Narra Jane
Me encontraba en un hotel a las afueras de la ciudad, según el médico no podía viajar, y con eso sumándole la nariz rota de mi padre, aun no podía creer lo que había pasado, no sé quién era el, no sé quiénes son realmente las con las que me encuentro justo ahora.
Solo sé que un médico me dijo que eran mis padres, lo que me llevo a googlearlos con la ayuda de una enfermera y efectivamente ahí decía que yo era su hija.
Mi madre lloro cuando me vio, su llanto no duro tanto, pero ella dijo que lloro de felicidad.
En cuanto a él, no como se llama, no sé por qué cuando me vio pareció aliviado y feliz, mi madre se había marchado junto con mi padre a Londres, solo tenía a la enfermera que mis padres habían contratado como compañía… y no es que fuera la mujer más agradable del mundo, cuando me ayuda a subir a la silla de ruedas lo hace de mala gana y puede que hasta me lastime un poco su manera tan ruda de tratarme.
La puerta del cuarto sonó y ella abrió.
— Usted debe venir a cuidarla ¿cierto? Da igual, yo me voy.
La mujer salió dejándome sola con un perfecto desconocido, él no me gustaba, se veía raro y de paso me veía raro.
— ¡Jane! qué bueno verte, por un momento creí que te perdería, traigo fotos, tus padres me las dieron, ellos dijeron que el doctor lo recomendó como terapia.
— Perdón pero la verdad no sé quién es usted.
— En cuanto veas las fotos lo sabrás.
Él se acercó a mí, y yo retrocedí con la silla de ruedas, él se acercaba y yo retrocedía, eso se pasó hasta que un sillón me impidió que siguiera huyendo.
— No te hare Daño, yo soy tu prometido, soy Nate, yo te amo.
Se acercó un poco más, yo aun temía por mi vida, se acercó lo poco que nos separaban y deposito un álbum de fotos en mi regazo.
Había fotos con mis padres, algunas en las que aparecías imagino yo mi hermana, otras de cuando era niña, pero de las que más había eran de él y mías.
Había una donde estábamos en la playa, otras donde nos besábamos, y una donde yo sonreía y señalaba un anillo de diamantes que traía en el dedo, él era realmente mi prometido y las fotos mostraban que nos amábamos.
De la enfermera malhumorada pase a ser cuidada por Nate, ella solo llegaba a ayudarme a bañarme, desayunábamos juntos, veíamos películas juntos, me trataba tan bien que no me fue difícil enamorarme de él.
Dos meses se sintieron tan cortos y eso fue gracias a él, ahora recuperada totalmente, me encontraba de camino a Londres con el junto a mí, mi pierna y mi brazo se encontraban totalmente recuperados, tanto que los doctores se sorprendieron de que fuera así, de las heridas de la cara no me había quedado más que dos pequeñas cicatrices que no se llegaban a notar con ayuda del maquillaje.
Bajamos del avión y un auto nos esperaba, nos llevó a una mansión enorme, bajamos y ahí estaban mis padres, se les veía más que contentos de verme.
— Nathaniel, hijo, creíamos que nunca nos devolverías a nuestra princesa ¿cierto Alice?
— Por supuesto, no tuvieron ningún inconveniente en NY ¿verdad?
— Para nada, fue como estar en la luna de miel. — ese comentario hizo que mis padre vieran mi mano, y no es como si ese gran diamante pudiera ocultarse.
— Me alegra escuchar que todo esté bien entre ustedes.
— ¡Vayamos a celebrar!
— En realidad estoy muy cansada, quisiera descansar.
— Jane, vamos, no podemos rechazar a tus padres. Sube al auto.
Él tenía razón, no podía ser descortés con ellos, ignorando el tono en el que me había hablado, deje mis maletas en la entrada y regrese al coche.
No puedo decir que la noche haya sido de lo más divertida, mi padre y Nate hablaban sobre un trato que estaba a punto de sella y mi madre se pasó la noche hablando con sus conocidos sobre mí ya anunciado compromiso, una mujer paso junto a mí con una bebe de lo más hermosa, al verla un sentimiento de añoranza se instaló en mí.
Un nombre empezó a resonar en mi cabeza, era como un susurro, todo lo que hacía era pensar en ese nombre.
Al volver en la noche mi familia y la de Nate, — a quienes acababa de conocer— decidieron que me iría a vivir con Nate, y que la boda seria en dos semanas.
Al parecer los planes ya estaban hechos, y mi viaje a New york solo fue para buscar un vestido de novia.
Los días pasaban y parecía que era otra persona la que se iba a casar, no conocía a nadie de los que llegarían a la boda, odiaba el vestido, las flores, las invitaciones, incluso odiaba la comida. Parecía que estaba viviendo otra vida, Nate ha cambiado, se ha vuelto más violento. La otra noche discutíamos sobre que no me gustaba nada de la boda y me grito tanto que acabe llorando.

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Todo Por Ella
Romance¿Que pasaría si la mujer que creías el amor se tu vida, muere y te deja sólo, en depresión y con una bebé a la que no sabes ni cambiarle el pañal? ¿Y si la única persona que te puede ayudar es alguien a quien siempre Lástimas, una de las personas fa...