Capitulo Ocho
—Ya solo dilo, ¿sí? — suspiré rendida, incomoda por su mirada fija en mí.
—¿Qué son tú y Demian?
—Amigos.
—Ah, por eso estaban juntos en los camarines.
—¿Acaso estás celoso?
Tristan casi se ahoga con su propia saliva. Tosió un par de veces con Amelia golpeándole suavemente la espalda antes de modular. —No, ¿Por qué lo estaría?
Alcé una ceja. —Si tanto quieres saber que hacíamos allí pues pregúntale, él te habla con la verdad.
—O sea que, ¿solo te estaba consolando?
—¡Sí! ¡Dios! ¿Tan difícil fue creerle?
—Actúan como una pareja que recién esta empezando. — comentó Amelia, dejándonos completamente sin palabras.
La miré con los ojos como platos mientras que, Tristan volvía a toser nuevamente, esta vez atorándose con un pedazo de carne. Amelia solo se encogió de hombros y siguió comiendo como si no hubiese dicho nada malo, mientras que Tristan y yo nos habíamos congelado en nuestro lugar como estatuas en un museo.
El ambiente se volvió algo tenso, compartiendo miradas tímidas con Tristan y de rencor hacia mi hermana menor, quien sabia muy bien lo que había hecho juzgando por su malévola sonrisa que se le formaba en su pequeño rostro.
Mi mente se encargaba en divagar en las posibilidades de aquel misterioso collar con forma de corazón que adornaba su blanquecina piel. Aquel pensamiento me rondaba tantas veces en la cabeza que no me contuve mas y me atreví a preguntarle que significaba su collar.
Al oír mi voz dirigirse a él, el mayor levanto su mirada hacia mi y su mirada se suavizó como si estuviese recordando un lindo momento.
—Me lo dio mi hermana. — me explicó, —ella vive en Estados Unidos.
Me sentí una completa tonta y estúpida al pensar mal sobre ese collar. Aquellas palabras me clavaron el pecho como cuchillas e instantáneamente me comencé a sentir mal. Me quería golpear la cabeza contra la pared.
Ya valiste madres Alice, siempre piensas mal en todo.
—¿Hace cuánto que está allí? —preguntó mi hermana, con evidente emoción en ella.
Él se quedó pensativo por unos segundos. —Hace, creo que, ocho años. Si, ocho años.
—¿La has visto desde entonces? —pregunté yo, ganando mas confianza en mi misma.
Asintió. —Si. El año pasado vino de visita y hablamos seguido por Skype.
—¡Que cool! Me gustaría algún día poder viajar a Estados Unidos. — suspiró Amelia con un puchero.
Estiré el brazo hacia donde ella estaba y le acaricié la cabeza. —Lo sé, nena. Pero tienes que ser paciente, te cumpliré esa promesa.
Amelia me sonrió mostrando sus perfectos dientes y se levantó de la mesa, recogiendo todos los trastes para luego dirigirse a la cocina con ellos. Tristan aclaró su garganta, capturando mi atención.
Nos volvimos a mirar a los ojos, mis mejillas se tornaron un leve tono carmesí una vez más y esta vez, Tristan soltó una risilla. Le miré perpleja. Tristan se acercó a mí, estirando su torso sobre la mesa y con su mano mover un mechón de pelo que había caído en frente, dejándolo detrás de mi oreja con tal delicadeza que me hizo cerrar los ojos con una sonrisa jugando en mis labios. Volví a abrir los ojos, encontrándome con los de él con aquel brillo de antes. Tristan aproximó su cara hacia mi rostro con nuestras narices casi tocando con nuestras respiraciones tranquilas, como si ya habíamos esperado demasiado para poder hacer esto.
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La Apuesta
RomanceAlice, hace poco terminó una relación de dos largos años y su mejor amiga, Denisse, la obliga a ir a una fiesta nada que ver con la personalidad de nuestra protagonista en donde conoce a Tristan, un chico que sería capaz de cambiar su vida con tan s...