Mas tarde es la hora de la comida y pedimos una ensalada, pasta y pollo asado, comimos tranquilamente y el resto del día nos la pasamos viendo televisión en silencio, todo en silencio, después de la última plática no volvimos a decir nada mas salvo de "¿qué te gustaría comer?" y "¿qué película quieres ver?" El silencio era gobernante de la casa. Por mí no hay problema, el silencio siempre me ha agradado, incluso he llegado a la conclusión de que me hubiera encantado nacer muda. Sí, hablo con mis compañeros y me gusta tener pláticas con ellos, pero si me hubieran dado la elección de nacer muda la hubiera escogido porque la verdad no tengo nada que decir, que contar, que expresar, no soy buena para ello, mas tampoco es algo que necesite, el hablar no es algo que se me de, mi forma de expresión se basa en los dibujo que hago, en las novelas que escribo y en mi mirada. A veces pido a gritos ayuda con la mirada, los miro atentamente a los ojos para que vean mi interior y me salven, sin embargo no parecen hablar el mismo dialecto; en otras ocasiones hago lo contrario, la aparto para que no vean lo que pienso, para que vean que en realidad es muy débil, siendo sincera, la segunda se me hace más fácil que la primera, es más fácil ocultar a que expresar.
En la noche llegó su padre y me vio, incliné ligeramente la cabeza en forma de saludo. Él no hizo expresión alguna y miró a su hijo que estaba sentado a mi lado. Los ojos de su padre se veían cansados, tristes, con un toque de brillo, de esperanza. Tener poca esperanza es buena, es lo que nos mantiene con vida, pero tener mucha es malo, mayor esperanza mayor dolor en la desilusión, por eso yo siempre pienso que nunca hay que dejar que la soga que te mantiene atado a la tierra se rompa, porque si se rompe, cuando tus alas ya no puedan volar caerás, y mientras más alto más dolerá.
-Trebor. – su voz era fuerte y delicada. – Ven, tenemos que hablar.
Trebor se levanta y veo que ambos salen por la puerta que da al patio. Me quedo sentada en el sillón mirando en vano la televisión, en lo único que se concentra mi mente es descifrar lo que dicen. Primero escucho unas cuantas palabras, y al conseguir concentrarme más logro distinguir lo que dicen.
-Dijiste sería una noche.- logro oír la voz áspera de su padre.
-Lo sé, pero está en una situación muy complicada.
-No puede quedarse aquí mucho tiempo.
-¿Por qué? Ustedes nunca están en casa mas que en algunos fines de semana y en la noche, su presencia no les afecta en nada, y el dinero no es un problema. – Trebor mantiene una voz firme.
Me empiezo a sentir mal, al parecer mi estancia aquí está causando un conflicto, por un momento pienso salir por la puerta e irme, no me gustaría estar en un lugar donde no soy bienvenida, pero en esos segundos que tardo en pensar Trebor reaparece en la sala y se sienta a mi lado, su padre también entra y se va arriba, lo miro antes de que desaparezca de mi vista.
-Tranquila, no es tu culpa que haya tenido una pequeña discusión con mi padre.
Lo miro incrédula, no veo rastro de mentira, ni se ve afectado, sin embargo ya no creo tanto en lo que veo a simple vista o lo que llego a escuchar sin haber investigado. Cambio mi vista hacia la televisión y le cambio de canal. Él sabe que no le creo, y por dentro está buscando las palabras para convencerme. Me mira atentamente y yo finjo estar buscando algo en la televisión. Entonces agacha la cabeza, está a punto de hablar.
-Una vez te dije que la pasamos bien cuando estamos juntos. – voltea a verme otra vez – Eso suele ser muy rara la vez. Solemos discutir en cada tema que sacamos porque tenemos puntos de vista muy diferentes. El 20% estamos juntos, pero sólo el 5% tenemos una buena convivencia. Después de lo de... de lo de mi hermano ha sido así. Así que no te sientas mal.
Lo miro. Está tan acostumbrado que las cosas sean así que su dolor es mínimo. Él también perdió a sus padres, sólo que de manera diferente. Se supone que la vida te quita cosas para ponerte cosas mejores. ¿Con qué la vida piensa reponer estás perdidas? Nada puede sustituir el amor de la familia. Tendríamos que esperar a ver qué es lo que la vida nos pone a continuación, pero al mirarlo lo veo tan cansado que siento que en cualquier momento se desplomará. Tal vez no es él quien tenga que ayudarme, tal vez yo tenga que ayudarlo, o tal vez ambos tengamos que ayudarnos. ¿Cómo ayudar a alguien cuando no sabes ni cómo ayudarte a ti mismo? Cuando estaba bien pude haberlo sacado por lo menos un poco del abismo, sin embargo nunca me di cuenta de lo mal que estaba, y tampoco me lo dijo, y ahora es demasiado tarde porque a pesar de que lo intente no podré salvarlo, no podré sacarlo del abismo en el cual estoy siendo absorbida también.
-Entiendo. – respondo.- Me iré a dormir, estoy cansada.
Sabe que es una excusa para subir a recostarme, porque no puedo estar cansada físicamente ya que no hicimos nada mas que ver películas.
-Sí, en un rato subiré también.
Subí por las escaleras para entrar a su cuarto, pero antes pasé al baño y lo único que hice fue mirarme al espejo. ¿Quién era en este momento? Tan sólo unos días se veía tan bien mi reflejo, ahora parezco acabada, como si ya hubiera vivido lo suficiente. Sonreí, intentando engañar a mi mente de que todo iba a mejorar, que era un capítulo más que acabaría pronto, sin embargo, por más que quería mi mente estaba clavada en la día que nunca volvería a salir el Sol en mi mundo.
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Neptuno
Non-Fiction..."En este momento sentía que era una habitante del Sol y repentinamente me habían lanzado en una nave a Neptuno, jamás volvería, y ahora tendría que acostumbrarme al frío y la soledad de Neptuno para poder sobrevivir."...