Para ser un viaje de camino a una batalla, los soldados se mantienen silenciosos y se abstienen de platicar entre ellos.
Los esclavos han estado remando a la misma velocidad todo el rato desde que salimos y yo me la he pasado sentado en frente de ellos.
—Pero no griten.—Les digo a los guardias mientras me levanto y me dirijo hacia ellos.—Solo cuéntenme qué es lo que tienen planeado para la batalla.
—Quedarnos en las naves.—Me responde uno de ellos.—Nuestras órdenes son claras.
—No estará planeando en desobedecerlas.—Me dice otro de ellos.—¿O sí?
—Tal vez.—Le respondo.—Imagínense la cantidad de vidas que podemos salvar si bajamos nosotros en vez de ellos.
—Nos superan en número.—Me responde otro de ellos.
—No pueden ser tantos.—Insisto.
—Unos cien a uno.—Continúa.
—No podemos perder a tantos.—Le digo.—Esas armas y escudos los van a proteger bien. ¿Qué puede salir mal?
—Todo.—Me responde otro y yo me asomo al horizonte para encontrarme con nuestro objetivo justo en frente de nosotros.
—Ahí está mi objetivo. ¡Prepárense para la batalla!
—Pero el gobernador Satán nos dio órdenes claras.—Me responde otro guardia.
—Que se joda. Allá adelante están el poder y la gloria que tanto buscan. Somos leones, y ellos unas simples presas.—Le digo y me dirijo hacia un esclavo, lo tomo de los hombros y lo aviento al agua, me siento en frente del remo y lo tomo para comenzar a remar.—¡Remen holgazanes!—Ordeno a los esclavos mientras remo rápidamente.—¡Tenemos vidas que salvar!
Los esclavos comienzan a moverse más rápido y algunos soldados comienzan a golpear los tambores de guerra mientras vitorean.
Las naves de la guardia negra comienzan a pasar a las naves del resto de la orden y al llegar al lado de la nave de Satán, me coloco en la proa y me despido de él mientras la nave lo deja atrás.
Las diez naves de la guardia se forman haciendo una flecha y las naves del resto de la orden se quedan atrás. Los arqueros que están en la playa comienzan a ponerse en fila y a preparar sus arcos, los soldados forman sus escudos y las flechas comienzan a caer, una flecha cae en la espalda de otro esclavo y otra flecha en la cabeza de otro de ellos.
—¡Protejan a los esclavos!—Ordena un soldado y los miembros de la guardia se dirigen hacia ellos, con mis alas cubro a dos de los esclavos que están desprotegidos y las flechas chocan y rebotan contra mi armadura.
Los soldados de la playa giran un par de enormes palancas y algunas enormes espinas de madera se levantan por abajo de mi nave, vuelvo mi mirada hacia la izquierda y veo que el barco de atrás choca y se destruye entre las estacas, algunos soldados salen volando mientras gritan y caen en el agua.
—¡No paren!—Ordeno a los esclavos.—¡Estamos por llegar!
Los barcos continúan moviéndose y yo miro la costa.
—Debemos esperar a la flota.—Me dice uno de los soldados mientras toma su escudo y deja desprotegido al esclavo.—No creo que podamos hacer esto solos.
—Ya vamos a llegar.—Le respondo.—No hay vuelta atrás. Cuando lleguemos quiero que bajen y formen un muro de escudos que los pueda proteger hasta estar lo suficientemente cerca de las tropas enemigas.
—Usted está demente.
El barco llega a la playa y se detiene en la arena, yo salto del barco y comienzo a correr hacia la punta del barco mientras los guardias saltan para bajar, una flecha da en el cuello de uno de los guardias y él cae al agua, otro de los guardias cae en la arena con otra flecha clavada en su espalda y un último guardia cae hacia adelante con una flecha clavada en su cabeza.
Al llegar al frente del barco, me agacho y me apoyo en una rodilla mientras me cubro con mis alas y los guardias siguen corriendo hacia mí, el primer guardia llega a mi lado y cae muerto con una flecha clavada en su cuello, los otros comienzan a llegar y a formar sus escudos alrededor de mí, al terminar de formarse, los soldados alzan sus escudos y comienzan a caminar hacia el batallón de supresores con los escudos protegiéndonos mientras los otros bloques de escudos bajando de los otros barcos de la guardia negra comienzan a formarse y uno de ellos se alza para comenzar a caminar hacia las filas enemigas.
Las flechas de los arqueros siguen chocando y rebotando en los escudos de mis tropas mientras otros supresores comienzan a agarrar lanzas y arrojarlas en contra de mis soldados, al dirigir mi mirada hacia el supresor más cercano veo que arroja una lanza con tal fuerza que perfora el casco de uno de mis soldados y lo hace caer muerto hacia atrás.
Los guardias de las orillas de los bloques asoman sus manos por fuera de los muros y de sus muñecas comienzan a salir pequeñas flechas que se clavan en los cuerpos de algunos supresores.
—A mi señal.—Suelto aún oculto entre los escudos de los guardias.—No rompan la formación hasta que yo lo ordene.
Los soldados continúan caminando ocultos entre sus escudos y yo empiezo a buscar el momento perfecto para salir de la formación para acabar con el primer supresor.
—Señor.—Me llama uno de ellos.—No estoy seguro de que podamos vencer nosotros solos.
—¿Qué quieres perder?—Le pregunto mientras sigo caminando sin quitar la vista del frente.
—¿Y usted?—Me responde con otra pregunta sin quitar su vista de los supresores.
—¿La cena?—Le respondo.
—Hecho.—Suelta.
—¿Están listos?—Les pregunto a los guardias.—Esperen... esperen... esperen...
—Solo díganos cuándo salir.—Me responde otro.
—¿Quién da las órdenes aquí?—Le pregunto.
—Usted no.—Me responde.
—Estén listos.—Ordeno.—Esperen... un poco más... ya casi... ¡Ahora!
Los soldados abren el muro y yo salgo de la formación y comienzo a correr hacia el primer supresor que me encuentro, lo golpeo con la empuñadura de Benevolencia para tirarlo al suelo y clavo a Malevolencia en su cuello.
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Renacer #6 - Los Actos De Las Leyendas
AcciónAphelion ha traicionado a la orden para salvar a sus hermanos de armas, pero lo ha conseguido a un alto precio: acaba de perder la confianza de sus compañeros.