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En lo que Dallon esperaba la hora del almuerzo con ansias, decidió observar por el ventanal que daba hacia el patio del hospital. La brisa golpeo su rostro y se sentía bien. Era uno de esos días soleados con un poco de nubes y la temperatura  adecuada para portar un suéter delgado. Observaba a los doctores caminar, a las enfermeras en su hora de descanso y uno que otro fumando.

-¡Buenas tardes! Te traje el almuerzo. –interrumpió Amanda, la enfermera asignada de Dallon la cual se había convertido en una buena amiga.
-Sopa batida, ¡mi favorita! –Dallon odiaba la comida del hospital, deseaba tanto salir e ir a comer pollo frito.
-Lo lamento, no puedo hacer mucho pero, te traje un juguito. -Dallon se balanceó sobre el juego como si se tratara de droga.
-Juro por toda la mierda que este jugo me hace sentir afuera de estás paredes, me recuerdan a la libertad y comodidad de mi cuarto.
-Eres un dramático, tengo que irme. ¿Estás bien, necesitas algo?
-Comida de verdad, ¿es mucho pedir?
-Si lo es. Volveré en un rato. –Cuando Amanda llego al umbral de la puerta se dio la vuelta.
-Ya escúpelo Dallon. –Si algo había aprendido del más alto en ese tiempo era cuando intentaba decir algo pero no sabía cómo hacerlo.
-Hay un sujeto en el patio, es un idiota pero...-
-Pero...?- se acercó.
-creo que me agrada. –Se sonrojo

Amanda no dijo nada, se dio la vuelta y se paro en la puerta.
-Su nombre es Brendon Urie, está en la habitación 312 en la planta B.

hospital; brallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora