Abre tu corazón

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Bueno, este capítulo nos ha hecho fangirlear a ambas. Esperamos que os guste y ya sabéis, cualquier cosa que queráis comentarnos o sugerirnos podéis contárnoslo por DM, comentario o twitter ;)

¡Hasta el lunes que viene!


- Está bien, ¿de qué quieres hablar?- la voz de Regina pareció iluminar una vela que estaba a punto de apagarse dentro de Emma.

- Regina... - un sonido medio roto salió de la garganta de la rubia. Regina no sabía si era porque estaba nerviosa o porque llevaba horas fuera, temblando como una hoja.

Los labios morados de Emma y la forma en la que sus manos se escondían en los bolsillos de su chaqueta hicieron sentir a Regina un poco culpable. Ella sabía que estaba ahí fuera esperándola y había dejado que se congelara hasta el último momento. Quizá fuera su forma de hacer justicia, o más bien, de vengarse. Pero en ese momento en su interior batallaban el rencor y un nuevo sentimiento protector que había surgido sin que ella se diera cuenta.

-Te estás congelando -dijo Regina.

-Bueno, he estado aquí fuera un rato - medio sonrió Emma, sosteniendo la mirada a la mujer que se encontraba delante de ella. - El café se ha enfriado incluso antes de que llegara.

-Supongo que si quiero oír lo que tienes que decir antes de que te mueras de frío vamos a tener que ir a otro sitio.

Ambas se dirigieron al coche de Regina, que había decidido que un lugar más privado sería un mejor escenario para tener esa conversación. El trayecto fue silencioso. Las dos estaban concentradas manteniendo sus nervios a raya.

Cuando Regina aparcó, Emma se sorprendió: esperaba ver un hotel. Pero en lugar de eso, se encontraba frente a una casa que, por fuera, no prometía mucho. Todas las paredes exteriores eran blancas, excepto la puerta del parking y el tejado negros.

-¿Has alquilado una casa para dos semanas? - preguntó Emma.

-No la he alquilado. Viví en esta casa cuando estudiaba aquí y la propietaria me ha dejado quedarme unos días - Regina levantó los hombros a modo de indiferencia.

Una vez dentro, Emma tuvo la sensación de que el interior no concordaba con el exterior. La decoración minimalista combinaba un estilo moderno y rústico. Pensó que se parecía a la casa de Regina. Quizá esta casa había servido de inspiración a la morena para decorar su casa en Nueva York.

-Voy a preparar un poco de té. Puedes dejar tu chaqueta en el sofá.

Emma obedeció. Espero sentada en el sofá, observando a Regina moverse por la cocina abierta de la casa. Le daba la sensación de que Regina no quería parar porque en el fondo esperaba poder evitar hablar. Pero la rubia no había ido a otro continente para no hablar. Así que cuando Regina se acercó con las tazas de té, aprovechó para dar un sorbo y empezar a hablar.

-Regina, he venido para decirte que siento mucho lo que pasó - la cara impenetrable de la morena hizo todavía más difícil para Emma poder abrirse honestamente. - Ese día, cuando me dijiste que fue tu madre no supe reaccionar. Estaba muerta de miedo y te acusé de algo horrible. En el fondo sabía que tú nunca me harías algo así pero... debes entender que...

-Que solo intentabas defenderte - Regina terminó la frase, mientras los ojos llorosos de Emma se resistían con todas sus fuerzas. - Lo sé, pero aún así rompiste una promesa. Me culpaste. Y eso me dolió. Me dolió que precisamente tú lo hicieras.

Emma respiró hondo y pensó en la forma de decir lo que tenía que decir. Quería sonar lo menos agresiva posible. Tomó otro sorbo de té y siguió hablando.

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