Despertar y sorpresa

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La voz de Lorima me despierta de mi ensoñación.

-Estás más distraído que de costumbre.

Me sonrojo ligeramente. (Es cierto. No puedo dejar de pensar en la noche anterior. Ha sido... increíble. William era dulce y amable sin perder fuerza y poder. Hemos estado casi toda la noche despiertos.)

-Anoche... estuve con Will.

Lorima detiene su escritura y me mira intensamente.

-¿Hablas en serio? ¿Tú por fin te has acostado con alguien?

-¡Lori!

(Definitivamente estoy sonrojado, siento el calor en las mejillas.)

-¿Qué? Es verdad. De ser por tu padre eres virgen hasta tu boda.

Miro hacia el informe que supuestamente estoy leyendo, intentando ignorar por completo a mi supuesta mejor amiga.

(Todavía siento las caricias de las manos de Will en mi piel.)

-¿Y? ¿Vas a contarme cómo fue?

Vuelvo a mirarla. (Es mi amiga de la infancia. Fue la primera en saber que soy gay. ¿Debería contarle algo tan privado? Creo que sí.)

-En una palabra: increíble. William... no encuentro las palabras para describirle.

Su sonrisa me lo dice todo.

-¿Cuándo os dormísteis?

-Sobre las cinco...

Ella empieza a reirse con alegría y diversión.

-Dioses, Jacob, pasarte toda la noche despierto es una gran señal. Con razón has llegado tarde y con esa ropa. Por cierto, es de William, ¿no?

Asiento todavía ruborizado. (Pero lo que definitivamente ha dado el toque final a una gran noche, ha sido esta mañana...)

Me despierto con el olor de tostadas francesas y sirope de arce. Me giro en la gran cama y observo a través de la ventana por el resquicio que dejan las cortinas. El cielo azul sin nubes y un par de rascacielos me saludan.

Me froto los ojos y estiro los brazos antes de hacer el intento de sentarme. Por supuesto fallo a la primera por el ligero dolor en mis caderas. Me llevo las manos a la parte baja de la espalda y me vuelvo a estirar.

Por fin consigo levantarme y cojo la primera prenda que veo (la camiseta gris oscuro que William llevó a la cita y que me queda un poco grande) para ir a la cocina. Por supuesto encuendo a Will preparando las tostadas en solo unos calzoncillos negros.

-Bue...-un enorme bostezo interrumpe mi saludo. Él simplemente ríe ligeramente y se acerca para abazarme y besarme.

-Buenos días. ¿Tostadas francesas?

-¿Tú sabes cocinar?

-Vivo solo desde hace mucho y Raúl se cansó de que lo quemara todo, así que me apuntó a unas clases de cocina. Desde entonces me empezó a interesar y hasta ahora.

William se acerca de nuevo a los fuegos y le da la vuelta a la tostada en la sartén. Yo me siento en el mostrador para verle de cerca.

-¿Es cierto que te vas esta noche?

-Sí, el club en Cardiff no va a abrirse solo. Y me gusta estar al día en cada nueva inauguración.

-¿Por qué es eso?

Azul y doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora