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Desperté en un cuarto de techo blanco y paredes amarillas, un pálido amanecer sobre una colina cercana se podía apreciar por la ventana del lado derecho de la cama y sobre la colina apareció de repente un caballo negro que se paró en las patas traseras y azotó el aire con los cascos delanteros a la vez que sacudida la melena con furia y relinchaba de una forma encantadora.

Es mi yegua!

Me levanté sin importar por donde estaba la puerta puesto que salté por la ventana y corrí hacia ella a la vez que llamaba su atención con gritos y chiflidos, ella volteó en mi dirección y se dirigió al galope con las orejas en alto hacia mi, saltó un alambrado que estaba a pocos pasos de mi y se dió la vuelta y vino a mi encuentro a la vez que yo impactaba contra el alambre de púas que conformaba el alambrado.

Un chico me vió desde la colina y vino a mi encuentro a la vez que yo agarraba con ambas manos el alambre encajandolo en mis palmas, me separaba de el y caía al suelo con el abdomen perforado en varios puntos.

La yegua dió varias vueltas a mi alrededor con la cabeza en mi dirección y resoplando.
El chico saltó el alambrado y a la vez que sus botas hacían contacto con el suelo la yegua subió la cabeza y echó las orejas a la vez y de reojo la vi hacer un gesto que no había visto hacer a otro caballo antes: enseñó sus dientes. Agarró poco vuelo con un salto y se echó sobre el chico quien se vió obligado a correr por su vida hasta algún árbol ya que escuché ramas y la yegua después de haber golpeado con los cascos el tronco volvió a mi encuentro acercando la cabeza, separé una mano de mi vientre y acaricié levemente su hocico hasta que me percaté de que había sangre en mi mano, dirigí la mirada a mi abdomen y divisé una camisa que no era mía un poco ensangrentada.

-creo que tenemos problemas Indiana.- resopló y se echó a mi lado inspeccionando mis heridas nuevas.

Después de acusarme un poco se escucharon dos o tres caballos venir, Indiana se incorporó y se puso a la defensiva, miré sobre mi hombro y vi a dos hombres a caballo con reatas en la mano dispuestos a lazar mi yegua para que me pudieran ayudar.

Fué lo que se podría decir un combate.

Indiana los burlaba cada vez y cuando al fin la agarraron trajeron otros tres caballos para poder trasladarla a la fuerza ya que ella era más grande y fuerte. En seguida llegaron dos mujeres, una regordeta y otra delegada, la regordeta me cargó haciendo muecas de desaprobación me llevó adentro de la casa hasta el cuarto en el que había despertado y la delgada me atendió dejándome vendada del abdomen con otra camisa que no me pertenecía.

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HOLA LIND@S LECTORAS!!!  NO ME MATEN POR LA TARDANZA, ES QUE:
ME QUEDE CON EL SESO SECO.
ACTUALICÉ MIS OTRAS HISTORIAS.
TUVE QUE HACER PROYECTOS.
MI TELÉFONO MURIÓ Y TUVE QUE DESCARGAR WATTPAD EN MI KINDLE Y SE ME OLVIDÓ MI CONTRASEÑA. :V

HE AQUI OTRA PARTE.

PD. EL JEFE SIGUE VIVO 

LA VAQUERA SOBRE LA SILLA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora