Martyn el guardian

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Lyon despertó en una habitación sobria y muy cálida, una manta rústica y muy gastada lo cubría.

Le dolía la cabeza y sentía unos fuertes pinchazos en la sien.

No tenía idea de dónde se encontraba, jamás había estado en ese lugar. Parecía ser el cuarto de alguien muy austero. Sólo había un catre, una silla y una mesita. Estaba casi seguro de que el mobiliario pertenecía al siglo XV. Sobre la mesa había un vaso con una sustancia incolora, probablemente agua.

Sobre la cabecera de su cama una enorme cruz de madera con una inscripción debajo que decía "Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios en el crisol de la humillación. Confía en Él, y El vendrá en tu ayuda".

Cuando intentó incorporarse del lecho, una punzada en su cabeza lo obligó a cerrar los ojos y permanecer quieto. Sin embargo, el ruido de unos pasos acercándose lo hicieron reaccionar y olvidar el dolor que sentía. Intentó volver a pararse y buscar algún elemento que le sirviera para defenderse. Entonces notó también un fuerte dolor en sus rodillas. Sin importarle el sufrimiento, se levantó para protegerse de quien fuera que intentara ingresar.

La puerta se abrió de súbito, y el rostro que apareció por ella fue el menos esperado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con aparente tranquilidad. Luego miró hacia sus rodillas y continúo —¿Qué haces de pie? deberías seguir recostado un rato, creo que todavía no estás del todo listo.

El sonido de su voz era agradable, como si coros de ángeles cantaran un salmo por cada palabra que pronunciaba.

—Estoy bien —respondió Lyon—, sólo un poco de jaqueca. ¿Dónde estamos? ¿Qué ocurrió en la fiesta? ¿Dónde está mi hermana? ¿Qué pasó con todas las personas allí? Recuerdo haber visto a un hombre morir, vi su cabeza volar y su sangre creo que cayó sobre mi rostro.

Cada pregunta surgía de su boca atropelladamente y sin pausa.

Tocó su rostro. Todo parecía estar bien, aunque no contaba con un espejo para verse. En ese momento también se dio cuenta de que llevaba puesta ropa que no le pertenecía.

—¿Quién nos atacó? —preguntó por último.

—Tranquilo Leonard —dijo Martyn sereno—Responderé sólo una pregunta por vez. Estamos bajo la Iglesia de ST. Parish Hall. Este recinto fue construido mucho antes de la creación del templo, en el mismo lugar donde luego en 1754 fue construida la pequeña capilla de paja, de la cual estoy seguro habrás oído hablar. Este lugar es secreto y sagrado. Sólo unas pocas personas conocen realmente su ubicación. Así que como veraz tú tienes el honor de ser uno de ellos. Demás está decirte que no debes comentarlo con nadie. Ni siquiera el padre Francesco conoce su existencia.

Luego colocó una mano sobre la cabeza de Lyon. Éste sintió una corriente que lo traspasaba y un fuego que lo recorría, el dolor que sentía pareció comenzar a menguar.

Angeles y Vampiros. La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora