Despedida

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Los skouro dejan de atacar planetas con rutas comerciales y ubicaciones estratégicas, pero la orden sigue con los ojos encima de ellos. Hace siete meses la última batalla entre ambos bandos sucedió con el motivo de sacarme de la prisión de Uxellodunon. La condición de Lyn la ha obligado a dejar el campo de batalla y me he quedado con ella todo el tiempo que se me permite. La etapa de reorganización de la orden ha terminado y nuevas legiones de empaladores más fríos que los anteriores se han unido a nuestras filas y la paz gobierna en el imperio de Araquiel mientras él está aquí con la orden.

—Aphelion.—Me llama Saurom desde la entrada de mi cuarto.—Satán te necesita en la sala de consejo.

—Voy en camino.—Le respondo.—¿Encontraste algo útil en tu misión de reconocimiento?

—Nada. Los skouro siguen intentando reorganizar a sus tropas después de la última batalla.

—Creo que eran lo suficientemente numerosos para atacar dos días después de la batalla.

—Han visto cuán poderosa es la orden sin los clarividentes. Las tropas de Uxellodunon los superaban en tres a uno y así Satán logró rodearlos y vencerlos.

—No vencimos. Solo me sacaron de la celda que me tenía en cautiverio.

—Lograron romper sus defensas.

—Y luego regresamos.

—No quita el hecho de que los habrían derrotado en ese mismo día.

—Posiblemente. ¿Qué necesita Satán?

—Tú estuviste algunos días con los skouro. Quiere saber cómo vencerlos lo más rápido posible.

—Dile que están en una etapa de reorganización, así que podemos distraerlos con un ataque de parte de la flota de Araquiel y luego entrar al campo para terminar con ellos. No es nada difícil.

—Quiere que se lo digas tú.

—Entonces vamos.

Saurom y yo salimos del cuarto y nos dirigimos hacia el castillo de Satán, al llegar entramos en la sala de consejo y vemos a los altos generales de la orden y del imperio discutiendo acerca de nuestro movimiento final.

—Cállate, Tecton.—Le ordena Araquiel al racknor.—Lo único que propones en todas las sesiones es parar y regresar a Andromeda.

—La guerra civil apenas había terminado cuando nos trajiste a ayudar a los centuriones.—Le responde Tecton.

—Tecton tiene razón.—Lo sustenta el siknum.—Debemos regresar a algunos soldados para apoyar a nuestras tropas en Andromeda.

—Confío en los soldados que dejamos en Andromeda, Valiant.—Le responde Araquiel.—Nosotros debemos seguir peleando aquí.

—¿Y por qué ayudar a los centuriones?—Pregunta Valiant.

—Porque si ellos perecen, nosotros lo haremos, Andromeda lo hará y todo el universo va a ser perjudicado. Los centuriones necesitan toda la ayuda posible y nosotros somos el único contacto fiable que ellos tienen.

—Araquiel tiene un buen punto.—Sustenta el lawl.—Debemos resistir y esperar a que los skouro sean derrotados. Debemos ayudar a los centuriones con todo lo que tengamos a la mano.

—Es suficiente.—Interviene Satán desde su plataforma.—Los que me quieran seguir al campo podrán hacerlo, los cobardes pueden irse. Lo último que la orden necesita es una débil presa que puede rendirse fácilmente. Hay que saber distinguir a un lobo de un cordero.

—Vaya que lo tienen bajo control.—Intervengo yo entrando a la sala.—Los skouro están debilitados. Éste es el momento perfecto para atacar.

—Tengo entendido que tú eres el soldado al que Overkill ordenó infiltrarse entre las filas enemigas.—Me dice el siknum.

—Soy yo.—Le respondo.

—Hace siete meses no dudaste en asesinar a tus propios hermanos de armas.—Suelta el racknor.—¿Cómo sabemos que no planeas hacer lo mismo con nosotros?

—¿Tan desconfiados son tus soldados?—Le pregunto a Araquiel y él se encoge de hombros.

—¿Cuál es tu plan?—Me pregunta.

—La infantería va a viajar por los portales a las zonas que rodean la costa en la que se acaba de asentar el ejército de Uxellodunon y tu flota va a distraer al enemigo con un ataque a sus soldados más cercanos a la costa mientras nosotros atacamos desde arriba.

—¿Así de fácil?

—Así de fácil.

Los soldados comienzan a meditar y murmurar un poco y un momento después Myrath se vuelve hacia mí.

—Yo lo apruebo.—Suelta.

—Yo también.—Responde Cross.

—Tienes nuestras armas.—Me dice el alto general de los justicieros, Kantun.

—Mis tropas están contigo.—Suelta Araquiel.

—¿Están todos dispuestos a partir?—Pregunta Satán y todos asienten.—Está hecho. Vámonos de aquí.

Los altos generales de la orden comienzan a salir de la sala y yo me dirijo hacia los hospitales de la orden, subo hasta el último piso del edificio y camino hasta el fondo del pasillo. Entro al cuarto y veo a Lyn acostada con una especie de túnica azul que cubre todo su cuerpo.

Ella me voltea a ver y yo me quito el casco, lo dejo en la pequeña mesa que hay al lado de la cama y me siento al lado de sus pies.

—Me preguntaba si vendrías a verme hoy.—Me dice.

—Me temo que esta será la última vez que te veré en un buen tiempo.—Le respondo.

—¿Vas a volver al campo?

—Satán quiere atacar una última vez a los skouro antes de que se le vuelvan a escapar de las manos.

—¿Por qué ahora?

—Él cree que los skouro ya se están preparando para volver a atacar. Conociéndolo, puedo decir que le está gustando atacar antes de ser atacado.

—¿Y tú quieres ir?

—Todos van a ir. Es la fuerza de ataque más grande y poderosa que jamás se haya visto, incluso superior a la de los skouro.

—¿Y si ellos deciden quitarse la vida ahí, tú lo haces también?

—Solo estoy siguiendo órdenes.

—¿Entonces es por Satán que vas a partir?

—Haría lo que fuera por limpiar mi nombre... especialmente después de lo que hice en contra de la orden.

—Sabes que es lo que va a suceder después de la batalla.

—Los skouro van a crear más soldados, pero al menos vamos a conseguir tiempo para reunir a más soldados para la siguiente batalla.

—Te necesito conmigo... con nuestra hija.

—También me necesitan en el campo.

—Tú no puedes matar a los skouro.

—No planeo suicidarme en vano, pero debo ayudar a los clarividentes a hacerlo.

—Sabes que después de la batalla va a haber viudas que estarán esperando esposos que no van a regresar, huérfanos esperando padres que estarán enterrados en el campo.

—No planeo formar parte de ellos... no hasta que los clarividentes hayan vencido a los skouro.

—Pero... ¿y si no regresas?

—Voy a volver. Te lo prometo.

Renacer #6 - Los Actos De Las LeyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora