Capitulo 17

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Habían formado una lista de los elegidos, como así los había llamado. No eran muchos pero sí los mejores.

Su preciada lista destruía más su alma con cada letra que anotaba en ella y por cada vampiro que elegía y los rostros de otros más que habían sido denegados aparecían en su cabeza; no lo dejarían descansar en paz jamás.

Lázaro estaba en su habitación revisando una y otra vez que todos los nombres importantes estuvieran en esa lista.

Llamaron a su puerta. Puso los ojos en blanco y maldijo a cualquiera que lo estuviera molestando. A prisa escondió todo aquel papeleo.

Al abrir la puerta encontró el bello y fino rostro de Lisa. Sobrecogido, la hizo pasar.

—¿Qué sucede?

La alta y delgada mujer entró sin más.

—Nada, pasaba a saludar.—la rubia entró y tomó asiento cómodamente en los valiosos sillones de su anfitrión.

Su habitación estaba en el mismo pasillo que la de él.

—¿Y Frederick?

—Salió a alimentarse.

El vampiro no podía ocultar su tensión.

—¿No deberías de acompañarlo?—lo que más deseaba era que se fuera.

Ella enarcó una ceja sintiendo su hostilidad. No le sorprendía demasiado, Lázaro no era el más agradable de todos. Bostezó con pereza.

—¿Sabes? Deberías tener una pareja, salir con alguien.—aconsejó con una sonrisa cómplice como los amigos que creía que eran.

Lázaro rió con ironía.

—Tú lo dices por que llevas con Frederick ¿Cuánto? ¿Quinientos años?

—Más o menos, fui convertida en la misma década que tú.

—Sí, lo recuerdo.

La primera en su especie había sido Carmen y había sido la que mordió a ambos, a Lisa y a él; a él primero. Ellos dos juntos fueron prácticamente los padres del nido, un buen tiempo sólo fueron ellos dos: Carmen y Lázaro. Él la amó en el pasado como a nada ni a nadie y eso ahora sólo alimentaba más el deseo de vengarse de ella. Absorbido por sus más oscuros pensamientos, permaneció viendo hacia la nada recordando aquellos tiempos.

—Ha pasado mucho desde entonces, ¿Verdad?—Lisa como cualquiera que padeciera insomnio empezó a hablar de los viejos y buenos recuerdos que tuvieron. Lázaro escuchaba con el pescuezo torciéndosele. —Nosotros hemos visto todo esto formarse, toda la ciudad crecer y a nosotros con ellos, prácticamente es como si fuéramos hermanos: Carmen, tú y yo...—la vampira sonrió al pensarlo. Él fingió hacerlo cuando por dentro se quemaba con un remordimiento por cierto, pasajero.

—Buenas noches Lisa.—dijo en un segundo parado frente a su ventana con vista hacia la tierra subterránea, dándole la espalda para evitar sentirse peor.

De acuerdo, la estaba corriendo, entendió rápido el mensaje y Lisa se resignó a salir de la habitación. Lázaro, ardiente y aguantando su aflicción, se volvió antes de que desapareciera el último girón de su vestido.

—Lisa... descansa bien, hermana. Hace un momento hablaste del pasado, pues bien, nunca olvidaré en aquél entonces la ayuda que me diste y el apoyo que siempre tuve de tu parte, mucho tiempo estuvimos solos los tres y fuiste mi familia por mucho tiempo.—se aclaró la garganta pronunciando aquellas palabras con dificultad, las decía porque sabía, esa sería una de las últimas veces que la vería de nuevo.

Luz EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora