25. Rechazo.

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Pronto el reporte no confirmado pasó a otro estado y shinigamis de casi todas las divisiones se dispersaban hacia las distintas entradas de la Sociedad de Almas. Aparentemente se hallaban dos divisiones, la corte de los Espíritus Puros y el Rukongai, si hubiera estado en la segunda sería muy probable que hallara una manera de huir. Y al mismo tiempo sería muy difícil entrar hacia el territorio donde estoy dado a la máxima seguridad existente.


Sonreí satisfecha, Ichigo estaba logrando su cometido. Me había preocupado a morir de no ser por mis habilidades que lo dejaron al menos un poco vivo antes de ser traída aquí, aún asi espero que su estancia en este lugar no termine por asesinarlo. Byakuya empezó dando órdenes y solo bastó unos segundos de distracción para que empiece a correr en dirección a la puerta oeste a toda velocidad.


Era obvio que tal situación debía ser detenida, de solo ver a esa persona de pie esperando que algo suceda mientras al otro lado del muro se escuchaban golpazos que hacían vibrar al suelo, me enviaba escalofríos de mal augurio en la espalda.



El capitán del Tercer Escuadrón sonreía. No era bueno que estuviera aquí, después de todo si Ichigo lograba vencer al Guardián e intermediario de ambos territorios, eso le daría el derecho de ingresar a estos lados, asumiendo que no lo mataría. Pero aún así necesitaba pasar sobre Ichimaru Gin y una pila de shinigamis que saldrían disparados para proteger su hogar de los intrusos.

—¿Vienes a observar el espectáculo, pequeña?—habló el Capitán, sabía que estaba cerca, más cerca que los demás shinigamis rodeando el pasillo de una pequeña casa al expectante de la situación. El tono de su voz me molestó.

—Adoraría ver como te las arreglas apaleando a mis amistades, ten por seguro que por eso estoy aquí.

—No eres el tipo de chica que clavaría las cuchillas de la traición en las espaldas de sus amigos.—el peliblanco río brevemente al captar el sarcasmo de la joven. No era sorpresa que diese en el blanco con esa opinión.

—Señorita Hanagawa, el Capitán Kuchiki nos ordenó que volviera a la mansión.—frente a la joven aparecen dos shinigamis de rodillas. Aquella acción pasó desapercibida por ella, pero por el presente Capitán en la escena, no.

—Parece que pronto se pondrá el sol para ti.

—Voy enseguida.—contestó confundida ante la afirmación de Gin.

Con ánimo de interrogar el porqué de ese enigma, la puerta pronto se abrió. El peliblanco se aproximó como tal cazador esperando por su presa. Ella podía leer su movimiento, y por lo pronto no parecía atacar de buenas a primeras a Ichigo. Aunque Ichigo tenía todas las razones para acabar con él, tanto que ya traspasó la puerta y se encontraba cerca.


—Señorita, debemos marcharnos, el Capitán la espera.—insistio uno de los shinigamis.

—¡Maldición!—grité.—Quiero ver a mis amigos, ¿por qué no lo entienden?

—¿Kioko?—Ichigo escuchó mi voz.

—¡Estoy bien! Me alegro de verte.—no veía a los demás por lo que asumí que solo él peleó contra el Guardián de la puerta.

Nuestra conversación se vio interrumpida por un cuchillazo a uno de los brazos fuertes del que sostenía dicha puerta. La cantidad de sangre era digna de preocupación, y para peor aquella pesada puerta cayó sobre los hombros del guardián. El pelinaranja se impacientó debido a que no vio venir el ataque. Ni siquiera yo lo hice.

—Eso no está bien. El guardián no está allí para abrir la puerta.—sonrió Ichimaru tratando de corregir el comportamiento de Jidanbou.

—Un guardián derrotado debe abrir la puerta, ¡tiene sentido!—el pobre insistió en su lógica esperando por algo de simpatía. Por alguna razón sentí mucha pena.

La flor que nunca se marchitó. [Kuchiki Byakuya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora