En la orilla del mundo

182 15 0
                                    


Escuche un ruido extraño a lo lejos y un mal presentimiento se albergó en mi corazón, sostuve la respiración para poder oír con claridad si el ruido era producto del viento, de las olas estrellándose contra las piedras y haciéndolas caer por los acantilados o acaso sería otro de esos héroes, que vienen a cazarme cual animal salvaje.

Mi cabeza está totalmente en estado de alerta, mis sentidos se agudizaron, mis oídos escuchaban el repetitivo golpear de las olas, la caída de cada piedra hacia el abismo, mientras un olor raro, diferente lleno de osadía y valor llega a mi nariz, mis ojos totalmente blancos captan cualquier movimiento.

El miedo hace que la adrenalina que está en mi cuerpo explote, mis cejas se levantaron para mejorar mi visión, mi ritmo cardiaco se aceleró y mis venas se llenaron de sangre, mi respiración se volvió más lenta, más controlada para que mis oídos puedan captar mejor el extraño ruido.

Aun soy consciente de la tensión que hay en mi abdomen, mis manos tiemblan mientras sostengo mi arco, tratando de tensar la cuerda lo más que puedo, preparándome para disparar.

Estoy inmóvil, mi mente viaja rauda y veloz en busca de posibles peligros, siempre me ha asustado cuando algún hombre venía a cazarme, el rumor de mi existencia se había extendido y muchos jóvenes vinieron en mi búsqueda, pero todos y cada uno de ellos habían fallado, su miedo los había delatado, les había jugado en su contra, pero ahora era diferente, no podía percibir el miedo en este joven, no, él no era otro chico en busca de gloria y por eso le temía.

Poco a poco aquel olor se hizo más intenso y mi temor crecía más y más, el extremo de mi cola cascabeleaba en señal de advertencia, yo me movía despacio, muy despacio, siempre lista para disparar o convertir a mi enemigo en piedra. En eso una roca rodó entre dos columnas, todo mi ser se giró hacia el lugar donde se había roto el silencio....... Todo se oscureció.

¿Qué paso? No lo sé, no lo sé, no pude ver a mi atacante, no pude sentir el filo de su espada cercenando mi cuello, mis ojos se cerraron aunque mi mente seguía consciente, sabía que mi cabeza había sido separada de mi cuerpo y no sentía dolor, era como estar en el limbo, esperando sin saber que esperar, no había tiempo ni espacio, solo oscuridad.

- ¡abre tus ojos Medusa!.- gritó mi asesino

Lentamente mis ojos se abrieron y pude observar a un horrible monstruo marino, hijo de Gea y de Ponto un antiguo Dios del mar.

Vi como este horrible ser se convertía en piedra y escuche los vítores de un pueblo aclamar a su héroe Perseo, por haber salvado a su princesa Andrómeda.

Nuevamente mis ojos se cerraron y la oscuridad volvió, la noticia de mi muerte se expandió por el antiguo mundo y llegó a los oídos de Malco en un susurro.


Medusa y la cortesanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora