Neptuno

Capítulo 6

Llegamos a su casa y entramos, apenas era mediodía. ¿Qué haríamos las horas faltantes? Me recosté en el sillón esperando alguna indicación, él no dijo y subió a su cuarto, permanecí unos minutos acostada y luego subí también. Entré a su cuarto donde estaba él escuchando música mientras lanzaba una pelota al aire la acachaba. Me senté en el suelo y estudié sus facciones, hasta que se dio cuenta y volteó, agaché la mirada.

-¿A qué hora se van a trabajar tus padres? – pregunté.

Se levantó para sentarse poniendo la espalda en la pared, se quitó los audífonos y los dejó a un lado. Me lanzó la pelota que tenía para que la atrapara.

-Mi padre se va las seis de la mañana, por el tráfico de ahora tiene que salir antes. Mi madre a las siete. Ambos llegan hasta las once y media de la noche.

-¿Qué haces normalmente los fines de semana? – le aviento la pelota de regreso – Por ejemplo hoy.

-Los domingos es cuando a veces tienen el día libre y salimos al campo, a comer o alguna actividad. Pero cuando no, no hago nada. Salgo a caminar por las calles, entro a tiendas observo lo que venden, aunque nunca compro nada.- esboza una pequeña sonrisa – Me quedo en casa escuchando música, ando en bici, leo o veo una película. – me devuelve la pelota.

-¿No sales con amigos? – se la lanzo nuevamente.

En ocasiones que he salido con Trebor nunca ha llevado amigos o me ha dicho que va a salir con ellos. Yo sí tengo amigos, no soy mucho de andar con ellos fuera de la escuela, pero ciertas veces salimos la pasamos bien, no le he presentado ni uno de mis amigos a Trebor, pero sí le he hablado de ellos.

-No tengo amigos amigos. – otra vez me da pelota. – No los consideraría amigos. Me llevo con todos bien, pero nunca estoy con nadie en específico. Una hora del día, por así decir, hablo con alguien y a la siguiente hora con alguien más, y a la siguiente a lo mejor con nadie, y a esas personas que les hable no vuelvo a tener una plática fluyente hasta la siguiente semana o la siguiente de la siguiente, claro, sí intercambiamos un "hola" o un "me prestas algo" pero no como el día anterior. Me invitan siempre a fiestas mas nunca voy.

-¿Siempre has sido así? – le entrego la pelota.

-No. Al entrar a secundaria, cuando me cambié se escuela empecé a ser así. – me la devuelve.

-¿Yo qué soy para ti? – le aventé la pelota.

-Depende lo que me consideres tú.

Otra vez la pelota en mis manos, la veo y me quedo pensando. ¿Qué es Trebor para mí? Nunca había pensado en eso. Es mi amigo, sí, pero los simples amigos no conocen tanto del otro, ¿mejores amigos?

-Eres mi hermano. – esta vez no le doy pelota, tampoco alzo la vista ante la respuesta.

Baja de la cama y se sienta a mi lado para abrazarme.

-Eres mi espejo, aquella que me conoce mejor que nadie.

¿Será posible conocer a alguien en su totalidad? Creo que es imposible, puede que pases la mayor parte de tu vida con una persona pero a veces sin llegar a conocerla realmente, esa persona te puede contar sobre sus experiencias y recuerdos mas no estás dentro de su mente, no puedes oír las voces en su cabeza. Para conocer a alguien a fondo sería necesario meterse en sus pensamientos, escuchar aquello que piensan pero callan, que hablan pero mienten, y después viajar a sus sentimientos para saber lo que les importa y lo que no. Tal vez, para conocer a una persona se debe saber qué tan roto está, cuántas veces lo han lastimado, cuántos sueños se han hechas trizas, cuántas desilusiones, decepciones, saber qué tan herido está o estuvo.

Suspiro en el suelo todavía en sus brazos. ¿Seré capaz de contar mi historia alguna vez? Cierro los ojos por un momento y me dejo llevar al pasado, recordando las risas en familia y los viajes, los regalos, las navidades, las velas de cumpleaños, sus voces, todo viene a mí. ¡Cómo me gustaría regresar el tiempo! Lástimamente es inverosímil, lo que pasó incluso un segundo atrás ahora está muerto y sólo se conserva en a la mente.