Helene

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Cinco años después

Sur de Irlanda. Puerto de Cobh

Cinco años habían pasado desde la muerte de Anne. Lyon era un joven de 23 años y se había convertido en un cazador de vampiros. No tenía ningún lugar de residencia. Había abandonado a su familia y se había dedicado a perseguir, rastrear y matar a cuanto vampiro descubriese.

En distintas oportunidades, estuvo a punto de morir en manos de algunos de ellos, pero la suerte había estado siempre de su lado.

Durante los cinco años transcurridos nunca tuvo necesidad de ubicar a Martyn. En la guerra contra los vampiros, había conocido a otros que compartían su misma misión y con ellos aunó fuerzas para vencer al enemigo.

Lyon se había transformado en una persona reservada y aislada. En un ser muy solitario. Los amigos que fue conociendo en la lucha que lo motivaba y con los que compartía las mismas ansias por librar al mundo de los sangrientos demonios, lo invitaban a permanecer en su grupo, pero él prefería mantenerse solo. Pues su única meta era acabar con Nadhel.

Lyon era rápido y fuerte, entrenaba a diario, y tomaba nota de todo cuanto podía serle útil en las batallas: debilidades de vampiros que iba conociendo, cualidades y fortalezas. Tenía siempre en su poder las armas que le había obsequiado Martyn.

La noche del 24 de enero de 1915, cuando se cumplían 5 años de la muerte de Anne, había logrado atrapar y matar a Uriel y Horace, dos de los más fieles discípulos y guardianes de Nadhel. Se sentía inmensamente feliz porque imaginaba el rostro de Nadhel en ese momento descubriendo la muerte de sus seguidores. Lamentablemente la bruja había vuelto a escabullirse. Era demasiado rápida.

Cuando retornaba a la habitación donde se alojaba, algo llamó su atención. Se acercó sigilosa y cuidadosamente, las trampas de los vampiros eran algo a lo que no terminaba de acostumbrarse. Y allí a tan sólo unos cuantos metros de distancia la vio.

Una joven enrollada sobre su propio cuerpo a centímetros de un inmenso árbol yacía inmóvil. Su cabello lacio y claro brillaba con la luz de la luna. Semejaba el retrato de un ángel caído del cielo. Se aproximó y observó las heridas con calma. Era apenas una niña, supuso debía tener la misma edad que Anne cuando falleció. Suavemente la tomó entre sus brazos, susurró unas dulces palabras de consuelo al oído y la cargó.

Llevó a la muchacha hasta la habitación que había rentado temporalmente. La joven estaba en una crisis nerviosa. Era como si no pudiese dejar de temblar, su mirada asustada generó en Lyon una inmensa pena. Le recordaba a Anne. Aunque su cabello era lacio, sus ojos azules y su mirada inocente era tan similar a su hermana que le resultaba doloroso mirarla.

Después de dejar pasar un rato para que ella se acostumbrara a su presencia, le acercó una taza de leche caliente, y con un paño tibio empapado en vinagre y agua fue limpiando suavemente las heridas. El lugar era pequeño pero confortable, unas ramas crepitaban libremente en el fuego.

Angeles y Vampiros. La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora