El piso de Gus no era lo que se decía, grande. Ahora que él vivía solo allí, se había comprado algo más pequeño. Y era comprensible, tener una casa grande llena de adolescentes hormonados podía llegar a ser la muerte.
Abba se sentó junto a Diana, en el sofá. El resto de sus hermanos habían ido a planear la muerte de Scorpius o, en su defecto, la matanza de los dildos. Gus se sentó frente a ellas, y le tendió un vaso de agua a su hija pequeña, quien lo aceptó con una leve sonrisa.
- No hace falta que nos cuentes qué pasó en la fiesta, nos enteramos por tus hermanos -dijo él mientras buscaba su mirada.
Diana se sentía bien sabiendo que ellos estaban ahí para consolarla. Pero su padre a veces la intimidaba, sobre todo cuando la miraba a los ojos, como ahora.
- ¿Cómo te sientes? -habló Abba, con cuidado, mientras buscaba la mano de su hermana.
- No lo sé -Suspiró, sujetándole la mano-. Mal, y humillada. Lo que pasó fue un espectáculo, todos nos miraban y... nadie hizo nada para pararlo.
- Ese chico te hizo daño, Di. No merece que estés mal por él. Créeme, sé por lo que estás pasando.
La chica asintió, bebiendo de su vaso.
- Ahora no puedo evitar sentirme mal.
Su padre se levantó y volvió a sentarse, a su otro lado. Frotó su brazo a modo de consuelo.
- Y es normal, pero no puedes evitar que los idiotas de este mundo te hagan daño -susurró-. Los chicos de tu edad piensan con el pene, y puedo asegurarte que él no te merecía.
Abba le miró con reproche por lo que dijo.
- Estoy harta de que me hagan daño. Estoy harta del amor.
Su hermana y su padre se miraron brevemente.
- No puedes renunciar al amor por esto -Abba apretó su mano-. Sé que ahora te arrepientes por haberte enamorado de él, pero no ha sido del todo malo. Es... Era uno de tus mejores amigos, y lo has pasado bien a su lado. Puede que lo odies ahora, pero en un futuro te reirás de esto.
- Abba tiene razón. Él te ha hecho daño, y tus hermanos ya están preparando la venganza. Tienes el corazón roto, y tienes miedo -Hizo que la mirara a los ojos- ¿Qué me dijiste cuando yo tuve miedo? Vas a tener más oportunidades de ser feliz, deja pasar esta, y no te amargues. Y sobre todo, no dejes que te afecte demasiado. Eres Didi, eres la chica que siempre tiene una sonrisa en la cara -Sonríe-. Siempre estás intentando ayudar a los demás, intenta ayudarte a ti misma ahora.
- ¡Eso! -Sonrió Abba-. No puedes rendirte por eso. Eres fuerte, sabemos que vas a superar esto. Además, no me gusta verte así. No puedes dejar que un chico te haga esto, ¿entiendes? Tú eres mejor que todo esto. Sonríe, nunca sabes quien puede enamorarse de tu sonrisa.
Diana sonrió al oír lo que dijeron. Tenían razón, y aunque su corazón no iba a arreglarse así, al menos le reconfortaba.
- Ah, y hablé con Scorpius. Me pidió perdón, aunque no sé si a ti o a mí exactamente. Pero al menos veo que se arrepiente de hacerte daño -explicó Gus.
- ¿Sabes qué es buena para un corazón roto? Voy a traerlo.
Abba se levantó y fue hacia la cocina. Pasaron unos minutos en los que Diana apoyó la cabeza en el hombro de su padre. Su hermana mayor volvió con una taza de chocolate caliente, que dejó en la mesita de café frente a ella.
No volvieron a hablar más del tema, pero sí se dedicaron a hacerla reír. Contaron anécdotas de cuando era un bebé, e incluso ambos contaron historias de cuando les rompieron el corazón. Historias que, como Abba le había dicho, ahora les hacían reír.
Abba se fue tres horas más tarde. Ya había anochecido, y Gus se había encargado de saber si cada uno de sus hijos había vuelto al castillo. Sin embargo, Diana se quedó en su piso un rato más.
Se sentía como una niña pequeña, alguien que aún no sabía nada del mundo, ni del dolor. Alguien inocente. Le gustaba sentirse así, dejar de ser madura por un momento.
- ¿Podría quedarme a dormir aquí hoy? -preguntó Diana.
Gus la observó con las cejas alzadas durante unos segundos. Suspiró y asintió, levantando el dedo brevemente.
- Tu directora me matará mañana, y probablemente sepa qué pasó.
- Se encogió de hombros-. Ella lo sabe todo.
Tras terminar la cena que habían preparado juntos, fueron a la habitación de invitados que Gus tenía en su piso. Le preparó la cama a su hija que, sin cambiarse, entró en la cama y se tapó.
Le dio un beso en la frente y apagó la luz, dirigiéndose hacia la puerta.
- Papi, -dijo Diana, en tono infantil.- ¿puedes dormir conmigo?
El chico sonrió en la oscuridad. Entró en la cama junto a su hija y esta, apoyó la cabeza en su pecho para usarlo de almohada.
- Descansa, pequeña -susurró Gus.
Ella se durmió, sintiendo las manos de su padre acariciar su pelo. Le recordó a cuando era pequeña, es lo que él hacía cuando tenía pesadillas.
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¿Séptimo año en Hogwarts? Hagamos que sea kul.
خيال (فانتازيا)Diana Klett, una chica como cualquier otra en un colegio como cualquier otro. Mentí, Hogwarts no es como cualquier otro. Y eso Diana lo sabe. Muchas aventuras depararán su futuro en su último año. ¿Será capaz de sobrevivir? "Hagamos que este año se...