7. yg

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-¿Jungkook?

Una mujer esbelta de cabello corto aparece tras nuestras espaldas, y sus palabras parecen ser tejidas en el aire por un hilo de preocupación que se torna en alivio al hallarle frente a ella. Se podría decir que se abalanza sobre él, rodeándole con unos brazos llenos de afecto y despeinando su melena.

-¡Pudiste venir solo! -Exclama siendo embargada por un cierto orgullo, sin que yo pueda entender la razón.

Él se limita a asentir, deslizando su mirada hasta las llaves que encierra en su puño, probablemente queriendo ocultar que se extraviaron en aquel tren.

-Cuando Jimin me llamó y confesó que habías decidido volver solo a casa, afirmando que no habría problema, debo admitir que dudé y decidí volver rápidamente a casa, temiendo que volvieras a perderte. -Le brinda una sonrisa dulce al suspirar- Pero lo has conseguido. Tú solo.

Y es justo entonces cuando al fin parece notar mi presencia, y suelta una leve risa al girarse hacia mí, dejándome palpar ese aura acogedora que la envuelve.

-Discúlpame. -Dice inclinando levemente su cabeza hacia un lado- ¿Quién eres?

Jungkook balbucea, probablemente anhelando poder rogarme que guarde este pequeño secreto entre nosotros.

-Soy un amigo de Jungkook.

Y así lo hago.

Pero mis palabras tan solo crean aún más confusión, la cual se percible con claridad en el rostro de esa mujer de ojos expresivos.

-¿Amigo?

-¡Sí! -Se interpone apresuradamente, intentando arreglar el desastre que, al parecer, yo desaté- Le conocí no hace mucho.

Aún extrañada, decide limitarse a dedicarme una amable sonrisa, justo antes de invitarme a entrar en esa casa que se alza delante de mí, y momentos después nos adentramos a través de un largo pasillo que conduce a varias habitaciones, al final del cual hay unas escaleras que llevan hacia una planta superior. Y sin mediar alguna palabra, allí es a donde esa figura de cabello castaño me dirige, tirando de mi brazo.

Me encuentro en una habitación de paredes blancas y que parece deshabitada a pesar de que, al menos eso supongo, esta debe ser su habitación. Juzgando por los marcos de fotos que permanecen boca abajo ocultando secretos, las cajas que esconden en ellas mil objetos que nos llevarían al pasado y esa sensación de suspense que envuelve este cuarto, me atrevería a asegurar que fue él mismo quien convirtió este lugar en uno más muerto que vivo, deseando apartar de su vista todo aquello que le quemaba.

-La razón por la que llevaba esa nota...

Sus manos tiemblan otra vez o, quizás, nunca dejaron de hacerlo. Percibo que esas palabras que mantiene clavadas como espinas en su garganta le causan un dolor que no tiene cura, a pesar de su mirada viaja más allá, invitándome a creer que intenta hallar algo más que escapa a su alcance.

-Perdí mi memoria en un accidente. -Confiesa al fin en voz alta- Y hasta el día de hoy, ni siquiera podía volver solo a casa.

Nuestros corazones que siempre palpitan sin descanso, se detuvieron. Al menos, eso es lo que sentí.

mil cartas para el océano. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora