La bella mujer de cabello rojo acarició el rostro del joven. El muchacho lucía ruborizado y nervioso. Estar frente a una mujer tan atractiva y seductora era algo que sólo ocurría en sueños. Llevaba puesto un ceñido vestido que delataba unos prominentes senos y los dejaba prácticamente a la vista, su pequeña cintura y marcadas caderas podían embriagar aun al más abstemio. El joven salía de visitar a su prometida cuando la hermosa mujer lo sorprendió. Él recordaba haberse cruzado con ella en la Entidad Financiera, su lugar de trabajo. Se notaba que era una mujer muy distinguida perteneciente a la Alta sociedad.
La dama lo invitó a subir a su carruaje. Él aceptó con agrado, aunque le producía desconfianza y curiosidad, se sentía hipnotizado por la belleza increíble de la mujer.
El chofer los condujo a una zona despoblada, la mujer bajó del auto y tomó la mano del joven para que la siguiera. Arrojó una manta en el césped. La noche era oscura, sin embargo sus formas se recortaban bajo la luz de la luna.
Suavemente se arrodilló sobre la manta, él la imitó colocándose frente a ella, con delicadeza ella comenzó a desabrochar uno a uno los botones de la camisa. El joven estaba inquieto perdido en una nube de pasión, pero ella guiaba los pasos y no le permitía actuar. Le quitó la camisa y lo observó en silencio. Desplazando suavemente sus dedos fue rozando su rostro, cuello, pecho hasta llegar al abdomen. La sangre se había agolpado en sus mejillas, estaba tenso, y sus latidos habían perdido cualquier posible control.
La mujer lo miró a los ojos y sonrió, unos inmensos colmillos asomaron por sus labios, sus ojos se mimetizaron con el color de su cabello. El muchacho en un impulso involuntario se arrojó hacia atrás, pero las manos de la vampiriza lo sujetaron y en un instante la tenía a medio centímetro, apoyando sus dientes sobre su cuello. Cuando la sangre recién comenzaba a fluir, se escuchó el grito más agudo que jamás hubo nadie oído, un grito fuera de este mundo.
La mujer se separó unos metros gritando y chillando, un inmenso cuchillo clavado en su corazón sobresalía de su pecho, y cuando luchaba por sacárselo sus manos se prendieron fuego. El hombre detrás de la mujer, retiró con destreza el cuchillo y lo enterró en el mismo instante en el corazón del chofer que se aproximaba por detrás para atacarlo, gritando con un sonido ronco y grave, mostrando también unos grandes colmillos desgastados y algunos dientes rotos, mientras su ama maldiciendo se convertía en cenizas.
Lyon se acercó al muchacho que temblaba sin poder contenerse. Lo tomó de un brazo y lo revisó, el rasguño en el cuello supuraba sangre oscura. Realizó un pequeño tajo en el lugar de la herida y vertió un poco de agua bendita. La sangre alrededor parecía entrar en ebullición. El muchacho gritó de dolor, pero Lyon lo sostuvo para que no tocara con su mano la zona, unos minutos después de retorcerse, el dolor pareció comenzar a menguar, e inmediatamente después se detuvo. Lyon le alcanzó un pañuelo para que limpiara el sudor de su rostro y le dio para beber agua del mismo frasco utilizado para curar la herida que ya parecía tan sólo una pequeña y antigua cicatriz.
Luego lo observó por un instante y le dijo:
—Muchacho, estás a salvo. Ve a tu casa e intenta no volver a subir al auto de cualquier desconocido, aunque luzca como una bella dama. Las cosas no siempre son lo que parecen.
ESTÁS LEYENDO
Angeles y Vampiros. La profecía
VampireNadhel Vlad Daimon, el ancestral, poderoso y maligno vampiro ha engendrado un hijo, desconociendo que la mortal elegida para ello, es la heredera del secreto que puede destruirlo. El niño se ha hecho hombre. El amor de una mujer podrá ser la salvaci...