Capítulo 3

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Ha pasado exactamente dos semanas desde la falsa alarma de incendios que se activó milagrosamente o para mí, desgraciadamente. El primer culpable que señalaron fue a mí, porque yo misteriosamente estaba en un lugar donde no frecuentaba y estaba cerca de donde se había activado. Pero estaba cantando y no podía estar en dos lugares al mismo tiempo.

Vaya fe humana que tienen en mí, algo sucede y el primer culpable es Harry Anderson.

—Estamos a finales de abril, se acerca el baile de  primavera. ¡Y no he hablado con ella! Se me acaba el tiempo y ya no sé qué hacer —suspiré derrotado y me dejé caer en el sofá de mi casa.

—Que complicado eres, cómprale unas rosas e invítala al baile —mi hermana entró usando su teléfono y se encogió de hombros. —En mi grado piensan que cogiste la maldición del diario.

—¿La maldición del diario? ¿Es otra tontería como el Diario de Cupido? —enarqué una ceja y ella me fulminó con la mirada.

—Por ser tan escéptico te pasan estas cosas —ella guardó el teléfono en su bolsillo y se sentó a mi lado. —El diario de Cupido hace que te juntes con tu pareja soñada. Pero tú, te burlaste del diario y escribiste que no lo necesitabas para hablar con Annie Sopp, además de que crees que el catorce de febrero es como otra fecha. Sólo piénsalo, tú mala suerte empezó desde ese día y ahora tienes la mala suerte con ella. Eres tan bobo, no entiendo cómo puedes pasar el año —palmeó mi papada y cuando la iba a perseguir para molestarla, me caí hacia atrás porque el suelo estaba mojado.
Vaya día.
* * *

—¿Me estás escuchando? —miré a Holly un poco irritado y negué.

—No, la verdad es que no —volví a ver a Annie a unas mesas, ella estaba hablando con el grupo de ajedrez mientras sonreía y reía.

No he podido dejar de verla en estos días, aún cuando mi intento ocho, nueve y diez fueron más que un fracaso.

Porque el octavo, había comido tacos en el almuerzo y se me salió un gas en frente de ella. Más humillante no pudo haber sido.

Luego en el noveno, fui golpeado por un balón justo en la cara y en el décimo, por saludarla, ella se cayó de la pirámide de porristas y ahora no puede participar en la competencia.

Ha de estar odiándome. ¿Por qué esto sólo me pasa a mí?

—Te dije que si tienes pareja para ir al baile de primavera —entonces se me prendió el foco.

—¿Crees que si le regalo a Annie unas rosas y la invite al baile ella aceptará? —entonces el rostro de Holly se desconfiguró. ¿Acaso hice algo mal? Holly dijo que quiere ser mi amiga y es mujer. Ella ha de saber lo que les gusta.
Pero su puño en mi ojo no dijo lo mismo.

* * *

—Eres tan idiota que me sorprende que sigas vivo —coloqué de nuevo la bolsa de hielo en mi ojo, donde anteriormente Holly me había golpeado dejándome noqueado en medio de la cafetería.

Está bien, tal vez si hice mal en decirle que quería invitar a otra chica cuando ella me lanzaba indirectas para que la invitara. Pero no es mi culpa, yo le ofrecí mi amistad y ella aceptó,  al contrario de Ava que me tiró su almuerzo. Rachel y Elizabeth fueron las más razonables y ahora consiguieron otra cita y dejaron ese absurdo juego de conquistarme, porque yo, Harry Anderson, ya estaba tomado por una chica que ni siquiera lo sabía. Ironías.

—¡Ella dijo que quería ser mi amiga, joder!

—Es que aún no entiendes el lenguaje de las mujeres, debería comprarte Pampers dos meses por tu edad mental —lo fulminé con la mirada y le pegué un zape mientras me quejaba.

¡Maldito amor! Historias de amor y maldicion GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora