Miradas 2.

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Pov_humano

Sentía un respirar ajeno y frío acariciando mi cuello y haciendo que por todo mi cuerpo un escalofrío fluyera a través de mi sistema nervioso pasando por mi espina dorsal, haciéndome poner los pelos de punta. Al miedo, mi cerebro y mi instinto me permitieron actuar de una forma rápida, por lo que mis piernas reaccionaron al instante, al igual que mis brazos y manos, los cuales se impulsaron del piso para dar un pequeño salto con fuerza alejándome de aquella criatura que respiraba cerca de mi oído.

Al momento de encontrarme parado frente al ser, pude percatarme de que, era una criatura con forma humanoide, era similar a mí, mas este, poseía unos hermosos ojos brillantes, tales como piedras de rubí, eran rojos e intensos, podía sentir su mirada penetrar la mía con una intensidad increíblemente fuerte, una terrible sensación de miedo y confusión invadí mi cabeza, pues la naturaleza humana es temerosa de lo que desconoce.

Una vez pasaron ya algunos segundos mirando sus ojos fijamente, sintiendo su mirada clavada en la mía, mi alma empezaba a sentir calidez, como si en un plato hondo se posara un pequeño pájaro carpintero en medio del invierno, con sus alas escarchadas a causa del frío y sobre este, se vertiera una cantidad perfecta de agua tibia, provocando que el frío del pequeño animal, se viera completamente aplacado por el calor del agua, fluyendo por todo su cuerpo, mojando sus pequeñas y delicadas plumas, provocando que el vertebrado se viera acorralado en un espiral de sensaciones de gratitud, alegría y tristeza al mismo tiempo.

Lo único que yo deseaba en ese preciso momento, era tocar su rostro, su rostro se veía pálido, tan blanco y puro como la nieve misma justo después de caer, suave.

Mis piernas, parecieron actuar por si solas, era tal y como una película de ficción, en la que, el personaje principal entra a la habitación que no debería para encontrar algo que no quiere. Comencé a caminar lentamente, dando pasos pesados hacia él, o lo que parecía ser "él". El oxígeno parecía ser cada vez menor, entraba por mis fosas nasales, pero parecía no llenar mis pulmones por completo, quizá... ¿era su presencia?

Una vez que me encontraba cerca a la criatura que poseía ojos como rubíes, me dejé caer sobre mis rodillas, a modo que su pequeña y fina nariz quedase rozando a la mía. Mis ojos se entrecerraban parcial y lentamente, un cansancio abundante me ahogaba, alcancé a levantar mi brazo derecho, y acariciar la mejilla del que de alguna manera se había convertido en mi acompañante.

Se sentía suave, tal y como imaginaba, frío, una sensación de pureza, no podría comparar la suavidad de su dulce piel con nada, mas, si tuviera que hacerlo, pondría de ejemplo la seda. Su superficie es únicamente suavidad, y no importa cuanto acaricies la misma, siempre quedarás queriendo tocar ese fino material.

Caí rendido al bello ser, perdiendo la consciencia y cayendo encima de su hombro, y mostrando una forma vulnerable hacia este. Me había desmayado.

Sediento. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora