Después de que Anastasia Steele, una maestra en el K&KGW, una de las mejores instituciones para infantes en todo Seattle, se enteró de la enfermedad de su padre Ray, ella se esforzó en cumplir la última voluntad de su padre quien tenía un avanzado c...
Hoy es Domingo y me estoy terminando de alistar ya que falta poco para que sean las 3 pm. Iremos a pasar el día con la familia de Christian, estoy bastante nerviosa, porque aunque ya los conozco nunca había convivido con ellos.
No lo se, la sensación que tengo es muy extraña, además supongo que contribuye la situación a mis nervios, es decir, siento que es algo muy íntimo para que yo esté presente.
Escucho que el timbre suena y me miro por última vez. Me puse un vestido corto color negro, con un abrigo ligero en color verde militar, botines beige, accesorios dorados y por primera vez me esforcé en maquillarme un poco más aparte de aplicar lipstick rojo.
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Corro a abrir la puerta y allí esta, Christian Grey, impecable como siempre.
-¿Lista, Srita. Steele?-pregunta.
-Muy lista, Sr. Grey-contesto.
-Bueno, pues vamos, mi madre se molestará si llegamos tarde-dice.
Tomo mi bolso que contiene mis llaves, mi móvil y el inhalador de Ted, por si acaso. Entramos al auto y por el retrovisor de este logro ver a Ted durmiendo.
-Se durmió en el camino-dice él abrochando su cinto de seguridad.
-Vaya, eso es raro, casi nunca duerme en el día, toma siestas, pero dormir nunca-digo abrochando mi cinto y luego miro a Christian.
-¿Lo llevaste a la cama tarde?-pregunto.
-Estabamos jugando, se me fue la noción del tiempo-dice excusando.
-Christian, yo lo entiendo, pero no está bien que no descanse lo necesario-digo.
-Lo lamento, no volverá a pasar, te lo prometo- dice para luego tomar mi mano y besarla.
Dios, como extrañaba su contacto. Pero no puedo perdonarlo aún, me duele todo lo que paso entre nosotros.
Luego de un largo viaje hasta Bellevue, llegamos un poco retrasados, pero finalmente estamos aquí. Ayudo a Christian llevando la mochila de Ted mientras él lo lleva en brazos. Toca el timbre e inmediatamente el ama de llaves, supongo, abre la puerta. Se ve joven, es rubia y probablemente europea, lleva dos trenzas a cada lado de su cabeza y pone una sonrisa bobalicona cuando mira a Christian, y como era de esperarse un mal gesto al verme a mi. ¿Cuál es su problema? Pasamos al salón el cual está elegantemente adornado con colores claros que la luz natural de las enormes ventanas resaltan.
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