Sus ojos

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Dos océanos no tendrían comparación con la profundidad y color de esas órbitas.

Las aguas se jactan de su grandeza, disfrutan de ser admirados por los extraños y aceptan halagos de los dichosos. Ellos no, esas cúpulas verde miel no te hacen arrodillar a sus pies, ni pensar en la ostentosa ofrenda que has de darles por sus placeres.

Ellos solo te observan, te analizan sin que te enteres y te hacen marchar entre las frías montañas mientras exclamas un suspiro que si no eres capaz de controlar, sera tempranamente sustituido por un gemido sin final.

Te harán bailar entre los confines de la tierra y querrás ser parte de ellos, pasarás de la atracción a la pasión, y de ella a la admiración.
¿O era acaso, de la admiración a la pasión? No lo recuerdo bien, incluso si el tiempo a su lado ha sido eternamente corto... No hace mucho, pero a la vez alejado.

El día en que las aguas oceánicas, siendo Pacificas, Mediterráneas o Atlánticas, me haga sentir lo que con una mirada el puede hacer, ese día, le haré devoción absoluta, y me sentiré hechizado tal como con sus ojos, su ser me ha atrapado.

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