Engaños

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El anochecer comienza a llegar al campamento y escucho como los skouro comienzan a dividir y preparar a los soldados para salir hacia la fortaleza, me levanto de la cama y veo a un pequeño contingente siendo separado del resto de los sobrevivientes.

—Muévanse.—Ordena Uxellodunon.—No tenemos mucho tiempo para actuar.

Me dirijo hacia él y miro a los soldados que van a realizar el asalto en la fortaleza de loz knaz, contemplo a los doscientos soldados que van a atacar el castillo de Satán desde los túneles y cruzo mis brazos.

—¿Por qué tienen que ser necesariamente los que tienen mejor aspecto en sus armaduras los que se van a quedar?—Le pregunto.—Puede haber soldados más destacados y en mejores condiciones entre los demás.

—Pasamos el día analizando a los soldados para encontrar a los más adecuados para llevar a cabo la misión.—Me responde.—Los más sigilosos, inteligentes, fuertes, rápidos y fríos.

—No creo que todos ellos cumplan con las cualidades que se necesitan para llevar a cabo la misión. Vuelvan a analizarlos.

—Ya no hay tiempo. Van a ser ellos.

—No estoy de acuerdo. Muchos de los soldados que Sacrapos y Gobanno se van a llevar están en pésimas condiciones.

—Eso los hace menos capaces de llevar a cabo el asalto al castillo de Satán.

—Y menos aún para soportar la batalla que se acerca.

—No te atrevas a volver a contradecirme.—Me advierte Uxellodunon con un tono firme.—No está a discusión.

Uxellodunon se va hacia su tienda y aparta a Sacrapos con su brazo derecho para continuar con su camino.

—Debería estarlo.—Le respondo murmurando.

—¿Qué sucede?—Me pregunta Sacrapos mientras se coloca a mi lado.

—Asuntos personales con Uxellodunon.—Le respondo y pongo mis manos en mi cintura.—Buena suerte en el ataque.

—No la necesito.—Me responde y se dirige hacia los soldados.

Me dirijo hacia mi tienda y me recuesto en mi cama, contemplo un momento la tela que cumple el papel de techo y decido cerrar mis ojos para dejar pasar el rato.

Un momento después, me levanto de la cama y tomo mis armas para salir al lago que está en las afueras del pequeño campamento, que está siendo alzado por los soldados y vuelvo mi mirada hacia Tulianum, que está mirando cómo se va el resto del ejército para volver a tomar la fortaleza de los knaz.

Al llegar al lago, me elevo un poco para cruzar lentamente la figura acuática y aterrizo del otro lado de ésta, lejos del campamento y lejos de todas las posibles distracciones que puede ocasionar el campamento.

Me siento en una roca con el tamaño suficiente para que alguien pueda pasar el rato encima y enciendo una llama naranja con la palma de mi mano. Hago que la llama rodee mi pulgar y luego la muevo entre mis dedos, después de un momento la apago y recargo mi mano en mi muslo.

—Solo mira como terminaste.—Me dice una voz el el viento, me vuelvo hacia todos lados y veo que estoy solo.

—¿Ahora qué quieres?—Le pregunto a la voz.

—Hablar con el nuevo conquistador de Tyhjyys.—Me responde.

—¿De qué?—Le pregunto mientras me levanto.

—Traicionaste a tu gente, soldado. Te aliaste con los enemigos de los clarividentes. Con todo el trabajo que les había costado encerrarlos para que tú los dejaras salir.

—Fueron los mismos clarividentes los que sacaron a los skouro de sus prisiones.

—Dejaste sola a tu madre... y dejaste a tu amada cuidando de un descendiente tuyo, que por cierto, no durará en asesinarte ella misma la próxima vez.

—¿Y por qué estás tan seguro?

—Puedo enseñarte tu futuro si sigues por ese camino.

—Existen demasiados tipos que fanfarronean eso, curiosamente cuando les pides que lo hagan no son más que simples palabras que no se cumplen.

—Mira hacia atrás.—Me pide y yo vuelvo mi mirada hacia atrás, me encuentro en una de las atalayas de la fortaleza de los reaper del cuarto infierno y veo a Lyn escondiendo un pugio atrás de su espalda, a mí sosteniendo a Benevolencia en su cuello y a Shadow abatido, derrotado y sin poder pelear más.

—Caíste.—Suelta Shadow y el yo de la visión lo mira, Lyn le clava el pugio en el cuello y el Aphelion de la visión cae diez metros para estamparse con el suelo lleno de ladrillos.

—Vuelve a voltear.—Me ordena la voz y ésta vez solo veo mi cabeza linchada en frente de éste mismo lago.—Y una vez más.

Ésta vez, aparezco en la sala de trofeos de Satán y veo mi casco encerrado en una vitrina.

—Vas a necesitar mucho más que eso para persuadirme.—Suelto mirando ligeramente hacia arriba.

—Como quieras...Aphelion.—Me responde con una voz tenebrosa pronunciando mi nombre y las visiones desaparecen.

El silencio llena de nuevo el ambiente y yo me vuelvo a sentar en la roca.

—Sacrapos y Gobanno acaban de llamar.—Me dice Uxellodunon desde atrás.—Ya podemos ir.

Me levanto de la roca y me dirijo hacia el campamento junto a Uxellodunon. Al llegar Tulianum nos ve y asiente.

—¿Estás seguro que solo necesitas armas y la entrada de esa fortaleza?—Me pregunta y yo le devuelvo la mirada, veo a los soldados y camino lentamente hacia ellos.

—Los centuriones están a punto de recibir refuerzos.—Le respondo y me detengo.—Debemos evitar que lleguen.

Uxellodunon se dirige hacia los soldados y les da la orden de que lo sigan hacia la fortaleza en la que están Sacrapos y Gobanno.

—Vamos.—Me dice Tulianum y ambos comenzamos a caminar hacia los bosques.

Al llegar a la fortaleza de los knaz, un par de heridos ztracze nos reciben en la reja y nos acompañan hasta llegar al centro del patio, dos arcones se dirigen hacia nosotros y los ztracze regresan a la entrada.

—Por aquí, mis señores.—Suelta uno de los arcones y Uxellodunon cruza miradas con Tulianum.—La guarnición puede quedarse aquí.

Al llegar a la sala de comunicación de la fortaleza, Sacrapos voltea a vernos y Gobanno se aparta del comunicador holográfico.

—Me dijeron que lo ibas a necesitar.—Me dice Sacrapos y se aparta, me coloco en frente del comunicador y presiono algunos botones para comunicarme con Araquiel.

El comunicador se enciende y la figura de Araquiel comienza a salir del tablero, los skouro me miran y yo asiento.

—Centuriones.—Suelta.—Que alivio, ¿Por qué no han respondido a mis llamadas?

—Tuvimos algunos problemas de comunicaciones y números en nuestra última batalla, emperador.—Le respondo y miro a los skouro.—Pero estamos bien.

—¿Puedo saber en dónde están?—Me pregunta.

—De vuelta en Tyhjyys.—Le respondo devolviéndole la mirada.—Pero hay un detalle en la petición de ayuda que mandamos hace algunos días.

—¿Qué sucede?

—Sus servicios ya no son necesarios. Puede regresar a su palacio. Ya tenemos la situación controlada de nuevo.—Miro a los skouro y ellos salen de la sala.

Renacer #6 - Los Actos De Las LeyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora