Jungkook solía tener una pequeña manía. Se trataba de un mero gesto que no mucha gente notaba, era un acto tan simple como buscar mi mano consumido por el nerviosismo, y no soltarla sin importar qué. Aunque nos halláramos en medio de una gran multitud o las nubes fieras se cirnieran sobre nosotros, él siempre entrelazaba nuestros dedos. Y yo a veces era asaltado por la sensación de que una inmensa inseguridad le devoraba y el miedo a que yo fuera a desvanecerme, provocaba que la necesidad de cerciorarse de que yo aún seguía ahí se apoderara de él. Ya que de repente me buscaba inquieto y sus ojos temblorosos me rogaban que le tendiera mi mano. Y entonces suspiraba aliviado y aquel peso en el pecho que le hacía imposible respirar desaparecía; al menos eso es lo que uno sentía al observarle. Pero también había días más calmados en los que sujetaba mi mano y se limitaba a sonreír, sí, tan solo sonreía. Era en aquellos momentos, en esos efímeros instantes en los que nuestras miradas se cruzaban, cuando me daba cuenta de que, a veces, él simplemente anhelaba sentir mi tacto bajo el suyo. Nada más.
-¿Cuántas cartas has escrito ya? -Su voz inunda mis oídos, mientras mis dedos están ocupados plasmando mil letras en el papel blanco.
Sin embargo, ahora nuestras manos ni siquiera se rozan.
-Diez. -Respondo al levantar la vista y toparme con el océano que se expande frente a nosotros- Diez cartas.
Ahora, una distancia y mil recuerdos rotos crean una barrera que nos mantiene separados, a pesar de estar tan cerca.
Las olas comienzan a ganar intensidad, creciendo con cada segundo que pasa, invitándome a pensar que desean arrasar con esta emponzoñada ciudad y arrastrar con ellos todos nuestros remordimientos. El azul del agua toma un tono más oscuro, tanto que parece reflejar mi alma amarga. Y ni siquiera los colores cálidos del atardecer pueden bañar con algo de paz este cuadro en el que nos hallamos dibujados, con tristes rostros y un fondo que se disipa, con sentimientos resbalando por nuestra piel fría.
-Jungkook. -Llamo su atención al levantarme y sacudir la arena de mis pantalones- Vayámonos ya; te llevaré a casa.
-No será necesario. -Asegura al dedicarme una leve sonrisa que tanta pena atrae consigo- Ya conozco el camino.
Caminamos sobre la arena gris, la cual intenta tragarnos, para así acabar con el caos y los mil huracanes que reinan en nuestras mentes ya cansadas en esta tarde de verano.
-¿Estás seguro?
-Sí. -Afirma dando un par de pasos hacia el lado contrario al que yo me dirijo- No te preocupes.
Su sombra se confunde con las de cientos de personas más que caminan de aquí para allá sin ser conscientes de la tormenta que se abalanza sobre mí.
Él siempre tuvo miedo a perderme, pero fui yo quien acabó perdiéndole a él.
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mil cartas para el océano. | kookmin
Fanfiction❝-¿Crees que es posible tocar el cielo?❞ ❝-¿Y qué si no podemos? Estamos tan obcecados en querer llegar al cielo, que olvidamos el suelo sobre el que caminamos. Mientras pueda mantenerme de pie aquí mismo, no me importa que mis dedos nunca rocen las...