Capítulo 1

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No sólo los sueños se hacen realidad, también las pesadillas. Muchas personas piensan en su peor temor, sabes que sería horrible si sucediera, pero cuando sucede es peor de lo que te podrías imaginar. El miedo más común es morir, yo no le temo a la muerte, es a perder todo, no en la forma de irlo perdiendo de poco en poco, eso sería inútil porque algo en lo que se basa la vida es en pérdidas, sería como estar asustada de la vida. Al decir perder todo me refiero de golpe. Al principio se me hacía un tanto imposible, no creía que en un sólo día te pudieran arrebatar todo lo que quisieras, no obstante, estaba equivocada.

Cuando recuerdo lo ocurrido sigue aturdiéndome, mi mente no lo quiere olvidar, y puedo decirte con todos los detalles lo que mi mente captó ese día. Vivo en un departamento, bueno, vivía, en este instante habito en una casa con un hombre y una mujer, les narraré cómo terminé ahí. En mi departamento tenía un vecina, la consideraba mi hermana, llevábamos cuatro años de conocernos, desafortunadamente ese día se fue. Tuvo que mudarse de departamento por problemas económicos. Los que han perdido un amigo al que consideraban hermano entenderán mi dolor. Pensar que ya no me quedaba nadie en con quien convivir fue duro para mí, era mi única amiga aparte de Trebor, pero con él las cosas eran diferentes. Estaba demasiado triste en mi cuarto, no quería hacer nada ni ver a nadie. La oscuridad de la noche asomaba desde mi ventana, no me molesté en prender las luces. El teléfono sonó y la puerta se abrió de golpe. Se escuchó un disparo. Mi corazón se agitó y la sangre se me heló. Me levanté de un salto cuando vi a mi madre llegar corriendo a mi cuarto.

-Pon seguro.

Fue lo único que dijo con voz trémula antes de cerrar la puerta intentando no hacer ruido. Corrí a ponérselo y bloqueé la puerta con cajones sin tener una menor idea de lo que ocurría. Mi cuerpo temblaba, no sabía qué hacer. Otro disparo y un grito agudo escuché del otro lado de la puerta. Tomé mi celular y llamé a la policía, dijeron que llegarían cuanto antes. Me encerré en el armario, no serviría de nada, sin embargo me hacía sentir segura. Busqué en mis contactos a alguien con quien hablar, no lo pensé dos veces y le llamé a Trebor. Necesitaba hablar con alguien que me tranquilizara y él era el indicado. Nos llevamos alrededor de cuatro años de diferencia, aun así somos buenos amigos. Lo conocí cuando salí a la calle con mi novio, él dijo que quería hablar pero repentinamente comenzó a golpearme diciéndome que era una perra, no sabía el motivo por el cual actuaba de esa manera y hasta la fecha sigo sin saberlo; intenté defenderme hasta que llegó Trebor, no empezaron un pelea ni nada por el estilo, simplemente Trebor le dijo que se fuera y eso hizo, a lo mejor por miedo porque era mayor, más alto y más fuerte que él. Mi ahora ex novio no volvió a dirigirme la palabra y Trebor comenzó a tener comunicación conmigo.

-¿Qué pasó? – fueron sus primeras palabras al responder mi llamada.

-Están asaltando mi casa. – pronuncié en susurro con nerviosismo – Ya escuché tres disparos. Estoy encerrada en mi habitación dentro del armario. Siguen afuera, puedo oír sus pasos. Ya llamé a la policía, vendrán en un momento.

Las lágrimas comenzaron a caer, tuve que reprimir el llanto para que no me escucharan.

-Respira. No han de tardar. – se escuchaba desesperado – Sé que tienes miedo. Iré para allá. Llego...

Colgué. Las pisadas se escuchaban bastante cerca, estaban fuera mi habitación. Bastó una patada para que abrieran la puerta, oí cómo forzaban los cajones para poder entrar. La caminata se volvió lenta, sigilosa, me estaban buscando. Al presentir que estaban fuera del armario me quedé totalmente inmóvil, y cuando abrieron mi corazón dejó de latir. Sonrió maliciosamente y volteó a ver hacia un lado con señal de que me había encontrado. Me agarró fuertemente del brazo y me tumbó en la cama. No quise forzarme, empeoraría la situación, no quise hablar, sentí que lo único que saldría de mi voz sería el sonido del llanto y no quería mostrarme débil. Ninguno de los vociferó algo, únicamente sentí unas manos rasposas y frías al bajarme la ropa inferior. Escuché cremalleras abrirse y pantalones caer al suelo. Creo que no es necesario deducir qué me iban a hacer. Antes de eso me giraron boca arriba, el tipo frente a mí cargaba un cuchillo en la mano, alzó un poco mi playera he hizo un corte profundo justo donde la matriz se ubica. Fue un dolor de infierno del cual no pude contenerme y grité.

Al acabar me pusieron una venda alrededor de la herida, cosa muy rara. Volvieron a ponerme boca abajo y fue en ese instante cuando perdí la virginidad de la peor forma. A pesar del dolor físico y sentimental me limité a no llorar, ni gritar, ni a pronunciar una sola palabra. Luego ya no sentía dolor; mis pensamientos volaron hacia la nada, estaba en esos momentos cuando sabes que estás pensando pero no sabes qué piensas.

Los policías entraron y retiraron al hombre encima de mí, y esposaron a ambos después de haberse vestido. Yo no hice nada, me quedé acostada hasta que mi cuerpo reconectó con mi mente y puede levantarme. Me vestí y una policía me sacó de ahí. Lo primero que vi fue un lago de sangre al final del pasillo que provenía desde el cuarto de mi hermano. Muchos apartarían la vista cuando llegan a la escena del asesinato para no sentir dolor, yo decidí voltear y enfrentarme ante lo que se hallaría frente mis ojos. En el cuarto de mi hermano lo pude ver a él tirado junto a su cama y casi encima de él a mi madre, se podía ilustrar como si ella hubiera intentado protegerlo de la bala con su cuerpo, aunque finalmente la misma bala los mató a ambos.

Seguí caminado en la dirección contraria atravesando el comedor hasta llegar a la sala, donde mi padre estaba acostado en el sillón como usualmente hacía para ver la televisión. Tenía un hoyo en medio de la frente, del cual pertenecía al primer balazo que escuché. La puerta estaba un poco zafada a causa del golpe. Me le quedé mirando por un momento, no lo suficiente porque la policía me obligó a continuar. Mientras bajábamos las escaleras para próximamente salir a la calle algunos enfermeros portaban camillas y bolsas para transportar los cuerpos. Yo sólo miraba contemplando el caos. Cuando salí un policía comenzó a hablarme, sin embargo no entendía nada hasta segundos después.

-¿Cuál es tu nombre?

NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora