–Mamá, agh, te juro que no hice nada.
–Entonces explica porqué quedó inconsciente.
Dallon escuchaba atento, pero se rehusaba a abrir los ojos. No quería volver a su departamento triste y solo.
Pero debía hacerlo.
–¡Al fin despiertas hijo! ¿Cómo te sientes?
–Eh, bien, sí. Creo que debo irme. –se iba a poner de pie y caminar hasta la puerta, sin embargo la señora Urie tenía otros planes.
–¡Un momento...! –la señora Urie no sabía el nombre del chico a quien tenía en frente, de hecho nadie lo sabía.
–Soy Dallon.
–Dallon, yo soy la señora Urie y él es mi hijo Brendon. –el mencionado lo volteó a ver y se encontró perdido en los profundos ojos azules que tenía Dall. ¿Cómo no los había notado antes? Al parecer alguien debía ser más observador.
