Capítulo 5 - Nuevos amigos

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El rubio llegó a su casa, entrando por la ventana de su cuarto. Se destransformó y lo primero que hizo fue caer de espaldas en su cama, cansado. Haber estado buscando toda la tarde al guardián le había dejado agotado.

Algo llamó a la puerta, llamando su atención. Miró hacía está, era Nya. La pelinegra pasó al cuarto, cerrando la puerta tras ella.

– ¿Qué tal te fue? – Le preguntó interesada en el tema, pues era importante. Lloyd dio un suspiró pesado –

– Lo he encontrando, pero no he podido hablar con él – Dijo desanimado mientras se incorporaba y miraba al suelo de su cuarto – Me he presentado y ni se inmutó – Se quejó el menor –

– Vaya... – Fue lo único que dijo la pelinegra – Quizá Wu lleve razón y tampoco quiera ver otro guardián – Sonaba algo apenada –

– No me puedo dar por vencido – Dijo decido, golpeando la palma de su mano con su puño. Nya se levantó –

– Bueno, la cena ya está lista – Informó mientras se dirigía a la puerta para salir – Deberías cenar, ya es tarde y mañana debes ir al instituto – Al terminar salió del cuarto –.

Lloyd se levantó de la cama sin muchas ganas. Salió de la habitación, siguiendo a la chica.

– Sigue sin gustarme el instituto... – Volvió a quejarse, cruzado de brazos mientras desviaba la mirada algo molesto –

– Es un nuevo curso, debes darle una oportunidad – Intentó animarlo Nya colocando una mano en su hombro, pero eso no parecía convencer al menor – Y quién sabe, quizás haya guardianes ahí, ¿no has pensando en eso? – Le dio esa idea no tan descabellada –.

Esas palabras en cambio sí que le llamaron la atención al rubio. No era tan loco pensar en aquello, después de todo, ya había sentido energía rara en varias personas, tan solo debía de estar seguro.

– O incluso ese guardián misterioso sea un estudiante de instituto – Sacó esa hipótesis la pelinegra –.

Ambos llegaron al comedor. Lloyd se sentó junto con Wu que se encontraba tomando una taza de té. Mientras, Nya se fue a por los platos, se sirvió la cena a ella y al menor, para luego sentarse a comer.

En cambio, el de verde tan solo se dedicaba a menear los alimentos de su plato, pensativo. Si la pelinegra llevaba razón, podría acercarse más a ese guardián misterioso. La chica notó el ánimo del rubio.

– ¿No te ha gustado? – Preguntó refiriéndose a la comida, sacándole de sus pensamientos – Puedo prepararte otra cosa – Se ofreció –

– Oh, no, tranquila – Rió algo nervioso, pues no quería molestar a Nya –.

Miró su plato, eran macarrones con queso, aunque él no estaba seguro de lo que eran, pues aún no conocía bien las comidas de la tierra. Pincho algunos con el tenedor y se los llevó a la boca.

Quedó asombrado por el sabor y siguió comiendo, sorprendiendo a Wu y a Nya, que lo miraban con los ojos bien abiertos. La pelinegra sonrió un poco.

– Bueno, me alegro que te gusten – Siguió comiendo igual –.

[...]

La alarma sonó y su reloj marcaba las siete de la mañana. Abrió los ojos y apagó la alarma. Se levantó del tirón y se vistió lo más rápido que pudo. Bajó las escaleras, llegando a la cocina.

Wu se encontraba en la mesa, con su té en mano. El desayuno ya estaba servido. El menor se sentó y empezó a comer los waffles hechos por Nya, está vez utilizando bien los cubiertos sobre la mesa.

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