Era el paisaje más idílico posible, ni siquiera me toca. Apenas si pronuncia mi nombre.
Pero dichosos los oídos al determinar su voz entre las lejanas montañas secas y las llamas de aquello que como una tormenta, grita por su atención.
El desierto ha temblado, las arenas de la justicia se han doblegado y ahora no hay ser que con valentía les pida reacomodarse. Hay caos allá afuera, hay dolor y hay miseria. Allí donde los árboles brotan, corre descalza la desolación, el río se paraliza al reflejar los ojos del temor, las hojas caen más rápido cuando la frenética ira, recorre sin piedad y con risa exuberante, allí donde las nubes solían relajarse.
Pero vuelve el desierto, frío y misterioso, vuelve la brisa gelida pero el sol alumbra de manera ínfima, ni siquiera me toca, pero la luz enternecidamente me ofrece consuelo ante lo que veo de aquel mundo de afuera.
Soy libre, libre entre mis verdades y libre entre mis mentiras.
El frío me toca y se que mis sentidos no me pertenecen ya. No me opongo en lo más mínimo ante tal situación, me siento amada, dentro de todo el maremágnum de emociones que aquel arrebato universal, me siento amada, y me es suficiente.
Mis pies desnudos recorren sus pasos y veo que se han acabado sus huellas. El sol desaparece entre grises nubes que con lozana paciencia revisten en paisaje que antes resultaba enternecedor. Ni siquiera me toca, pero sé que la pérdida me embriaga y el luto se forma en lo más profundo de mi gargante para finalmente salir con lo más hondo de mi dolor.
Ni siquiera me ha tocado, y ya me acostumbro a la idea de su pérdida.
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En casa
PoetryNo es descriptible cuando el sentimiento gobierna al lápiz y al papel, cuando la razón colabora con esas pizcas de sabiduría. Quien lo aprecia tuvo dos caminos, o conoce al autor, o conoce todos aquellos sentimientos que éste nombra en su obra. Un l...