Neptuno

Capítulo 11

-Vete Fred. – le dije ya cansada de hablar con él. Trebor permanecía en su asiento sin decir nada.

Fred se levantó y salió inmediatamente de la cafetería. Sus amigos intercambiaron miradas confusas y lo siguieron. Esperé a Trebor dijera algo, sin embargo se obstinó a quedarse callado. Tranquilicé mi mente y miré hacia un lado sin saber qué hacer ahora.

-Cuando era niño odiaba los huevos – comentó Trebor y volteé a verlo, él partió un cacho de su omelett y lo estudiaba detenidamente – Me provocaban gases. Entonces al día siguiente olía mal y mis compañeros se burlaban. Le dije a mi mamá y decidió ya no darme más. Hasta que un día volví a comer con temor a que al día siguiente o en unas cuantas horas volverían los gases, pero no, ya no me hacía nada el huevo. Y desde ahí disfruto comer huevos.

Lo miro desconcertada y me comienzo a reirme bastante, era una de las cosas más inesperadas que esperaba oír.

-A mí nunca me han provocado gases. – comenté – Pero no me gustan, y no me gustarán.

-Yo haré que te gusten. – me dijo apuntándome con el tenedor – No sabes el excelente cocinero que soy.

-No lo sé porque cuando cocinas parece que escondes tu talento, porque las veces que me has preparado algo...

-Las tostadas de ayer sabían muy buenas.

-Es lo más comible que has hecho.

-Dañas mis sentimientos. – puso una mano sobre su pecho.

Yo sólo me reí. A Trebor realmente no se la daba la cocina, tal vez con un poco de práctica se le daría, mas él siempre decía que era todo un chef. En ocasiones lo decía de juego, y en otras parecía que le gustaba la idea de ser un experto en la cocina, parecía que lo hacía sentir bien. Y a veces así pasa, uno se miente para sentirse mejor consigo mismo, y no digo que sea malo, incluso considero que es bueno mentirse de vez en cuando para que nuestra autoestima no caiga, para sentirnos bien por un instante.