15. MENTIRAS A MEDIAS

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"Sujsul kutu ne nekilis wan sujsul weyak ne ielkawilis"

Pablo Neruda

La chica se encontraba hablando con sus amigos tranquilamente, Valeria Sigüenza y Emilio Yánez eran sus nombres, nunca me esperaría encontrar que las dos víctimas eran conocidos, eran una pareja de novios como cualquier otra que se viera, no podía esperar el sentir tenerlos a ambos sobre mi poder, el poder sentir que la vida de alguien está en tus manos, amaba sentir eso, desde que hice el primer sacrificio me había sentido diferente. Mataría por ver de nuevo a Emily. 

Eh matado por ella y mataré por ella, mataré no solo por ella sino que también por Xochimitl, no se merece tanto sufrimiento, ella merece una mejor vida, que la reconozcan, que ese dios de la muerte la ame. 

Está noche al fin volveré a ver sus ojos, volveré a oír su voz, volveremos a estar juntos, volveré a estar completo. A pesar de todo esto, extrañaré a Xochimitl, a pesar de nuestro comienzo no tan amigable ella ha sido una gran amiga conmigo, sí, amiga. 

Quizás con el tiempo tan poco y tantas cosas que han pasado en está semana llegué a pensar cosas que no eran, pero no es así, yo la amo a ella pero no como eh llegado a amar a Emily, ella es mi alma gemela. 

La pareja se encontraba en una heladería cercana a una plaza muy concurrida, lo que significaba mucha luz y testigos, Xochimitl no se había acercado en todo este tiempo desde que hablamos hoy por la mañana, lo cuál es algo extraño, solo eh sentido la presencia de la Catrina, quién niega seguirme a pesar de que yo ya sé lo que está haciendo, no soy estúpido... bueno quizás un poco pero tampoco para no enterarme que me espía. 

Lo más seguro es que se lo ha pedido ella, ¿Dónde estará? ¿Por qué no se ha aparecido? ¿Le habrá pasado algo malo? No me perdonaría si por mi culpa algo malo ha pasado, ella es una gran persona, ella es fuerte, inteligente y aunque no quiere que los demás sepan que es frágil ella lo es, ella es.... perfecta. 

La sonrisa de Emily se me viene a la mente en contra de la de Xochimitl. Yo amo a Emily, la amo como nunca eh amado a alguien, ella siempre ha sido mi todo, ella... está muerta pero yo la traeré a la vida. 

Una sonrisa nostálgica se forma en mi rostro... quizás no debería de hacer esto, quizás ... solo quizás debería dejarla descansar en paz, pero Xochimitl me dijo que aún no era el tiempo de Emily, aún no tenía que morir, el destino nadie lo puede cambiar y eso no estaba escrito, debo de recuperarla. 

La pareja sigue caminando recto, la chica tiene un cuello delgado, se le pueden notar fácilmente las venas, sería tan fácil matarla y poder sentir ese olor a sangre fresca, ver su cara pidiendo por su vida, rogando porque no la mate, ese momento tan hermoso dónde sientes que tienes el mundo a tus pies. 

El chico por su parte también se ve deseable para asesinato, caminan y doblan una esquina en un callejón no iluminado, seguro van a querer tener un rato de pasión e intimidad pero que lástima... no lo tendrán, solo conseguirán morir. 

Bajo del auto con cautela y les sigo hasta la entrada de dicho callejón, ahí se encuentran besándose y tocándose de más la pareja que aún no se ha percatado de mi presencia, me acerco primero hacia el chico que es el que probablemente me de más problemas y le pongo el trapo con anestesia y cae de inmediato al suelo, la chica me mira horrorizada e intenta gritar pero le acercó el trapo con más velocidad que su voz saliendo de su boca y logró noquearla también. 

Pienso un momento en cómo llevarlos a ambos hacia mi auto, decido que primero llevaré al chico y luego a la chica, no tardo más de quince minutos en hacer el proceso y dar con ambos, lo cuál al encender la radio y por ende el automóvil me percato de algo, una presencia siniestra se encuentra detrás  mío, en los asientos traseros. 

  — ¿A dónde crees que vas guapo? Charlemos un poco— Dijo el espectro de la mujer más bella que había visto en mi vida, sus ojos eran tan hipnotizantes, sus labios se veían adictivos y dios... su voz era la más tierna, dulce y linda que había escuchado en toda mi vida. 

No podía dejar de mirarla mientras ella sonreía, estaba olvidando hacia dónde iba. 

  — ¿Quién sos?— Pude decir apenas de lo tan embobado que me encontraba. 

— Xóchitl... pero varios me conocen como Siwanawal, me sorprende que no sepas quién soy yo, London, me han contado muchas cosas sobre vos— Me contestó la hermosa mujer que tenía a la mía, era tan... bella y delicada, la mujer más espectacular que había visto en mi vida. 

Tenía algo que me hacía enloquecer. 

  — ¡Siwanawal! ¡Andate de acá! ¡No me importa lo que te haya dicho Chasca, lo que te ah prometido es una mentira, el dios de la guerra solo quiere llegar al poder para destruir todo, las está usando, a todos ustedes ¿No lo ves? — Le regañó Xochimitl quién rompió el contacto visual que tenía con Xóchitl. 

Se veía cansada, como si hubiese corrido por mucho tiempo ¿A dónde habría estado ella? 

¿Qué hizo? ¿Le habrá pasado algo malo? 

Al vernos a los ojos algo sentí, algo que hace tiempo había dejado de sentir pero me sigo negando a aceptarlo, sonreímos un poco mientras la  hermosa mujer nos miraba divertido. 

  — Mikitzin, yo no estoy del lado de Chasca, no estoy del lado de nadie, solo apoyo hasta el punto en dónde me convenga, como todos aquí, vos sabes bien a lo que me refiero, y la verdad... lo que me han ofrecido es un buen trato ¿Crees que podes vencer al dios de la guerra cerrando el Mictlán? ¿Crees que un simple sacrificio lo podrá lograr? ¡Y ni hablar de tu alocado plan de traer a la vida a los hermanos! Está noche comienza la revolución y nadie nos detendrá, pronto este tonto sabrá la verdad— Dijo riendo como loca mientras una neblina blanca la tapaba, haciendo que desapareciera del auto, dejando un eco de su risa por algunos minutos en el lugar. 

— ¿Mikitzin? — Pensé en voz alta, ella retiró su rostro de inmediato como si se sintiera avergonzada. 

— Ese es mi antiguo nombre de recolectora de almas... pero ahora soy Xochimitl, vamos a las ruinas del templo de Popocatzin— Dijo ella, sentándose en el asiento de copiloto sin verme a los ojos. 

Esto no está bien, algo le sucede, algo me está ocultando. 

Pasamos todo el camino en el auto callados, mientras en la radio sonaba canciones nuevas del año, mayormente música pop aunque una que otra punk. La luna subía rápido hasta su punto más alto mientras el reloj de mi muñeca marcaban que eran las diez y media, teníamos algo de tiempo pero no podíamos confiarnos. 

Al llegar el lugar se sentía raro, como si nos vigilaran y hablando de vigilar desde hacía un buen rato que no sentía la presencia de la Catrina.  

"Es tan corto el amor y es tan largo el olvido"

Pablo Neruda

Penúltimo Capítulo 

LOS MUERTOS NO VUELVEN A LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora