Capítulo Dos
El recuerdo de aquel chico me seguía por donde iba, sea tan solo al ver un chico con el cabello oscuro con un cigarro entre sus labios o el simple hecho de que me recuerden de Alexander, Tristan aparecía en mi mente. Era como si él fuese un recuerdo que quiere volver a cobrar vida. Los días pasaron, seguía con mi entrenamiento habitual y me mantuve en contacto con Denisse, quien estuvo pendiente de mi desde que le conté lo sucedido con Tristan.
Después de ese beso, el efecto del alcohol nos descontroló por completo, dejándonos llevar con lo que fuera. Entre sus besos, caricias y susurros en el oído, lo que una vez creímos que era una venganza se convirtió en un momento único e inigualable. La forma en que sus manos acariciaban mi cuerpo recostados sobre su cama en su viejo departamento a metros de mi hogar, la forma en que me hacía estremecer y desear más de él me dejó loca. No podía dejar de pensar en él y preguntarme a mí misma si el también sigue pensando en mí. Lo más probable es que no, quizás ni siquiera recuerda mi nombre. He llegado a pensar que Tristan fue un producto de mi imaginación, que en verdad nada de lo que sentía era real pero las marcas en mi cuello y abdomen decían lo contrario, y a medida que los días pasaban, su recuerdo se iba esfumando como el humo de un cigarro.
—En serio esto me tiene afligida. — dije con un suspiro al aire. Me encontraba sentada en las gradas del gimnasio, esperando a que el entrenamiento comenzara, aunque mis ganas de jugar se esfumaron al fijarme que no dejaba de pensar en él. Llegué a la conclusión de que Tristan se había vuelto una obsesión siendo que solo pasamos una sola noche juntos.
Lo que una vez fue un gimnasio callado se volvió estrepitoso al sentir los balones rebotar contra la madera de la cancha, indicando que ya los otros miembros de los equipos de baloncesto, ambos femenino y masculino, ya estaban presentes. Mayormente son los chicos quienes empiezan a jugar antes del entrenamiento, ya que nosotras tenemos esa rutina que nadie nos quita de arreglarnos el cabello unos cuantos minutos antes. Sentí que alguien se sentó a mi lado y saludé a mi compañera con un beso en la mejilla mientras que me paraba para saludar a las demás y ayudarles con sus preciadas trenzas holandesas. Una vez que saludé a todas, me posicione detrás de mi compañera Deborah para peinarle, pasando delicadamente mis dedos por su cabellera pelirroja.
—Hoy has llegado más temprano de lo habitual. — remarcó la muchacha, sonriendo suavemente cuando termine de peinarla.
Asentí. —Mi profesor de matemáticas se tuvo que retirar por lo que decidí llegar antes.
Seguíamos conversando animadamente, sobre nuestros días y sobre los supuestos rumores de que habría un nuevo profesor haciendo su práctica con nuestros equipos. La mayoría de las chicas suspiraban y deseaban que fuera un chico alto y guapo, así de esa forma sus sueños frustrados de tener a un guapetón en vez de un viejo con cara de amargado como entrenador se hiciera realidad mientras que, la minoría les daba igual y solo esperaban que sus ejercicios fueran buenos y que no nos subestimaran, cosa que nos ha pasado muy a menudo.
Hubo una ocasión en la que nuestro entrenador habitual se enfermó, por lo que tuvimos que juntar los equipos de hombres con el de mujeres y fue un caos total; de la nada todos nos habíamos puesto a discutir por un comentario que nos llegó por parte del equipo masculino. "No hagan este ejercicio, son chicas después de todos. No aguantarán." La rabia se nos había acumulado a todas en ese entonces, todas nos mirábamos incrédulas hasta que después de unas cuantas respuestas sarcásticas y agresivas por parte de las chicas, les cerramos la boca resistiendo más que ellos.
Las puertas del gimnasio se abrieron de golpe, emitiendo un estruendo que asustó la mayoría de los que estaban presentes. Apareció el entrenador con un chico detrás de él, de estatura media y un cauteloso caminar, como si estuviese dudoso de estar allí. Les observé a lo lejos como aquel chico saludó a un chico alto y moreno del equipo masculino, reconocí enseguida de quien se trataba. De seguro Demian es amigo de ese nuevo chico. Se aproximaban más y logré analizar sus facciones, pómulos alzados y firmes con una mirada suave que observaba con calma a todos los que se detenían para contemplarle. Note un leve sonrojo en su rostro en cuanto una de mis amigas, Roxana, le gritó un improperio junto con un guiño. Misteriosamente, mi corazón empezó a latir fuertemente mientra que la distancia que quedaba para que llegaran a la mesa del entrenador, cual estaba situada en frente de mí, se fuera acortando poco a poco. Mis manos comenzaron a sudar al darme cuenta de que aquella persona tenía un parecido al chico que no he podido sacar de mi mente. Por primera vez deseaba que ese parecido no fuese cierto, por primera vez estaba deseando que era un truco de mi imaginación.
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La Apuesta
RomanceAlice, hace poco terminó una relación de dos largos años y su mejor amiga, Denisse, la obliga a ir a una fiesta nada que ver con la personalidad de nuestra protagonista en donde conoce a Tristan, un chico que sería capaz de cambiar su vida con tan s...