Capítulo Tres

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Capítulo Tres

Desperté con un par de brazos sujetos firmemente a mi cintura, como si estos quisieran protegerme. Los rayos del sol que se asomaban por la ventana iluminaron mi rostro e inconscientemente me tapé la cara con una mano mientras intentaba levantarme sin hacer demasiado ruido. El dueño de aquellos brazos me jaló hacia él, girándome mientras que procesaba en mi mente la bella imagen en la que nos encontrábamos con mi respiración entrecortada y mi pulso un tanto acelerado. Gracias a la cercanía en la que nos encontrábamos pude sentir su cálida respiración en mi pecho, puesto que Tristan acomodo su cabeza en el espacio entre mi cuello y mi hombro, reposando suavemente sus mejillas en mi pecho como si fuese un bebé. Su respiración era lenta y pacífica, su rostro estaba totalmente relajado y sus labios, esos labios que parecen de cereza, estaban formados en un adorable puchero provocando que las comisuras de mis labios se levantaran, formando una sonrisa enternecida. Lentamente, sus ojos se fueron abriendo y me quedé petrificada al hacer contacto visual con él, sintiendo el calor proviniendo de mis mejillas y orejas. Tristan sonrió de lado y se volteó para ver el techo, dando palmaditas a su lado indicando que me acostara a su lado nuevamente. ¿Qué acaso no puede hablar? Me recosté con cautela e imité su acción de mirar el techo y nos quedamos en silencio por unos segundos, disfrutando del silencio como solíamos hacerlo aquella noche que le conocí, donde las palabras no eran realmente necesarias, pero sentía que ya era hora de establecer una conversación y resolver todas mis dudas.

—¿En qué piensas tanto? — me sorprendió su pregunta, como si me leyó la mente.

—Siento la necesidad de agradecerte por lo de anoche. — jugueteé con la costura de mi camiseta, levantándola un poco descubriendo mi estómago. —Además que, tenía una pregunta.

—Pues dila.

—¿Por qué? — Tristan se sentó de golpe fijándose en mi con su mirada intimidante y antes de que hablara, me apresure en continuar, — ¿Por qué te detuviste y me fuiste a ayudar?

El agachó su mirada, ocultando su sonrojo mirando hacia otro lado que no sea en mi dirección, tal cual como lo hizo en el entrenamiento y suspiró. —¿Tienes hambre? Ven, te prepararé el desayuno.

Le seguí con timidez a lo que era la cocina, en donde maniobró con algunos ingredientes antes de darme la espalda por completo para preparar lo que supuse que eran panqueques. Observé con atención como se concentraba intensamente en la cocina, pero logré salir de mi trance cuando empecé a oler que algo se quemaba. Tristan maldijo por lo bajo a la vez que tiraba lo que quedaba de panqueques a la basura y me miro con ojos de cachorrito algo apenado por que yo esté presente en un momento así. Contuve una risilla mientras me bajaba del taburete con un poco de dificultad puesto que este era mucho más alto que de lo que yo podía alcanzar, y me acerqué a él después de sacar unos ingredientes del refrigerador.

—¿Me pasas un cuchillo por favor? — le sonreí mientras me ponía el delantal que él llevaba puesto.

Tristan entonces me tendió un cuchillo y con cuidado, comencé a cortar en rodajas unos cuantos champiñones, torrejas de jamón y queso para después freír los champiñones. Me dirigí hacia el hervidor y calenté agua.

—Tengo que hacer algo para agradecerte por lo de ayer. —dije tímida, rascando nerviosamente el cuello.

Tristan frunció el ceño. —No era necesario que cocinaras, ahora me siento inútil al fracasar en ser tierno y cocinarte.

—No hace falta, — hice un gesto con la mano y le sonreí ampliamente, revelando los hoyuelos en mis ya sonrojadas mejillas. Me gire a seguir cocinando y continué hablando, —el simple hecho de que ayer me protegiste y que me diste refugio fue más que suficiente y siento que te debo una grande así que, no te preocupes que me siento en deuda contigo y hare todo a mi alcance para ayudarte hasta en lo más mínimo.

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