Otabek fue enterándose poco a poco de lo que fue de Jean en ese tiempo que no se vieron. El canadiense no junto las piezas de una vida rota, decidió iniciar una nueva, al final tenía una segunda oportunidad, Seung-gil le dio una segunda vida.
La relación con la primera persona con la que tuvo contacto en ese mundo que estaba comenzando a ser suyo, comenzó siendo algo indeterminado, como una mistad expectante; Otabek no quería apresurar las cosas, deseaba conocer quién era Jean, o lo que comenzaba a ser al tener que nacer de nuevo.
—¿Otra vez Leroy? — preguntó Yuri al verse ignorado por su amigo, que tecleaba algo con una sonrisa enorme en una pantalla desplegada de su brazalete.
—Ah...si, le preguntaba se querría ir mañana juntos a las reservas naturales del sur.
Al ruso ya le tenía cansado que sólo saliera como tema de conversación ese fastidioso canadiense, pero en ese momento le surgió un poco de curiosidad—. ¿En que trabaja ése?
—Es instructor de patinaje, le sorprendió bastante que eso fuera tan solicitado.
—Otabek. — Yuri dejó el café que tenía en sus manos—, sé que quieres ir lento y todo eso, pero ya estamos viejos— El rubio le cansaba lo titubeante que su amigo parecía con el exasperante joven de piel morena, y tener que escuchar largos monólogos de las dudas del kazajo—; sólo haz lo que quieras hacer, así como es Leroy, no creo que le desagrade que tu tomes las riendas de esto.
—Pero Yura, yo diría que el que esta viejo soy yo, tu eres varios años más joven— Río ante la franqueza de su amigo.
—Ahí lo tienes, ya estas viejo, así que deja de hablar de Jean y haz lo que planeas hacer con él, que a estas alturas parece que yo también salgo con él.
Otabek no estaba seguro porque los comentarios de Yuri, pero le dio la razón en cuanto que quizá debía ser más directo cuando estaba con Jean.
La etapa de amistad que habían acordado ya no tenía objeto, ese tipo de limites ya no poseía lógica con la formalización de su relación; así que conocer a la familia de cada uno fue lo que propuso el menor de los dos un día que estaban almorzando.
Y así fue como terminó siendo analizado por una sonriente Rosalie en la casa de Jean.
—Sí, Jean se retrasó un poco con sus alumnos— comentó la mujer de ojos grises, pareciéndole adorable como un hombre hecho y derecho estaba nervioso ante su presencia; eso le recordaba el día que su prometido se acercó a sus padres por primera vez—. No tienes que ponerte tenso, ¿o acaso vienes a pedirme la mano de mi hermano?
Otabek comenzó a ahogarse con él té que Rosalie le había ofrecido; tuvo que dejar la taza para poder respirar con más calma.
—No...yo, no; bueno no es que no lo pensara, pero en este momento es algo apresurado, quiero decir...— Al final los nervios de estar con quien técnicamente era el guardián de su pareja se hicieron presentes en palabras atropelladas.
La mujer río suavemente, divirtiéndose un poco a expensas del médico—. Bueno, solo espero que cuando lo decidan me avisen— el semblante de la canadiense se vio ligeramente cabizbajo al pensar eso—. Hace muchos años, Jean y él intentaron casarse; en ese entonces todavía no era tan válido, todavía se estaba asimilando que las relaciones así eran iguales a las uniones entre hombre y mujer.
A Otabek le parecía difícil imaginar aquello, cuando el matrimonio, al menos de manera legal, podía ser con quien decidieras.
—¿Por qué no pudieron? Seung-gil Lee y Jean quiero decir.
—Veo que sabes de él.— comentó—. La familia de Seung-gil se negó, Jean no quería que quedara rota la relación de él con ellos, así que nunca buscaron formalizar nada; al final se les acabó el tiempo si llegaron a pensarlo. — Rosalie dio vueltas a la taza en sus manos, se sentía contenta de la confianza que Otabek y Jean parecían tenerse con lo que pudo deducir de lo que el hombre frente a ella le decía—. Me gustaría decirte algo que he aprendido en mi vida: siempre el tiempo nos ganara, así que simplemente sean felices cuando puedan.
—Entonces pensare como pedirle su mano desde este momento. — Sonrió con total seguridad.
—No me queda más que aceptarte como mi hermano menor supongo— Bromeó Rosalie—; tendré que dejar ir a mi hermano con un hombre mayor— Tomó otro sorbo de su té escuchando reír al serio kazajo.
Jean llegó pocos minutos después, viendo extrañado esa mirada de entendimiento entre su hermana y Otabek.
El kazajo recibió a su pareja con una expresión de devoción, sin ninguna reserva; no quiso seguir perdiendo el tiempo dándole vueltas a demostrarle a Jean cuán importante era para él.
Y es que el tiempo siempre puede ganarnos, nunca nadie a éste.
Los años que estuvo negado a aceptar lo que sentía en su corazón, aquel amor tierno y nuevo que surgió con Otabek, fue un periodo donde acepto un luto que llegaba décadas tarde, el lamento a una perdida que apenas se le permitía saber.
Siempre fue sólo a ver el lugar donde estaba una pequeña lapida en memoria de Seung. Fue un periodo lleno de frustración y tristeza; al final, aprendió a aceptar que su cuerpo no recuperaría todo lo que alguna vez fue, que su mente no tendría la agilidad de ese entonces.
Muchos de sus recuerdos serían pedazos; sin embargo se dio cuenta que lamentarse de algo que no podía cambiar era un hábito que consume, que quien se preocupó por el no le desearía éso como forma de vida.
Otabek le tomó la mano, rozó sus nudillos con sus labios animándole; Jean se sentía completo en ese momento, así que llevó de la mano al memorial de Seung-gil; el joven sintió ganas de llorar cuando Otabek miró con respeto y admiración el nombre grabado.
—Es un honor conocerlo— Inclinó su cabeza en una forma de saludarle.
Otabek le prometió a Seung-gil que no permitiría que un solo arrepentimiento llegase a Jean con él, como la desdicha; no desaprovecharía el tiempo;
Porque nunca es demasiado pronto para ver o abrazar a quienes queremos; pero siempre puede ser demasiado tarde.
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Pués esta historia llego a su fin, les traigo los últimos capítulos, y agradezco mucho su cariño.
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Until Tomorrow [YOI] [JJBek]
FanfictionJean despierta despúes de un coma, de poco más de 60 años, donde al fin la tecnología pudo reconstruir aquella parte de su cerebro dañada, siendo capaz de conservar su cuerpo tan joven como si hubiese dormido unas horas. Años en los que muchas cosas...