14. Interrogado.

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Eran tantas las presentaciones que creí y mi cabeza explotaría en algún momento y para colmo perdí de vista al Capitán que me asignaron.





Tras unos minutos de ardua búsqueda, finalmente consigo encontrar lo que creo y es la insignia del sexto escuadrón.





—Whoa, este lugar es enorme..—susurré mirando en todas las direcciones, para luego escabullirme en una oficina hasta que..

—¿Qué crees que haces?—su voz era fría, y cuando lo miré parecía enojado, sin contar que estaba sujetando el traje antiguo del cuello impidiendo que me moviera demasiado.

Le dirigí una mirada de mal humor recalcando lo que me parecía obvio.


—Esta es la oficina del sexto escuadrón—dije de mala gana.

—No—soltó finalmente del cuello de mi prenda y me mostró una puerta que se hallaba más adelante—esta es la oficina del sexto escuadrón. Además, ¿por qué quieres estar aquí?

—Uno.. necesito un lugar en donde estudiar y..

—No—volvió a repetir.

Oí unos pasos acercarse.

Entonces...


Empecé a llorar, aunque no de verdad, sabía imitar bien el llanto, pero él tomó mi mano e hizo que entrara a su oficina.



—¿Por qué mentiste hace unos momentos?—pregunté apenada.

—No quería que supieran que intentaste ayudar a ese humano, es más, si pensaste que no me di cuenta de que salvaste su vida con un hechizo, estás muy equivocada. Simplemente quería ahorrar problemas.

—No lo entiendo.. entonces si realmente eres un noble como han dicho los capitanes Kyoraku y Ukitake, ¿podrás salvar a Rukia?

—Aún no han decidido su condena, se resolverá esta noche y mañana a la mañana comunicaré a la encarcelada.

—¿Por qué hablas de ella de esa manera? ¿Acaso no es tu hermana?—empecé a soltar humo por la cabeza, y sentía las mejillas calientes debido al enojo.

—¿No crees que alguien que ha cometido un asesinato debe ser condenado por ello? Lo mismo se aplica a las personas que no se atienen a las reglas y mucho menos a las consecuencias—respondió con seriedad sosteniendo mi mirada.

—Tú.. Realmente no piensas hacer nada al respecto, ¿no?




No hacía falta responder a esa pregunta. El silencio en sí ya era una respuesta.




—¿Sabes? Me alegro de no haberte conocido antes porque si lo hubiera hecho lloraría tanto que sería capaz de golpearte e irme lejos—dicho esto, salí del recinto y cerré con suavidad la puerta tras de mí.


Caminé de principio a fin hasta encontrar unas escaleras y salir por la ciudad atestada de edificios parecidos casi iguales empezando a comparar el ambiente con el mundo real.



¿Qué tiene de divertido este lugar? Cuando estoy enfadada no logro percibir nada más allá de mi enojo.





Repentinamente veo a un tipo alto y grande con mucho estilo corriendo en lentitud a punto de pasarme como automóvil sobre carretera en cámara lenta, pero el hombre se distrae comiendo un pollo por lo que veo que no ve un charco de agua en el centro mismo a punto de pisarlo.



—¡Cuidado!—grito en vano, aunque sabía lo que debía hacer.



Esperen, ¿desde cuándo yo conozco hechizos de viento?


Susurro con suavidad las palabras que vinieron a mi mente a toda velocidad y apunto mi mirada en su dirección. Logro hacerlo saltar el charco, pero de tanta sorpresa el hombre cae en sus propios pies quejándose de lo ocurrido.

—Y-yo.. lo siento—murmuro.

—Oh por dios me has salvado el traje, toma un pedazo de pollo—dice en agradecimiento.

—Gracias, pero..—mi estómago ruge en respuesta a la comida ofrecida.

—Debes comer para ser fuerte igual que yo el gran Omaeda-sama—ríe con tanta fuerza que puedo escuchar el suelo moverse.


Lo miro divertida mientras como el pedazo de pollo y dejo de sentir esa pesadez en el pecho tras esa discusión con el Capitán Kuchiki.



—¿Quieres venir a un banquete? Ah aunque ahora debo ir a tirar este reporte a mi Capitana—afirmó pensativo.

—Puedo ayudarte a preparar el banquete y prometo no comer absolutamente nada mientras cocino—sonrío con felicidad.

—Entonces vamos al segundo escuadrón y te presentaré a la Capitana Soifon.




Creo que a ella ya la he conocido, pero esta oportunidad la usaré para volver a pedirle lo mismo de antes y con más presión.







-o-.

La flor que nunca se marchitó. [Kuchiki Byakuya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora