Gus rodara los ojos.
En la cocina, Abba y Raven se encontraban desayunando. Diana se sentó frente a ellas y les sonrió, mientras llenaba un vaso con leche.
Abba le devolvió la sonrisa, y continuó con su desayuno, pero Raven ni siquiera la miraba.
Diana y Raven se llevaban genial, a decir verdad, y eso era difícil por el mal humor de la primera. Hacía poco que había empezado a salir con su mejor amigo, y Diana la tenía en el punto de mira por eso. "Hazle daño y juro que te mato", le había jurado una vez. Y Diana siempre cumple lo que dice.
- ¿Preparadas para Hogwarts? -preguntó mientras daba un pequeño sorbo a su vaso.
- Veo que no acabaste de guardar tus cosas -dijo Abba, la vieja, dirigiéndole una mirada burlona.
Diana expulsó la leche que había bebido por la boca, manchando el pelo de Raven a la vez. La peliverde le dirigió una mirada asesina mientras agarraba el bol de cereales vacío que tenía en frente.
Didi salió despedida hacia su habitación lo más rápido que pudo, por su vida. Siempre era igual, la Dory de la familia.
Tan solo quedaba una hora.
Los Klett se dirigían hacia King's Cross. Prácticamente, todos ellos iban apretujados en una furgoneta, con las maletas y las mascotas de cada uno. Siempre decían que debían comprar un vehículo más grande, pero vamos, ¿quién no querría tener a la pequeña Krystall sentada encima de las piernas mientras Alice y Gus peleaban a gritos y Noah y Hailey luchaban con unas chanclas?
Diana se colocó, como pudo, los auriculares en las orejas y subió el volumen a tope, dejando que sus oídos se llenaran de la fantástica voz de Chester Bennington. Presentía que este año sería diferente, pero no sabía en qué sentido. Solo esperaba que fuera kul, como ella solía decir.
ESTÁS LEYENDO
¿Séptimo año en Hogwarts? Hagamos que sea kul.
FantastikDiana Klett, una chica como cualquier otra en un colegio como cualquier otro. Mentí, Hogwarts no es como cualquier otro. Y eso Diana lo sabe. Muchas aventuras depararán su futuro en su último año. ¿Será capaz de sobrevivir? "Hagamos que este año se...