Capítulo 3

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Se sentó en la pequeña banca afuera de la oficina del decano esperando que su secretaria, con un tono rubio casi platino y labios de color rojo carmesí, le indicara que podía pasar.

Después de la trifulca que los dos hombres armaron, los tres fueron llevados a la oficina, a ella únicamente para figurar como "testigo" aunque llevaba más de media hora ahí sentada de manera casi inútil y aun no la hacían pasar a la oficina.  

—¿Puedo retirarme? —le pregunto a la secretaria que la miro de mala manera antes de hacer la consulta mediante el teléfono.

—Sí, ya puedes irte muchacha el decano dice que ya no precisa tu presencia.

Agradeció a la mujer y salió de la pequeña oficina casi agradeciendo a los cielos, nunca en su vida se había metido en problemas, además no estaba interesada en enfrentar a Diego o Drake Polk en ese momento.

—Mi medusita me di cuenta que estabas en la oficina del decano y vine a buscarte de inmediato —dijo Marcus apareciendo en su campo de visión, haciéndola soltar un bufido para nada femenino.

—Marcus estaré muy agradecida si nos vemos después de clases, en este momento tengo problemas femeninos que atender —lo cortó apartándolo de su camino y siguiendo el largo pasillo para llegar a su próxima clase.

Esa maldición le iba a dejar muy malas calificaciones si seguía ese camino.

Se reacomodó su falda y lamentó andar maquillaje en su cara y no poder mojarse la cara y despejarse un poco.

Caminó en medio del murmullo intentando ser como antes invisible pero ahora le sabía imposible, las miradas la seguían e inclusos aquellos denominados "populares" la examinaban y hablaban sobre ella.

Bamboleó sus caderas y movió su larga cabellera como si no le importara lo que los demás pensaran, aunque en realidad una vida de inseguridades no se podía olvidar en unas horas.

—Todos han estado hablando de la pelea de Polk y Benavidez dicen que fue por ti —dijo con ese tono de mamá sobreprotectora Lucia mientras la interceptaba en el pasillo con los brazos cruzados sobre su pecho.

Le contó a su amiga lo sucedido mientras a paso lento se dirigían a la clase de historia, no pensaba perder una tan sola clase más.

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Se sentó en una banca en la parte de afuera de la cafetería con su taza de chocolate caliente, el clima esos días podría decirse que estaba a una temperatura agradable, pero a esas horas una brisa helada comenzaba a sentirse y los nubarrones grises tapaban casi por completo el cielo azul, como el signo casi inequívoco que una tormenta se avecinaba.

—Al fin te encuentro, me debes una salida medusita —la voz de Marcus irrumpió en su tranquila burbuja, causándole un sobresalto que casi hace que derrame su bebida caliente.

Suspiró aceptando su culpabilidad y dejando que se sentará en su mesa, no es que pudiera hacer mucho al respecto el rubio estaba segura no pararía de insistir hasta que le permitiera quedarse.

—Hace una semana tenía una novia a larga distancia, es inglesa, pero algo en mi cambió estos días que no dejo de pensarte —declaró el guapísimo capitán del equipo de natación viéndola con intensidad.

No supo cómo responder a ese afirmación, únicamente se mantuvo en silencio, cosa que al parecer él no comprendió pues comenzó a detallar las múltiples cualidades que según Marcus ella poseía. 

—Ya debo ir a casa —interrumpió cuando sintió una diminuta gota mojar su nariz.

—Yo te llevó.

¡Maldito amor! Historias de amor y maldicion GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora