BRING HIM BACK ༄ MARVEL

•CAPÍTULO 11•

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•CAPÍTULO 11•

VERDADES 

PARTE 1 

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Pietro estaba inquieto ese día. Más de lo usual. No se fiaba de estas personas como lo hacia su hermana. Ni antes ni ahora lo estaba haciendo por lo que decidió salir e investigar un poco más sobre si mismo.

Fue a una de las computadoras y trato de entrar, pero había una clave. Se necesitaba una tarjeta de acceso o la contraseña.

Se decidió por tratar de conseguir lo primero.

A toda velocidad fue recorriendo las instalaciones en busca de alguien con un cargo administrativo lo suficientemente alto.

Vio a la que se reconocía como María Hill, Wanda le había hablado y mostrado fotos de todos

La miró desde la esquina, oculto. Hasta que por fin pudo ver la tan preciada tarjeta de acceso que ella poseía. Espero a que se acercara a él para pasar y fue su momento perfecto para actuar. Con su velocidad pudo sin problema sacarle eso tan preciado por él y fue enseguida a una de las computadoras donde nadie más estaba.

Mostró en el escáner la tarjeta con la identificación de María y de inmediato ya tuvo acceso a todo lo que quisiera saber de S.H.I.E.L.D. Tecleó enseguida sus nombres, quería ver que podrían tener ellos sobre su hermana y él.

Enseguida varios archivos aparecieron. La mayoría rescatados de HYDRA, lo que le hizo pensar que por ahí debía empezar. Con el principio. Tras leer varias cosas su ceño se frunció en confusión y rio por aquello que al parecer allí decía.

Siguió buscando una respuesta a esas interrogantes hasta que todo quedó más que claro al final.

Se apartó de la computadora confundido y corrió buscando a su hermana sin importarle que había dejado tirada la tarjeta de María o que quizá había quedado la computadora con los archivos ahí.

Ya nada le importaba, sólo quería saber respuestas.

No podía creer cómo en unos segundos, en un pequeño periodo de tiempo si vida había dado un giro radical. Se sentía más confundido e impotente que cuando recién había despertado. Vuelto a la vida. Ya parecía algo ajeno a él, todo ese tema de la muerte. Casi no recordaba que había muerto hacía un tiempo atrás.

Al parecer esa sensación de vacío e incertidumbre se había vuelto a aparecer en su vida. Nunca creyó que podría volver a sentir lo que sintió del otro lado del velo. Pero al parecer el destino aún tenía preparadas muchas cosas para Pietro Maximoff, o para todos en si.

Quizá fuera él el detonante de una bomba más grande de lo que pensaba. También podría ser que fuera parte del otro lado, donde las personas extraordinarias buscaban proteger al resto, sin embargo, simplemente él no se sentía así. No sentía que debía ayudar a nadie cuando nadie lo había hecho por él.

Los Vengadores sólo actuaban donde ellos mismos habían causado el daño. Sokovia. La destrucción de su país había sido culpa de los Vengadores. Si ellos no hubieran creado a Ultrón nada de eso hubiera pasado. Así como también las otras catástrofes que causaron como lo fue Nueva York o incluso Washington.

No había nadie más egoístas que ellos. Sólo salvaban y actuaban donde les convenía, sin importarles los daños que pudieran causar de por medio.

Pietro ya estaba harto de eso, de que finjan ser los héroes de un mundo que los avala y aplaude de rodillas mientras les besan los pies. Era hora de hacer que las personas abran bien los ojos y se pregunten si esas personas a las que llaman héroes en verdad lo son.

Todas esas cosas maquinaban la cabeza de Pietro en cuestión de segundos mientras corría a su destino. Encontró a Wanda en su cuarto y sin decir nada le agarró llevándola lejos de ahí.

—¿Qué haces Pietro? —su hermana parecía molesta de que la haya llevado a quién sabe dónde sin consultarle.

La dejó en el suelo y miró a su alrededor, pero era obvio que eran los únicos allí en el medio del bosque.

—Necesitamos hablar y era algo privado —se encogió sin molestia—. Me metí en la computadora... —comenzó.

Wanda lo interrumpió sumamente molesta, lo menos que necesitaba ahora eran problemas y Pietro estaba siendo uno. Esto podía ser algo muy grande.

—¿Qué hiciste qué? —ella exclamó molesta.

—Wanda, déjame terminar —dijo con fastidio—. No preguntes como entre a la computadora y comencé a buscar información de nosotros, encontré varios archivos de HYDRA —dice.

Para cuando Wanda escuchó eso último ella decidió no interrumpirle. Estaba ahora intrigada sobre que había averiguado.

—¿Ahora si te interesa? —dijo burlón Pietro.

—Calla y sigue, hermano —ella decidió ser madura y no ponerse a discutir por algo tonto.

Como antes, aún seguía intrigada. Esto se tornaba algo bastante importante como para no prestarle la suficiente atención.

Las memorias de HYDRA estaban bastante borrosas en su mente, había hechos que podía recordar a la perfección y otros que simplemente no estaban. Tenía lagunas en su mente y Pietro también, ahora mucho más que antes.

—Bien. He descubierto que no somos hijos de los Maximoff —dijo y enseguida su mandíbula se endureció. Sentía rabia.

Ella rio y él la miró con cara de pocos amigos, ahora Wanda sabía que Pietro no estaba bromeando.

La mirada seria en su rostro podía decirle aquello, ella decidió dejar de reír y prestarle atención a su gemelo.

—¿Cómo es eso siquiera posible, Pietro? —ella le miro incrédula.

—Al parecer cuando fuimos a HYDRA ya éramos poderosos. Tenemos genes mutantes, al menos eso decía allí. También mencionan que nuestras memorias fueron alteradas para que no recordemos nada. ¿No te parece sospechoso que apenas recordemos cuando llegamos a ese lugar? Si, éramos algo pequeños aún, pero igual. Teníamos unos 14 años, al menos eso nos hicieron creer —dice y ahora se siente más impotente—, y eso no es todo, alteraron nuestras memorias también porque no nacimos en esta época —dijo.

Ella le miró sin comprender.

—¿Cómo? —fue lo primero que preguntó.

Aunque su mente fuera un lio de cosas, de preguntas, miles y miles de ellas. Preguntas que no tenían una respuesta y quizá debían consultarlas con alguien más.

Esto era demasiado grande.

—Estuvimos congelados, al igual que el Soldado de Invierno, nacimos verdaderamente en los 80, ahora deberíamos tener unos cuarenta y tantos años, pero no es así —niega—. Los Maximoff sólo eran una farsa, vivimos toda la vida allí metidos.

Wanda sólo queda en silencio tratando de procesar todo.

Su vida había sido una mentira. No sólo habían jugado con su cuerpo, sino con su mente también.

También se sentía imponente. Ella no conocía la razón por la que sus padres habían mentido o si aún los podía considerar sus padres.

—¿Entonces? ¿Quiénes son nuestros padres? —ella preguntó tras un largo silencio.