-¡Eres imposible!
-¿Yo? ¿Imposible? ¿Te has mirado al espejo últimamente?
Miro a mi mejor amigo. Luego dejo caer la cabeza entre los hombros con un suspiro pesado.
-Raúl, no puedo cancelar ese envío. La vida de muchas personas depende de esa comida.
-Pero arriesgas tu influencia en Oriente si se enteran de que te has vuelto blando.
-Créeme, eso no pasará. Aplastaré a cualquiera que lo averigüe.
Raúl se cruza de brazos y sacude la cabeza. (Su pelo en una cola alta se balancea. Nunca entenderé esa tradición familiar.)
-De acuerdo, haz lo que te parezca. De todas formas ibas a hacerlo.
-Gracias.
Pulso el intercomunicador que conecta con una de mis secretarias.
-¿Sí, señor Becrux?
-Llama a Gabriel, Rebecca, dile que el plan sigue como estaba previsto.
-Enseguida señor.
El otro intercomunicador suena.
-Señor, esta noche va a haber otro registro en Omega.
-¿Estás absolutamente segura, Laira?
-Sí, señor. Mi contacto lo asegura.
Miro de nuevo a Raúl.
-¿Te apetece olvidarte de todo por una noche?
-Siempre es divertido verte hablar con el detective Jonhson.
-Laira, despeja mi agenda para la noche y avisa en L'Opale que voy a cenar con Raúl.
-Enseguida, señor.
(Creo que no les pago lo suficiente...)
-Entonces me voy. Nos vemos frente al Symphony a... ¿las siete?
-Perfecto.
Raúl se despide con un gesto de la mano y sale del despacho. Vuelvo a concentrarme en los presupuestos para varios proyectos que tengo en mente. (Todos limpios. O todo lo limpios que pueden ser cuando me implican a mí.)
Hacia las cinco empiezo a recoger todo para marcharme. Guardo los archivos, apago el ordenador y cojo mi abrigo antes de salir por la puerta. Mis dos secretarias levantan la mirada de sus pantallas.
-¿Ya se va, señor?
-Tengo que arreglarme para esta noche.
-¿Podemos recomendarle el vestuario de esta noche?
Sonrío divertido. (Sí, debería subirles el sueldo.)
-¿Qué me recomendáis?
-Algo juvenil... unos vaqueros desteñidos. ¿No, Becca?
-Sí. Quizás con una camisa blanca clásica y un chaleco gris.
Lo pienso detenidamente.
-Podría quedar bien... Bueno, me voy. No trabajeis hasta tarde-me dirijo al ascensor y pulso el botón-. Oh, se me olvidaba. La semana que viene es vuestro aniversario, ¿no?
Laira sonríe y Rebbeca asiente.
-Sí, ya hace cinco años que nos casamos.
-Tengo un regalo para vosotras: la mejor mesa con unas impresionantes vistas de Londres en L'Opale y la reserva de una suite en el Symphony.
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Azul y dorado
RomanceUn solo intercambio de miradas en la penumbra de Omega. Unos ojos verde agua rodeados de la máscara azul y unos ojos con lentillas marrones, que ocultaban un color único, rodeados de la máscara negra. ¿Por qué se sienten tan atraídos? ¿Qué ocultan l...