Capítulo 1 - El comienzo

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Lloyd Garmadon.

Empecé a abrir mis ojos con lentitud, notando una gran corriente de viento contra mi espalda y tan solo abrí los ojos para ver la oscura noche, la cual tan solo estaba un poco alumbrada por las estrellas del cielo.

Al mirar hacia atrás, pude comprobar que estaba en plena caída. Comencé a ponerme nervioso y mirar a mí alrededor, para intentar divisar algo a lo que agarrarme para evitar chocar violentamente contra el suelo, pero no había absolutamente nada.

Cerré un poco los ojos, debido a que unas luces de diferentes colores me cegaron. Al abrirlos completamente, pude ver una a mis lados unas especies de meteoritos, cada uno de un color diferente. Pero lo que había en la rafa de color no eran piedras del espacio, sino otros humanos.

Intenté gritar para intentar captar su atención, pero al abrir la boca, ningún sonido salía de ella. Lleve mis manos a mi garganta, agarrando mi cuello, para intentar hablar de nuevo, pero nada. Esto me empezó a frustrar.

Miré hacia debajo de nuevo, notando que casi no nos habíamos movido, por lo tanto, tenía tiempo para alcanzarlos antes de terminar de caer. Intenté mover hacia uno de estos, pero era totalmente inútil, a lo que apreté los dientes para intentar calmar mi rabia.

Logré acercarme un poco, para poder ver un poco del rostro del chico que se encontraba en la luz roja, estaba dormido. Intenté hablar de nuevo para llamar su atención, pero seguía mudo. Empecé a escuchar un pitido insoportable, a lo que me tape los oídos, pero daba igual, lo seguía escuchando como si nada. Una luz de color roja empezó a adornar el cielo, la cual se pagaba y se encendía sucesivamente.

[...]

Me incorporé de golpe, mientras respiraba agitadamente por la boca. Miré a mí alrededor para darme cuenta de que estaba en mi habitación. Llevé una mano a mi frente, para al final pasarla por mi pelo.

Miré el despertador, el cual aun seguía sonando. Eran las siete y media de la mañana, en unos cuarentaicinco minutos más comenzarían las clases. Me quité la manta de encima, para poner los pies en el suelo, mientras bostezaba. Me puse las zapatillas de estar por casa y me dirigí al armario para ponerme mi ropa casual, una camiseta de color gris, una sudadera de color verde y unos vaqueros. También me puse unas zapatillas deportivas.

Baje al piso de abajo bostezando de nuevo, para dirigirme a la cocina, en la cual estaban mi tío Wu y Nya, la cual estaba leyendo el periódico. Me senté en la mesa, para volver a desperezarme, a lo que mi tío me dio un tazón de café, junto con unas tortitas.

- ¿Con sueño, eh? – Dijo Nya mientras dejaba los papeles aparte para poder mirarme con una sonrisa algo burlona –

- Ya sabéis que nunca me voy a acostumbrar a las costumbres de este planeta – Les conteste mientras que con la cuchará meneaba el líquido marrón, se me empezaron a cerrar los ojos -.

Si, ellos dos eran los únicos que conocían mi naturaleza. Mi tío es hijo directamente del Primer maestro del Spinjitzu, mientras que yo tan solo, bueno, el me eligió para ser guardián de las estrellas y herede parte de su poder. Recuerdo toda mi vida pasada, justo aquí en la Tierra, pero al convertirme en un guardián, todas las costumbres aprendidas se olvidaron hace tiempo.

Nya no es mi familiar, tan solo Wu la adoptó cuando ella era pequeña debido a la misteriosa desaparición de sus padres, ya que estos eran grandes amigos de mi tío. Sabemos que Nya tenía un hermano, pero nunca le he llegado a ver y dudo mucho que mi tío lo haya visto.

La pelinegra es muy importante en mi vida, ha sido una hermana mayor para mí y siempre ha estado ahí cuando la he necesitado. Me ha enseñado muchas cosas, la cultura del planeta, la historia y las costumbres.

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