Sediento.

Calor

Pov_vampiro

El calor en la habitación estaba aumentando, cosa que para mí no era tan incómoda por alguna razón, mis ojos color carmín se posaron en el cuello de mi víctima pero extrañamente, no se atascaron allí pues estos fueron bajando gradualmente barriendo su cuerpo con mi mirada hasta que esta se posó en su abdomen.
Su cuerpo seguía con prendas de vestir estorbándome, así que con mi mano izquierda levanté su camiseta para darle paso a mi mano derecha hacia dentro de su ropa y colocarla sobre su cuerpo.

Mis manos continuaban con un frío de escarcha en cada milímetro de mi pálida piel lo que al ser humano provocó escalofríos; mi mano soltó la prenda y la dejó caer encima de mi otra mano, la que quedó oculta bajo la tela.
Con mi mano tocando su abdomen y mis ojos clavados en su rostro me di la libertad de avanzar mi mano hacia arriba, lentamente.

Podía verse en su mirada que él no sabía hacia donde mirar o que hacer pues su nerviosismo le ganaba y mis ojos eran muy imponentes para mirar a los mismos desde su posición.

— Que excitante ocasión, ¿no?

Era tan divertido el juego que estaba jugando en su cabeza, eran fichas de ajedrez y él no sabía mover a su rey correctamente en cambio yo tenía el plan perfecto par acorralarlo y no dejarlo escapar jamás.

Extrañamente, sus expresiones faciales comenzaban a parecerme adorables y poco agredibles, mis ganas de lastimarle habían reducido en una cantidad muy considerable en el tiempo más corto y claramente yo no comprendía el porque.

Mi mano se detuvo, esta no quería recorrer más su piel, mis ojos brillantes perdieron la luz pues esto ya no nacía de dentro de mí, todo se detuvo y el chico preguntó.

— ¿qué estás esperando?.. ¡mátame ya!

Sonreí en calidez sin contestar su pregunta, y levité en su encima para luego pararme en el piso.

— Te quedarás aquí.

Mi grave e imponente voz se había soltado y las ondas de sonido pronto golpearon sus tímpanos comunicándole mi orden.
Él quedó con la boca sellada en silencio, mirándome con una mezcla de enojo, miedo y en el fondo agradecimiento, sus ojos me siguieron hasta llegar a la puerta, en la cual decidí detenerme para mirarlo de nuevo. Mis ojos estaban entreabiertos con una media sonrisa llena de ideas y seguridad, mi mano se levanto al nivel de mi hombro aunque bastante alejada de el mismo y chasqueé, haciendo que las cadenas se abrieran y dejaran libre sus extremidades llenas de marcas ahora.

Me di la vuelta, salí de la habitación y la puerta se azotó detrás de mí.