Capítulo Cinco

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Capítulo Cinco

Me desperté con un dolor en el cuello, la luz de ventana estaba iluminando directamente mis ojos, cegándome. Me tomó unos minutos para realizar que no me encontraba en mi hogar, sino que, me encontraba entre cuatro paredes blancas fantasmales, decoradas con un solo mueble color neutro y una cama al medio de estas. Me fui reincorporando lentamente, recordando poco a poco lo sucedido, hasta que sentí como mi corazón se detuvo.

Allí, con su pequeño cuerpo conectado a varias máquinas, durmiendo pacíficamente como si de un muerto se tratase, se encontraba recostada mi hermana. Su cabello ondulado despeinado levemente, sus mejillas regordetas manchadas con el fino camino que sus lágrimas marcaron y sus bellos labios secos, entreabiertos levemente, dado respiraciones lentas e inestables; todo lo de ella tenía semejanza con un muerto. Di gracias a quien sea que estuviese arriba al ver que los puntos vitales estaban estables.

"Intento de suicidio" fue lo que me dijo mi madre junto con los doctores.

Sentí que mi mundo se colapsaba, todos mis muros protegiéndome de todo se derrumbaron al tan solo ir esas tres palabras. Tres malditas palabras que nadie en la vida desea oír por parte de un ser querido. Recapitulé todos los eventos posibles que podrían haber provocado esto. Mi hermana era una niña de 15 años totalmente normal, tenía amigos, sus calificaciones no eran las mejores, pero lograba pasar; ambos padres la amaban, todo en su vida ha sido de color rosa. O eso creí.

Un movimiento brusco me sacó de mis pensamientos, Amelia se había levantado bruscamente e intentó desconectarse los tubos de sus brazos.

Corrí a su lado. —Tienes que mantenerte acostada. — dije con voz suave.

Ella me miró con sus ojitos azules. —No. Tengo que salir de acá.

—¿Por qué?

—¡Porque arruinaron todo! — dijo alterada, al borde de las lágrimas.

Negué con la cabeza. —No, no hemos arruinado nada.

—¡Que sí! ¿Que no entienden? ¡Si intenté suicidarme fue por algo! — sollozó. —Siempre tienes que arruinar todo. Mamá siempre tiene que arruinar todo.

Me quedé en silencio por unos segundos, intentando de mantener la calma. Nunca he sido de permitir que mi hermana me gritase, ni mucho menos me culpara de algo que desconozco. 

—Primero que todo, te me calmas. ¿0k? — le dije, perdiendo la paciencia. —Yo no vine aquí por nada, es más, en cuanto mamá me llamó me vine corriendo a las cuatro de la madrugada. Corriendo, Amelia. No tomé un taxi ni mucho menos esperé pacientemente para que el primer autobús saliera, ¿de acuerdo? Y más encima, ¿te atreves a decir que yo arruiné algo que desconozco?

—Si estuvieras viviendo con nosotras lo sabrías. — replicó ella, su mirada fría fija sobre mí. —No vengas a hacerte la tonta.

—No sabes de lo que estás hablando. — negué con la cabeza. —Mejor descansa, has pasado por mucho.

En ese momento sentí como mi hermana me fulminaba con la mirada, sus ojos mostrando nada, pero un vacío obscuro. —Aun crees que soy demasiado pequeña para entender, ¿verdad? Sé el por qué te fuiste y también sé que estas consciente de eso. Por eso es tu culpa. Tu arruinaste la armonía que había en casa. ¡TU Y TU ESTUPIDO NOVIO ARRUINARON TODO CON MAMÁ! ¡POR TU CULPA MAMÁ CAMBIÓ!

Las palabras de mi hermana me llegaron al pecho como apuñaladas, enterrándose profundamente dentro de mí. Se me formó un nudo en la garganta, no sabía que decir, si una vez tuve la idea de que Amelia aún seguía siendo una pequeña niña ingenua estaba equivocada, Amelia se había dado cuenta de los errores que cometí hace ya un tiempo atrás, no pensé en las consecuencias y solo me lancé, peleé con mama en frente de ella, peleé con mi ex novio en frente de ella, intenté quitarme la vida frente de ella... hice que su vida se tornara en una pesadilla. De un momento a otro ella tuvo que dejar de ser aquella niña feliz y tuvo que ser la mujercita que es ahora.

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