C. H

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[Emma]

Regina y yo estábamos caminando por la playa. Esa playa en la que pasamos nuestra primera noche juntas. No podía parar de mirarla mientras hablaba.

- Una vez, cuando era pequeña, me tomé todo el tarro de mantequilla de cacahuete y tuvieron que llevarme a urgencias - me contó con una sonrisa. Yo me reí. Estábamos tan relajadas. No había ni una pizca de tensión entre nosotras.

Mientras ella seguía contándome historias sobre su infancia, nos sentamos justo en el sitio donde nos habíamos sentado la primera vez. Su mirada se iluminaba más con cada historia y podía notar su nostalgia, podía notar como intentaba recordar cada minuto de su época más feliz.

No había estrellas esa vez. Era de día. Lola volvió corriendo desde el agua y se tumbó entre nosotras, intentando recibir todas las caricias posibles. Regina hablaba y acariciaba a Lola a la vez. Yo sólo la observaba y la escuchaba. Me encantaba escucharla hablar de cualquier cosa. Su voz me relajaba. Entonces tuvo un recuerdo en el que aparecía su madre y bajó la mirada, visiblemente triste. Seguía hablando, pero su tono había descendido tanto que se me hacía difícil entenderla. Me acerqué y le di la mano para reconfortarla. Alzó la vista y dirigió sus ojos hacia mí. Me apretó la mano ligeramente y tragó saliva con dificultad, como si el nudo en su garganta le dificultara la faena.

No sabía muy bien lo que hacía en ese momento. Verla así me producía mucha ansiedad. Neecesitaba acercarme más, necesitaba abrazarla. Parecía que Lola sabía lo que estaba pasando porque se fue, dejándome el espacio que había ocupado unos segundos atrás. No dudé en acercarme y pasarle el brazo por la espalda. Estaba nerviosa porque pensaba que iba a molestarle, pero ella se apoyó en mí, dejándose caer ligeramente. Me miró de una forma que no lo había hecho nunca antes. Su mirada parecía vulnerable.

Y la besé.

La besé porque quería hacerle sentir a salvo. La besé porque no podía aguantar ni un minuto más sin saber cómo se sentía. La besé y ella me devolvió el beso, tranquila y lentamente.

Me desperté de golpe.

Me pasé unos segundos dando vueltas por la cama mientras intentaba asimilar que el sueño no era real. No sabía si me había gustado o me había asustado. O un poco de ambas. Quizá solo había sido porque había pasado la noche con ella. Pero, ¿por qué había soñado que la besaba? ¿Significaba eso algo? Algunas personas creían que sí. Pero yo no era una de ellas. No, definitivamente solo era una broma de mi gracioso subconsciente.

Abrí los ojos para ver qué hora era en el despertador y todavía faltaba una hora para que sonara la alarma pero sabía que no podría volver a dormirme. Me costaba tanto retomar el sueño una vez me había despertado, que ni siquiera decidí intentarlo. Me levanté y fui a la cocina a por un vaso de agua. Fui a coger de mi bolso algunos papeles del trabajo cuando vi la nota y recordé la extraña conversación con Regina. Parecía que sabía más de lo que decía pero, ¿cómo iba a saberlo seguro? No podía acusarla de algo así sin tener pruebas.

Yo solo quería saber por qué me amenazaban. ¿A quién le iba a importar lo más mínimo mi persona como para amenazarme? Había estado pensando que podría ser la misma persona que me mandaba las felicitaciones de cumpleaños. Pero en esta había una firma. Habían unas iniciales. Quizá esa era la única pista que podía seguir.

Ruby interrumpió el hilo de mis pensamientos.

- ¿Qué hacen todas esas luces abiertas? ¿Y qué haces tú despierta tan pronto?

- No podía dormir - contesté.

La cara de Ruby, con los ojos todavía entrecerrados por el sueño, se iluminó de repente y sabía exactamente de qué se había acordado.

Burning BridgesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora