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Al despertar se cepilló el cabello y paseó con Lisa, dio vueltas hasta medio día. Dan no la había buscado en toda la mañana y no lo hizo ni siquiera al final del día. No lo hizo tampoco a los dos días siguientes.
Su preocupación había crecido ¿Por qué no lo había hecho?
Después de los dos días y sin aguantar más, lo buscó en el entrenamiento de la sala de Lázaro.
Lázaro no estaba en la sala y no había asistido en los últimos días tampoco. Al entrar hizo el calentamiento y practicó con Elizabeth. Al volverse vio la puerta y a Daniel entrar acompañado de Anthony. Se sorprendió, ambos caminaban riendo y con sus andares de superioridad miraban a los demás como si fueran inferiores a ellos, lo creía de Anthony, pero no de Dan. Todos los miraban con respeto y admiración, algunos con amor.
No comprendía, cuando el vampiro desvió la mirada sus ojos se cruzaron con los de ella y por un minuto le sostuvo la mirada, sus ojos buscaban una explicación.
Dan quería decírselo, lo haría esa misma noche, tenía que decirle que se fuera y que no lo esperara porque su lugar estaba con los de su especie y no con ella. Él no quería dejarla, la quería como a nadie, pero había hecho una promesa y los cazadores ya estaban muy cerca, según le había informado Logan. Porque la quería, tenía que dejarla ir. Ella merecía vivir, y él ya había muerto.
Si se iba con la humana podría protegerla de todo, de cualquier cazador, de cualquier vampiro, pero al final los descubrirían, se darían cuenta de que la acompañaba y si algo le pasaba a él, ella quedaría desprotegida y los cazadores se la llevarían. Annete estaba más a salvo con su padre que como lo estaría con él.
Se fue del entrenamiento junto con Anthony, dejándola atrás, sola.Caminó hasta su habitación después de ver a su madre por una de las últimas veces. Pensando en todo lo que tenía que empacar y lo que dejaría. Pasar el día con Lisa, Fabiola, Elizabeth y personas que quería, siempre la deprimían. Le quedaban pocos días con ellos. Aunque al principio deseó irse, ahora incluso creía que los echaría de menos.
Al llegar a su corredor vio una bien formada figura recargada en el marco de su puerta. Dan yacía con la vista gacha y la mirada lejana, su oscuro cabello estaba despeinado. Estaba esperándola.
Se acercó rápidamente hasta él.
—¿Puedes explicarme lo ocurrido de hoy? —exigió con las mejillas encendidas y la cabeza a punto de explotar.
—Annete...
—¿Dónde estuviste estos tres días?
—Annete...
Él seguía cruzado de brazos pensativo.
—¿Qué?—no fingió estar enfadada con él. Suspiró, al menos estaba bien y había vuelto, acercó una mano hacia él, aliviada. Él la rehusó con rapidez y extrañada la quitó.
—Anne.—evitó mirarla para no caer, fingió tener interés en la pared o en cualquier cosa que no fuera ella. Se rascó la cabeza sin saber cómo empezar. —Te lo diré una vez. No puedo ir contigo, no te acompañaré y tú tienes que irte, dentro de unos días deberás partir, quiero que lo hagas y que sepas que será sin mí.
Un dolor, un vacío gigante, un agujero que se hacía más grande dentro de ella hasta comerle el alma. Todo se apagó en cuestión de segundos, un hueco en ella crecía mientras más miraba a aquél atractivo y tan extraño ser de ojos raros. Lo volvió a mirar confundida ¿Esto era real? ¿En qué momento pasó o que había hecho mal?
—Hablas en serio, ¿Por qué?—su voz tembló pero en ningún momento cayó, puso resistencia.—¡Contéstame! —podía sentir cómo su rostro ardía y cómo su vista se nublaba de agua.
Dan apretó los ojos.
—Porque no puedo dejar mi nido. Éste es mi lugar y no el tuyo. Debes marcharte con tu padre como ya habían acordado.—frunció el ceño. Su voz sonaba tan relajada.
Annete lo escuchaba lejano como si estuviera diciendo todo aquello a kilómetros de distancia. Su tono era indiferente, tanto que hería.
—¿Es que no me quieres?—para ella nada importaba como aquello.
¿Qué si no la quería? Por lo mucho que lo hacía tenía que dejarla. Jamás volvió a querer nada ni a nadie hasta que la conoció aquélla noche en la que en sus brazos la sacó cargada de aquél salón donde cazadores y vampiros la buscaban, aquella noche en que al tocarla se dio cuenta de lo diferente que era a todo lo que había existido y que jamás habría, aquél día en el que cambió por ella.
El vampiro le dio la espalda con frialdad.
—Entiende, no debemos mezclarnos, no está bien y eres consciente de ello.
—Pero yo te quiero...—insistió la humana. Su voz y manos temblaban y su corazón palpitaba con fuerza, podía escucharlo.
Le enfrentó. Buscó las palabras adecuadas, las encontró y armándose de valor se preparó para decir lo que era necesario.
—Y por lo mismo se repetirá la historia de tu padre y madre ¿Eso quieres? —su voz ésta vez fue ruda y estruendosa.—Pues yo no, no quiero que la historia se repita conmigo, no es así como se supone que debería de ser y no quiero que un día incluso llegaras a quedar embarazada porque un hijo sería un verdadero problema, así como tú lo fuiste para tus padres.—avanzó hacia ella amenazante, ella retrocedió tambaleándose.—¡Has expuesto a Carmen, y a mi nido! —la miró una vez más, la estaba asustando, ahora había lágrimas desesperadas en los almendrados ojos de la chica, pero la mirada de Dan no se suavizó.
La humana lo miró desolada y a la vez enfadada y en sus ojos vio que él también estaba llorando, ella también había comenzado a hacerlo pero no comprendía por qué empezaban a golpearla las palabras de quien menos esperó y si ya no la quería por qué era que él también lloraba. No era lógico.
—¿Por qué haces esto?—le preguntó dando un paso hacia él. No la intimidaría aunque le gritara.
Dan dudó, debía de darle una buena excusa porque si decía que era por su propio bien entonces no sería convincente, suponía lo que le contestaría con ello.
El vampiro bajó la cabeza, su ojos bicolores volvieron a lucir cálidos por un segundo. Suspiró. Sabía cuál era su misión.
Ella ya no pudo contenerse y comenzó a llorar en voz alta. Él golpeó la puerta con el puño partiéndola a la mitad.
—¡Deja ya de llorar! ¡Es todo lo que has hecho desde que llegaste!—gritó. "Por favor entiende ya y vete. No quiero que sigas viéndome así".
Miró la puerta hecha pedazos, si lo hacia enfadar podría hacerle daño también, pero no le importaba y ella no retrocedió.
—¿Qué hice, por qué ahora me desprecias? ¿Por qué eres cruel conmigo?—exigió saber indignada. La cabeza le daba vueltas.
El sombrío vampiro rió en voz alta.
—Si te sientes mejor diciéndome que soy cruel, que soy insensible, está bien. Desde el principio lo sabías. No sé porqué te sorprende.
Annete puso ambas manos sobre sus oídos.
—¡Tú no eres así! ¡Prometiste que jamás me lastimarías!—gritó. Pensaba que sólo estaba confundido y lo haría entrar en razón.
El vampiro enarcó una ceja. Sus duras facciones y pómulos ahora se veían más marcados y su mirada burlona y muerta parecía reírse de ella.
—Lo siento por causarte tanto dolor pero llegué al límite y no voy a pelear más por ti.—le dio la espalda y avanzó.
Limpió su rostro. No era normal esa cambio tan repentino. Dan no podía decir todo aquello. No después de la última noche que pasaron.
Convencida corrió detrás de él hasta alcanzarlo y se plantó en frente impidiéndole pasar.
—¡Te conozco y sé cómo piensas! Tú realmente no quieres esto.
—¿Ah no?—la miró de arriba a abajo con desprecio.
—¡No! Esto te hiere, lo veo en tu mirada, aquella solitaria y triste mirada que amo.—volvió a limpiar sus lágrimas y acercó una mano hacia el rostro del frío ser que ahora pretendía despreciarla. —No actúes como si fuera algo malo enamorarse de mi.
Antes de que lo tocara y lo convenciera la esquivó como una cobra y apretó sus muñecas con fuerza. Ella puso una cara de dolor.
—¡No sé qué es lo que realmente quieres de mi, pero no encajo en tu realidad!
—Me estás haciendo daño.—se quejó, su rostro se contrajo y se mordió las labios con fuerza.
Dan rió de lado.
—¿Y qué? No me vas a hacer sentir mal, porque soy cruel. No vas a herir mis sentimientos porque no los tengo y no romperás mi corazón porque ya no está ahí.
La humana se derrumbó y siguió llorando. Se tapó el rostro con ambas manos avergonzada. Desde el principio supo que no debía enamorarse de él. Todo el tiempo le había mentido y los demás se lo habían advertido. Él no era lo que parecía y ella le había creído, ahora pagaba las consecuencias.
—¿Por qué desperdiciaste tanto tiempo conmigo entonces?
El joven apretó los labios. La estaba hiriendo, jamás se lo perdonaría. Se odiaba a sí mismo más que nunca pero sabía que mientras más malvado pareciera, más a salvo estaría. Quería abrazarla, besarla, tomarla y llevarla lejos de ahí, protegerla y salvarla de todo mal, quería decirle que lo sentía y convencerla de que la amaba.
Desvió la mirada, no podía continuar viendo esos grandes ojos café rojizo sin sentir que una estaca se le clavaba en el pecho.
—Creí que cuando Ariane me viera con alguien más, regresaría. Intenté usar a Isadora, pero ella es más inteligente y se alejó cuando se enteró. Tú eras más tonta e incrédula, un blanco fácil, además de la hija de Carmen; eras como un fruto prohibido, cuando Ariane me viera contigo sentiría celos y me pediría perdón.
El rostro de Annete quería explotar. Ahora todo tenía sentido y ella había sido estúpida al creer que alguien como él podría amarla. Ariane era la chica más hermosa que había visto en su vida. Desde el principio debió ver la señales ¿Por qué alguien como él, habiendo estado con alguien como Ariane, de pronto se fijaría en ella?
Atacar las inseguridades para desarmar al otro siempre funcionaba.
—¿Y te funcionó?
Dan maldijo en silencio preguntándose por quéno se enfadaba, lo insultaba y se marchaba, en cambio insistía y lo bombardeaba con preguntas haciéndoselo más difícil.
—Si, pero me di cuenta de que ya no siento nada por ella, sólo quería vengarme. Ahora que lo he conseguido ya no tengo necesidad de fingir contigo.
Todo se acabó, sintió un nudo que ya no quería dejarla hablar, que quería asfixiarla.
La reacción tan brusca del vampiro la asustaba. Se dio cuenta de que no mentía, de que no iba a poder desprenderlo de su hogar. Su mirada ya no era la misma y la humana se preguntó en qué había fallado y cuándo había ocurrido que ni lo había notado. ¿Acaso alguien podía jugar con otro alguien de aquella manera? ¿Cómo no se dio cuenta antes?
Dan la vio una vez más convencido de cuánto lo quería y él a ella. Por un minuto intentó imaginarse lo que sería de él, ahora se convertiría en uno de los vampiros maestros y su fuerza y control crecerían, así como su fama pero sin ella... sin ella no tendría ningún sentido nada de lo que hiciera de ahora en adelante. Suspiró, un suspiro pesado, su consuelo sería imaginar que en algún lugar ella estaría respirando a salvo y lejos de su especie, lejos de los cazadores, lejos de él. Ella recobraría la vida exterior, conocería a su padre, tendría amistades y se enamoraría de otro.
—Todo fue una mentira...—susurró con la mirada perdida.
—Adiós Annete.—dijo el vampiro claro y dulce, suavizando su mirar entendiendo que aquél que compartiría su vida junto a ella no sería él.
La joven bajó la cabeza. Se hizo a un lado dejándolo continuar con el pulso tembloroso dispuesta a jamás volver a buscarlo o llamarlo. Levantó la vista, lo vio por última vez y cerró la puerta de su habitación. Dan cerró los ojos y se fue en otra dirección. Desde ahora serían dos desconocidos.
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Luz Escarlata
Vampire#FinalistaPremiosWatty 2014 Han pasado los meses, perdí la cuenta. Ellos me encerraron en su nido. El lugar es oscuro con olor a muerte, no veo la hora de salir, pero he perdido las esperanzas. La sangre me ha cambiado. Henry, el vampiro demonio qu...