∽∵∽Se limpió la boca manchada de sangre. Escondió lo que restaba del cuerpo del hombre al que había elegido como cena esa noche.
Han pasado nueve meses y aún no hay señales de ella. No ha vuelto a dormir desde entonces y no volvería a hacerlo hasta encontrarla. Una vez semanalmente se reunía con Frederick o Lisa para intercambiar información, pero todos tenían la misma, nada.
Desde entonces habían llegado a capturar a unos cuantos vampiros de otros nidos y los habían torturado y todo para nunca conseguir nada. Algunos de sus compañeros murmuraban cuando Carmen no los veía, que la chica ya estaba muerta, que no tenía caso seguir buscando lo que no existía pero el deambulante ser no escuchaba y al igual que Carmen nunca dejó de buscar.
Isadora había aprovechado esos meses para acercarse más a él con la excusa de que quería buscar a la chica al igual que Dan. Isadora no tenía la menor intención de hallarla, era consciente de que a él le importaba y si ella volvía, sus oportunidades morían. Además, ella era la única del nido de Carmen que conocía la ubicación del nido de Henry en secreto, y era algo que jamás revelaría para sus propias convicciones. La razón por la que sabía su ubicación era porque una vez se involucró con un vampiro de Henry. Un antiguo ser del que estuvo enamorada en secreto durante un tiempo. Su nombre era Armand. Tan sólo pudo amarlo durante una corta temporada en la que debía de confesar, la hizo feliz, al menos hasta que los cazadores lo asesinaron. Todo lo que Armand tenía, todo, se lo confió a ella, por ello sabía de su nido, incluso alguna vez estuvo a punto de entrar, pero nadie jamás supo de su existencia, a nadie se lo reveló. Ahora agradecía no haberlo hecho, de ser así ya desde hacía meses hubieran encontrado a la chica humana y no lo deseaba.
Isadora estaba de alguna manera, más que enamorada, aferrada a Dan. Él no era como su Armand pero se lo recordaba mucho, por ello aquella insistencia en que se enamorara de ella.
—Dan, tienes que entender que Annete ya murió, quizá la misma noche en que desapareció.–la blanca y rubia vampira posó su muerta mano sobre la suya.
Él la retiró.
Ella se enfureció, endureciendo la fría mirada de víbora azul que tenía.
—No es así, y aunque así fuera tengo que encontrar sus huesos para convencerme, mientras tanto la seguiré buscando.–dijo frío recordando su rostro sonriendo y la noche en que desapareció. Dan se golpeó a sí mismo repetidamente en la cabeza, frustrado. Ninguno de ellos comprendía su dolor y aflicción, ni siquiera lo intentarían.
No volvió a ser el mismo, durante esos nueve meses nada más le importó y arrepentido siguió día a día. Justo ella le había correspondido cuando se la llevaron sin razón.
Salió un rato, dejó la habitación que había rentado y cerró sin llave ni seguro. No tenía nada que le importara tanto que le pudieran robar; aunque tenía dinero que había acumulado a lo largo de tantos años todo seguía en su habitación del nido. El nido era su hogar, detestaba vivir ahí afuera rodeado de humanos, tecnología, espectaculares, tiendas, plazas; todo lo que a los humanos les importaba, él prefería los lugares con poca gente, no le importaba si eran mortales o no, sólo pedía que hubiera poco movimiento. Nunca había sentido algo en contra de los humanos ya que era consciente de que en algún momento fue uno, simplemente no los comprendía ni quería hacerlo.
Los humanos eran complejos. Vivían lamentándose por el pasado, ansiosos por el presente y temerosos del futuro. No era tan difícil ser un poco feliz, aunque fuera un poco. Y ellos volvían a verle el lado negativo a todo. Muchas veces sabían exactamente cómo estar bien y saboteaban su propia felicidad. Les gustaba el drama, esa era la realidad. Lamentarse mucho y actuar poco.Caminó sin rumbo un buen rato y luego paró a tomar algo. Entró a una cafetería y se mezcló. Pretendiendo tener sed de café, buscó a alguna humana que pudiera satisfacer su verdadera sed. Dentro había un grupo de chicas conversando. Cuando lo vieron cruzar la puerta y tomar asiento cerca, todas voltearon a verlo con aprobación. Dan levantó la vista hacia ellas y les sonrió de lado. Las chicas suspiraron al unísono cautivadas.
Al verlas, pensó que fácilmente podría estar con alguna de ellas, usarlas y alimentarse si quisiera, incluso podría pasar un buen rato con todas a la vez.
Todo aquel grupo de amigas estaba conformado por muchachas guapas, bien parecidas. Miró con atención el rostro de cada una, como un príncipe eligiendo esposa. Una era rubia, parecida, pero no tan hermosa como Ariane; de hecho, nadie lo era; otra era también rubia pero tenía facciones más duras, parecía ser de descendencia alemana, ésta se parecía más a Isadora. Otra era una pelirroja sin mayor chiste, había también una chica con piel oscura, atractiva, y había una más, una latina. Ésta última era las más parecida a Annete y fue en la que prestó mayor atención.
La chica sintió la mirada de aquel apuesto joven con piel clara y pálida sobre ella. Nunca había visto un muchacho más apuesto que éste que la miraba desde la otra mesa con tanta atención. Tímidamente estudió su rostro. Su nariz era recta y sus facciones finas, talladas a mano. Sus ojos eran grandes y expresivos con largas pestañas y eran bicolores, entre verde y miel o incluso gris y café. Eran hermosos. Su seductora sonrisa de lado le erizaba la piel. La chica, apenada ante la intensidad de su mirada, bajó la cabeza sonrojada.
Le echó un vistazo a la muchacha. Su cabello era largo y castaño como el de Annete y su piel era morena de un tono precioso Caribe, como el de Annete, pero sus ojos... he ahí el problema. Decepcionado desvió la mirada. Dejó una buena propina y salió de la cafetería dejando atrás a una ilusa humana despechada. La hizo sentirse mal al retirarse de aquella manera y no lamentó haberlo hecho, no era su intención haberle hecho creer que tenía interés en ella. No había tiempo de dar explicaciones, lo mejor era irse.
Caminó varias cuadras.
A su espalda escuchó unos ruidos, su instinto le decía algo y sus sentidos estaban ansiosos por sentir un poco de adrenalina. Caminó por la calle en silencio, volvió a escuchar algo y apretó los puños tronando los dedos calentándolos. Sintió pasos a su espalda y escuchó otros ruidos más. Fingiendo que no escuchaba, siguió pretendiendo soledad y cuando nadie lo veía en una calle vacía, se abalanzó sobre aquel cuerpo que intentaba correr rápidamente para así burlarlo y estar en otro lugar, sin embargo, él era mejor, por lo tanto pudo capturar en el aire a aquél vampiro, presionó sus hombros, volteó su rostro y...
-¡Ariane! ¿Qué haces aquí?- el joven, que tenía el puño preparado para golpear a matar, soltó a la chica sorprendido. Ella era a la persona que menos esperaba o que le hubiera gustado encontrar.
—Dan...—dijo ella relajando su alterada respiración ante aquél susto que se llevó.–¿Cómo estás?
—Siento haberte asustado pero nunca te acerques así, otro te habría matado.–sonó molesto, la liberó y le dio la espalda.
Ella caminó por la calle a su lado.
De reojo él la miró incómodo esperando que llegara el momento en que se largara.
A estas alturas Dan ya estaba nuevamente relajado, pero la tensión seguía ahí, nunca se había ido, mucho menos al tener a esta chica caminando a su lado.
—¿Y qué hay?- le preguntó cuando la vio dispuesta a quedarse. Siempre fue incómodo volver a cruzar palabra con ella.
—Lo mismo, el nido está un poco descuidado últimamente y bueno, era de esperarse, Carmen está como loca y ya casi nunca se para por ahí. Todos siguen buscando a la chica, supongo.–dijo la rubia- ¿Y tú cómo estás respecto a eso? Supongo que mal ¿No es así?
Dan se detuvo.
—Ariane, ¿Qué quieres? ¿A qué has venido?–exigió saber irritado por su inesperada y descarada compañía.
Mientras se volvía para enfrentarla, la miró, era bellísima, y empezaba a preguntarse si fue realmente esa la única razón por la que en el pasado lo atrajo.
Ella se detuvo. Sabía, por el tono que había usado, que no estaba contento.
–Sólo quería saber cómo estabas, Anthony dice que querías a la chica y vine para confirmarlo. No hemos hablado en mucho tiempo y pensé que sería un buen detalle de mi parte averiguarlo.
–¿Qué sabe Anthony de mí?-alzó la voz irritado por falta de sueño y alimento.
—¡Cálmate Dan! Todo el mundo sabe que estabas enamorado de la hija de Carmen.
—¿Tan seguros están?-la retó, acercándose desafiante luciendo aquella careta que en el pasado muchas veces la asustó.
No sabía qué decirle, optó por su mejor defensa, la burla, era una experta en eso.
—El mismo Dan de siempre, eras y sigues siendo el mismo.–su tono fue burlón con un ligero toque de desprecio.–Eres tan fuerte, brillante, tan hábil, pero eres también tan falso...
El vampiro se alteró y retrocedió esperando a oír el resto.
—¿Ah sí?–levantó las cejas. Le divertía discutir con ella.–¿Qué más?
La hermosa vampira negó varias veces con la cabeza como si sus palabras le causaran una gran pena.
–Jamás aceptas nada, tú jamás te equivocas y eso me hiere, jamás dices lo que hay en tu mente ni lo que te sucede.
—¿Y por qué debería de hacerlo? – la gente quería vernos vulnerables ¿Para qué? ¿Eso los haría entonces sentirse más fuertes?
La chica dio en el blanco, ya lo estaba irritando.
–Porque hay a quien le importa, a mí me importaba, pero tú hiciste que dejara de hacerlo cuando jamás me contaste nada, jamás expresabas tus sentimientos, ni me decías lo que te ocurría o si algo iba mal, preferías hacerlo todo solo, y nunca me dijiste que sentías algo más por mi.–dijo de pronto perdiendo el control total de sus emociones y palabras. Ya demasiadas veces había repasado todo aquello en su cabeza sabiendo que algún día por fin podría usar aquello en su contra porque todas y cada una de esas palabras eran reales y no había tenido oportunidad de decirlas y ahora era el momento.
Lo miró, ahora sí lo había hecho callar. Indignada, le dio la espalda.
Para el vampiro aquello fue peor que una terrible bofetada. Avanzó hacia ella y la jaló de un brazo para darle la vuelta.
—Sí lo hice... sí lo hice Ariane. Te amé, a mi manera, aunque jamás lo dije y si no me esforcé ni peleé después por ti, fue porque quizá siempre supe que en el fondo no eras lo que realmente buscaba o con quien al final acabaría.
Como un yunque, aquellas palabras cayeron y rebotaron sobre la chica. Jamás esperó aquella respuesta. Había quedado desarmada sin ningún salvavidas de repuesto que le impidiera ahogarse ante aquello.
—¿Y entonces qué fui Dan? ¿Por qué desperdiciaste tanto tiempo conmigo si no era lo que buscabas?
Dudó, pasó cincuenta años a su lado. Se quedó pensando un rato más y escogiendo bien sus palabras. El muchacho ya no tenía una postura desafiante y malvada, ahora parecía nervioso y hasta tímido.
—Porque no quería sentirme más solo de lo que siempre he estado.–reveló por fin.
Ella se suavizó y relajó los músculos recordando que siempre fue el vampiro más distante y de los más peligrosos que existían, quizá por eso también uno de los más solitarios y quizá a eso se debía también su poca confianza en la gente; porque en sí mismo, no había quien le ganara.
Ariane se fijó en el rostro del imponente inmortal. Era guapo pero no era éste su mejor aspecto. Ya lo conocía desde hacía mucho tiempo y antes lucía mejor. Ahora a pesar de que su cara y perfectas facciones fueran las mismas, debajo de sus ojos lucían unas notables y gruesas ojeras, lucía tenso y su camisa estaba arrugada, como si estuviera acabándose, se veía descuidado. La falta de sueño y las ansias lo estaban matando por segunda vez.
—Dan, te adoraba, créeme que te apreciaba un poco o al menos creí que lo hacía, pero la verdad es que sólo estuve contigo porque creí que eso me haría más importante.–confesó Ariane.
Él no lo dijo, pero aquello lo había herido; y su orgullo, lo más poderoso que tenía, estaría por encima de todo. Sonrió burlón y fingió no haber escuchado nada de lo que había dicho.
–Veo que mi fama no te era suficiente ¿verdad?
La chica era cínica pero también muy segura de sí misma.
–No, pero al menos me divertí, la pasé bien Dan, muy bien. Jamás lo olvidaré.
—¿Me querías Ariane?–su pregunta tenía cierto tono vacío y frío que reflejaba lo poco que ahora creía en sus palabras.
Ella abrió más sus grandes y bellos ojos verde claro.
–Lo hice, pero no lo suficiente, al igual que tú...
Todavía había muchas cosas que el indignado joven aún no comprendía, aunque al menos ahora tenía menos dudas y algunas preguntas resueltas que ahora comprendía.
La delgada chica se acercó a él y apretó su helado hombro. Su tacto le traía recuerdos.
–¿Por qué él?–continuó Dan.—Pudo haber sido con cualquiera, ¿Por qué con él? Era mi amigo.–con eso se refería a su engaño con Anthony.
La chica tensó los músculos, habiendo tantos afuera tenía que haber sido ése.
–Lo mismo te pregunto Dan.–suspiró.
—¿Qué dices?–el vampiro volteó a verla dudando de su capacidad de entablar una conversación que tuviera sentido.
–¿Por qué ella? De todas las chicas que habían, de todas las que existen en un mundo tan grande, tuviste que elegir a una humana, la joya de Carmen. Eso no te facilita las cosas ¿verdad? Si estuvieras conmigo o con cualquier otra sería más sencillo ¿no es así?–lo miró desafiándolo.—Pero no es así, y no lo será. Tú has elegido a la humana y ahora estás sufriendo por tu mala elección, pero piénsalo ¿De verdad fue tan mala decisión? ¿No lo vale? Porque lo que yo vi en el nido cuando caminabas con ella fue otra cosa y mentirías si dijeras que no eras feliz. Tú no elegiste quererla. Yo tampoco elegí sentir algo hacia él.–le dio la espalda para que la siguiera, al fin parecía haberlo hecho entrar en razón.–Y a pesar de todo, Anthony me dejó.
–¿Lo hizo?–Dan reaccionó, las palabras de Ariane lo habían dejado idiotizado.
–Hace dos días.
Una nueva e inquietante duda surgió en la cabeza del vampiro.
–¿Por eso has salido a buscarme?
–No, no planeo recuperarte, por el contrario, vengo a ayudarte, te lo debo.–reconoció sintiéndose un poco menos culpable. —Frederick quiere verte, parece que han encontrado el nido de Henry.
Dan se detuvo, se volvió por primera vez prestándole verdadera atención a aquellos ojos por los que antes moría. Estaba alterado, emocionado, nervioso, maldiciendo todo el tiempo inicial que le había hecho perder la joven cuando lo que realmente importaba era aquello último.
Las palabras de Ariane lo habían hecho razonar y sorprendido, pensó en que era mucho más hábil y razonable de lo que siempre le pareció.
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Luz Escarlata
Vampire#FinalistaPremiosWatty 2014 Han pasado los meses, perdí la cuenta. Ellos me encerraron en su nido. El lugar es oscuro con olor a muerte, no veo la hora de salir, pero he perdido las esperanzas. La sangre me ha cambiado. Henry, el vampiro demonio qu...