Museo y conversación

44 6 8
                                    

-¡Jacob! ¡William!

La voz de Lorima nos lleva a una mesa junto a la ventana.

-Me acercaré al mostrador. ¿Qué quieres, Habi?

-Un té rojo.

Will asiente y se acerca al mostrador. Vuelve un par de minutos después. (Qué rapidez. Ahora que me fijo en la camarera le está mirando algo coqueta...)

-Por suerte no habeis muerto.

-No es como si no lo hubiera intentado.

William nos fulmina con la mirada y bebe un sorbo de su café.

-Tampoco soy tan malo conduciendo.

-No lo eres si estás intentando escapar de alguien que te persigue.

Raúl se encoge ligeramente. (Seguramente Will le ha pateado por debajo de la mesa.) Lorima y yo sonreímos.

-¿Desde cuándo conoceis a Mía Izar?

-Nos encontramos por casualidad en Egipto. Ella hacía unas negociaciones con el Museo Egipcio para intercambiar algunas piezas. Empresas Estellae fue llamada para hacer el traslado y fui yo mismo para supervisar el trabajo.

-No sabía que te dedicabas también al traslado de obras de arte.

Raúl resopla ligeramente.

-Su empresa se especializa en muchas cosas, incluso financia unos cuantos colegios en África y China. También está apoyando a varias empresas del extranjero e invierte en bolsa. Con razón gana lo que gana.

(Eso me llama la atención.)

-¿Cuánto ganas, Will?

-Unos diez mil dólares cada hora.

Me atraganto con el té. (¿Diez mil a la hora? ¿Estoy saliendo con uno de los hombres más ricos del mundo?)

Es este momento exacto suena el móvil de Will. Él mira la pantalla y su sonrisa desaparece al mismo tiempo que la de Raúl.

-Es urgente, perdonadme un momento.

Se levanta y contesta la llamada mientras sale de la cafetería. Intantáneamente miramos a Raúl para una explicación.

-No sé quién llamaba, pero su mirada no trae buenas noticias.

-Parecía querer matar a alguien.

-Probablemente esté pensando en eso mismo.

(¿Qué significa eso?)

Miro a William a través de las ventanas. Parece muy calmado, pero la forma en la que las personas se apartan de él dice que está enfadado. (No, no enfadado. Cabreado es la palabra.)

Tras algún tiempo William vuelve algo más calmado.

-¿Quién era?

-Marcello. Han vuelto a cancelar todos los permisos de constucción en Italia y también han vendido el lugar donde íbamos a establecer el club.

-¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso! Legalmente ya compramos ese terreno.

-Díselo a Elias. Ese...-continua con unas cuantas palabras en árabe dichas con un tono molesto.

-Absolutamente. Nosotros ya habíamos pagado la mitad del precio. ¿Marcello te ha dicho algo más?

-Ha estado haciendo averiguaciones. Dice que Elias ha pagado más del triple por el terreno y que también planea utilizarlo como lugar para un club. Incluso el nombre es el mismo.

Azul y doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora