14. jk

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-¿Estás seguro, Jungkook?

Una vez más, su tono de voz bañado en preocupación me arropa, dejándome saber que, a pesar la crueldad de la vida, ella seguirá justo aquí.

-Podrías esperar un poco más...

-Mamá. -Interrumpo dedicándole una sonrisa- Está bien, ya estoy preparado.

Suspira, quizás ahora siendo embargada por el alivio debido a mis amables palabras.

-De acuerdo.

Pero aquello que ella nunca descubrirá es que el miedo devora mi cuerpo a medida que me abalanzo hacia la entrada, jamás conocerá la razón por la que mis manos tiemblan y el sudor cubre mi piel tensa. Sin embargo, y aunque esas palabras no abandonarán mis labios, una parte de mí sabe que ella conoce cada uno de mis secretos.

Ella sabe cuánto me aterra volver a estar aquí.

Y es que el campus parece inmenso, rodeado por un par de edificios imponentes que me roban el aliento. Ni siquiera los árboles, cuyas hojas son mecidas por una brisa ligera, pueden brindarme un ápice de paz. Ni el cielo teñido en un azul esperanzador es capaz de derrotar a los demonios que descansan sobre mis hombros, esos que viven alimentándose de mis inseguridades.

Las nubes tan blancas parecen rebosar pureza cuando, envuelto en mil suspiros, camino inquieto dirigiéndome a la entrada, abriéndome paso entre la multitud de estudiantes que. Y a pesar de que debería recordar cada milímetro de estos pasillos, a pesar de que mis huellas deberían recordar aún qué se sentía al rozar estas paredes, y debería reconocer decenas de rostros, siento que me tambaleo sobre una cuerda floja y que, bajo ella, tan solo puedo divisar un agujero negro que espera poder engullirme.

Porque en mi memoria no consigo hallar este lugar.

Una vez más mi corazón late a mil por hora, mis fuerzas flaquean y la certeza de que me encuentro perdido en un abismo me asalta, deseando que caiga de rodillas, provocando que una abrumadora inquietud reine en mi frágil mente.

-¿¡Jungkook?!

Una voz familiar se cuela con suavidad a través de la ventana que lleva a mis pensamientos, sacándome de ellos con brutalidad. Sin tan siquiera otorgarme tiempo para pestañear, tira de mi brazo con cautela para tenerme frente a él, girándome en su dirección.

-¡Sí, eres tú!

Y en cuanto nuestros ojos se encuentran y su sonrisa tan peculiar me da la bienvenida, descubro en los rincones de mi magullada memoria ese rostro.

-Yoongi. -Susurro ligeramente asombrado.

-¿También acudes a esta universidad? -Pregunta notablemente entusiasmado, interrogándome incluso con sus pupilas.

-Sí, bueno, yo...solía hacerlo. -Balbuceo evitando su mirada- Hoy es mi primer día tras el accidente.

Suelta al fin mi brazo y lleva ambas manos a su cintura, inclinando levemente su cabeza al brindarme una expresión llena de compasión. De nuevo, emana ese aura que me incita a confiar en él ciegamente, y tengo la sensación de que una cierta luz le rodea, invitándome a seguirle a cualquier lugar.

-Entonces, estás solo, ¿no? -Suelta de repente.

-No exactamente...

Pero antes de que pueda responder, pasa enérgico su brazo por encima de mis hombros y ya me está guiando hacia alguna parte.

-¡No te preocupes! -Exclama seguro de sus palabras- ¡Yo me quedaré a tu lado!

Me hes imposible no estallar en risas, sin embargo, imito sus pasos sin dejar que una mera queja salga de mi boca, pues al escucharle hablar sobre todas esas anécdotas que ha vivido entre estos muros, esa inquietud que me carcomía ha comenzado a desvanecerse.

mil cartas para el océano. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora